Se ha vestido la higuera con el
traje para pasar el verano. Primero, fueron los frutos en las ramas
despobladas; reventonas, las yemas. Los frutos como pezoncillos
primerizos, y luego, tomaron el grosor
propio. Después, vinieron las hojas nuevas. Era un triunfo sobre lo que parecía
inerte.
Están los pámpanos de la parra
vendiendo vida. Verdes rabiosos. Reventaron las yemas, y ellos siempre tan
solícitos fueron tomando su cuerpo y a lo largo del sarmiento han ido
festoneando con puntadas de verde primavera. Vendrán los racimos para el altar
del Corpus y serán uva, y mosto, y Sangre de Cristo.
Ya se han vestido los granados
del vallado. El camino parece otro. Es un verde intenso. Esperan dar cobijo a
esas granadillas que terminarán en rubíes dentro del fruto maduro. Los granados
tienen cubiertas las espinas y las tapan con hojas de verde intenso. Cuando
llegue el otoño alfombrarán el suelo de oro viejo.
Están los ciruelos como niños
con zapatos nuevos. Sus hojas verdes están preparadas para dar cobijo cuando se
descuelguen los calores de rigor a las ciruelas, ahora, diminutas, casi
imperceptibles. Esperan el momento de madurez. Todo será un reventar de azúcar
y néctar.
Se cubrieron los membrillos de
pétalos blancos. Las hojas han tomado su sitio. Esperan – porque todavía no han
aparecido – los frutos que darán color y sabor a los meses cuando el sol
decline más temprano y la noche se eche encima más pronto. Ahora, ellos maduran
en silencio el fruto ebúrneo y carnoso.
Están a pedir de mayo los
celindos. Han vestido su esqueleto enclencle con hoja verdes y llenas de vidas.
Hay un revuelo de yemas esperando el momento en que tienen que dar perfume a las noches de
primavera. Todo será sensual. Todo será una llamada a los sentidos ávidos de
colores y olores.
Están vestidos los jazmines.
Son hojas diminutas, pequeñas. Son las hojas que aguantaran a la humildad de la
flor que forma la biznaga – “más que una flor y menos que una estrella, que
dijo el Maestro Alcántara - y que solo
tendrá la vida de un día y toda la noche por suya. Es tiempo de hojas nuevas.
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