Están las encinas arracimadas
de floración. Hacen competencia a la flor de la jara en la dehesa y exhiben sus flores moradas los cantuesos, el
almoradux y los matagallos. Están en sazón los jaguarzos y torviscones. Hay
prados de yerbecillas a los pies de las retamas, espigado el esparto y, las aulagas en flor…, tiene el
campo la bendición de Dios.
Los lentiscos muestran hojas
brillantes. Las aguas de estos días han limpiado el aire. Viene limpio. Mueve
las nubes que, desde hace unos días, cada tarde amenazan con tormentas en la
sierra y la festonean el cielo azul con puntadas como plumas desprendidas de las alas de los ángeles.
Están las laderas del Hacho con
la manzanilla en florecida. Esa que dicen que solo tienen propiedades
terapéuticas para los perotes…, esa, la otra, la que se vende en sobrecitos con
una cuerdecita larga para que flote en el vaso de agua caliente, pues no sé.
¿Qué quieren que les diga?
Se visten los pueblos de Cruces
de Mayo. Se echa la fiesta a la calle. Cante en las gargantas y belleza en
niñas guapas con sus mejores galas. Moñas de claveles en el pelo y en el rosal
una rosa olvidada que espera un ojal.
Se han espigado lo trigos.
Tienen las cebadas ese color propio que anuncia fin de ciclo. Todo sigue su
curso en el campo. En la vida, esta vida, que se empeñan algunos en torcerla
cada día, también. Solo hay que dar una vuelta por la sentencia de Navarra, el
silencio de Alicante, el gallinero del otro lado del Ebro…
Dice el periódico que el PP se
desmorona. Después de lo de Madrid tampoco hay que ser un lince para ver que
por algunos sitios las cosas no están tan hermosas como el campo en primavera.
He leído una sentencia terrible: “si buscas venganzas, clava dos fosas”. Esto
huele a eso que nació en Sicilia, se extendió por medio mundo y tiene nombre
propio.
Echo mano a Juan Ramón. Me
quedo con sus versos. “Vámonos, vámonos al campo por romero, / vámonos, vámonos
/ por romero y por amor”. ¡Mira que si me haces caso y te vienes…!
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