lunes, 17 de diciembre de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Otra más





La noticia saltó como un rayo. El temor de lo que se ha confirmado después, también. La esperanza en el desenlace de final feliz se desvanecía poco a poco.  No se preveía que fuese bueno. Se albergaba pero se temía lo peor y como en todas las cosas malas y no deseadas, se confirmó.

La gente había batido la zona. La gente y el dispositivo había peinado pozos, cañadas, barrancos, lugares solitarios, quebradas. En la fantasía – no se sabe muy bien porqué – se busca en los lugares más insospechados. Luego, la evidencia aparece, entre unos matojos en un camino, al borde de la carretera.

¿Qué está pasando? Esta sociedad ha perdido totalmente el norte. Lo sé, lo sé. El asesino va a existir siempre. Lo hizo antaño, lo hace ahora y lo va a hacer, mañana, otra vez. Quizá  esté más cerca de lo pensado y habrá que esperar solo a que pase el tiempo del aparente olvido.

Algo hemos – y cuando hablo, lo hago en la primera persona del plural – hecho mal. Por comisión, por omisión, por pasotismo…  Esta sociedad nuestra está enferma. Está inmersa en una espiral de violencia desorbitada. En la palabra, en el comportamiento, en el pensamiento…  Se abre cualquier medio de información  y rechina por casi todo.

Ahora es otra mujer; ayer, fue otra mujer; hace unos días, otra mujer; hace un año, otra mujer y cambian los vocablos, los lugares, los tiempos, los modos pero siembre permanecen dos palabras: “otra” y “mujer”.  Siempre les toca a ellas. Da igual el móvil. Da igual que sea en el interior de un hogar, en la calle, en una ciudad grande o en un pueblo pequeño perdido donde Cristo dio las tres voces. No hay que darle más vueltas. Siempre le toca a una mujer…

Ahora vendrán todas las conjeturas. Cantidad de razonamientos. La fantasía dice que en muchas casas hemos acondicionado rincones con montañas simuladas, árboles con luces intermitentes en sus ramas,  ríos de papel de plata… La realidad dice que unas familias tienen amontonado el desgarro del dolor y la impotencia. La muerte ha venido de la mano asesina a sembrarles el dolor…



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