Llevamos un montón de días
hablando, escuchando, disparatando de fútbol. No he logrado enterarme si la ‘barras
bravas’ son más bravas que barras o si lo que está en carencia, de verdad, es
el sentido común. Tampoco me he enterado bien si River es el Curro Romero del
fútbol – por lo preciosista y artístico
– o si Boca es algo así la vergüenza
torera por la entrega en la contienda.
No acabo de enterarme qué es lo
que ha pasado en Andalucía. He leído tanto, tanto - seguro que ustedes, también – que me las
ando a preguntas conmigo mismo porque si todo eso que dicen es verdad,
palabrita del Niño Jesús, que no sé cómo hemos tardado tanto…
No tengo claro si en la
solución eslovena que reclama ese hombre con cara de feo (sin música de Enniro
Morricone, no la merece) que preside la
Generalidad entra que Messi se vaya a la liga francesa, porque, oigan, el gol
de falta de el otro día al Español, -ahora quieren culpar a que la barrera no
estaba bien colocada – eso es una obra de Arte, pero de Arte con mayúsculas
como las que ha juntado en Sevilla, temporalmente, trayendo de medio mundo la
obra de Murillo dispersa.
No tengo tampoco muy claro
porqué dura tan poco el tiempo cuando uno se encuentra a gusto entre gente
amiga que viene en un tren mañanero y se
va a su lugar de origen cuando encienden
el alumbrado de calle Larios… ¡Y mira que hay gente en la calle Larios estos
días!
No termino de enterarme porqué
las otras son tan caras si hay gente a
los que no lo les gustan estos bichos con sabor a mar pespunteado con un
chorreón de limón, y que, luego, dejan ese regusto como solo dejan los besos
furtivos de oscuridad que son los mejores de todos los besos…
Está el tiempo de primavera. Demasiado
bueno. Hace calor al mediodía; luego, por las tardes cuando el sol se va por el
Monte Redondo refresca y por las noches… Bueno, que ya vienen de camino los
pastores. ¡Quien avisa no es traidor! ¿De acuerdo?
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