Tarde calurosa; final de
primavera. Hay un zumbido de abejas en la alberca. Horas lentas; no pasa el
tiempo. Nos acercamos al anaquel donde están, en silencio, los libros. Tomamos
uno, uno de esos que llevan allí mucho tiempo. Hemos olvidado cómo, cuándo, y porqué vinieron. Se coge con cariño, se le echa un vistazo, y entre el pasar de
hojas, aparecen unos pétalos…
Fue una rosa roja. ¿La dejó
allí el jardinero de Tagore para la reina? El tiempo le dio la finura de una
hoja de papel. No le arrebató el color íntimo y adherente. Lo conservó para
siempre. Una mano la arrancó del rosal… Tuvo que ser el jardinero. ¿Fue el
encuentro de dos enamorados que la dejó entre las hojas del libro?
Otra vez es un clavel, “sed de
infinito” de una noche de ensueño. Alguien
se acercó, ofreció mercancía… o, quizá, no. No, no, fue un arrebato. Nos llevó
a la floristería más cercana y, entonces, entonces una mano lo sacó del jarrón donde
reposaba con otros claveles y a cambio de unas monedas mutó su esencia de flor por la emoción de ir a un destino
de anhelo…
Puede que entre los cajones,
esos que se abren no sabemos cuando aparezca en uno de los ángulos compartiendo
espacio con otros objetos, una rosa. Fue rosa en un jardín donde alguien le dio
cuidado y mimo y cariño y la arrancó…, y le asignó destino.
Primero, ocupó un sitio
preferente de la casa, un florero de cristal, el más bello, uno de cuello
estrecho para que ella se sintiese a gusto. Una aspirina en el agua, el cambio
oportuno y certero y, luego, el paso
inexorable que la marchitaba, y ella, la rosa y ella – la reina que soñaba el
jardinero - no quisieron separarse nunca
y fue a donde el cajón de aquella cómoda que guardaba objetos de recuerdo…
Y se abre, de pronto, un
abanico de pensamientos. ¿Qué fue de aquel hombre jardinero que le regaló la
rosa? Mira que si por un casual ella recuerda el día y el nombre y el lugar… y ¿entonces?, entonces surge un milagro de amor
que algunos llaman recuerdos y un suspiro se escapa de la garganta y un ¡ay!
que se lleva el viento….
No hay comentarios:
Publicar un comentario