domingo, 4 de febrero de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Arte güeno


La calle es el mejor invento. La calle es la mejor escuela sin pizarra ni tiza ni borrador ni pintura verde para que no sea reflectante el modelo. La calle tiene siempre abierto el mejor libro de texto que se haya inventado. Letra y música; arte y son; esencia y atrevimiento.

Muchachos que desafían al tiempo. Hace frío. Frío de invierno; febrero y calle del Carmen, por más señas, Madrid. Todo es gélido. Muchachos  subidos a un estrado sin tarima ni cortinajes. Como telón de fondo la fachada pintorreada de un edificio comercial cerrado. Luces que pone el ayuntamiento; la tarde es….

Pasa la gente. Ellos cantan su canción. Delante la funda de una guitarra hace de alcancía para recuperar unas monedas. Algunos le dejan algo; otros, siguen de largo. Hay quien les acompaña en el compás con unas palmas. Cantan por rumbas, por… ¡Qué sé yo!

Los técnicos de sonido han estudiado todos los inventos para perfeccionar la música que sale de esos centros de producción sofisticados. Los músicos callejeros unen a su voz, el deseo de llegar a la gente. Se desgañitan. Hace frío, mucho frío; es el aire que viene del Guadarrama. Estos muchachos van a coger un enfriamiento.

Los escucho. Me paro. Me encuentro con gente conocida. No es un canto que pueda equiparse a ningún otro canto. Es el canto de quien quiere expresar lo que lleva dentro, y lo hace. Y la gente que pasa por la calle les deja caer unas monedas. Ha caído la tarde; llega la noche. La ciudad ahora tiene otra gente. Llevan otra prisa, ¿va o viene la gente que pasa por la calle?

Regalan el arte de su música. Lo ofrecen para disfrute de los que se paran a escucharlos, para los que pasan de largo; para los que se detienen un momento y, luego, siguen su camino.

Tomo prestada la pregunta de Valderrama. ¿Quién os lo iba a decir? Callao y Cibeles; el Oso y el Madroño; Sol y la Puerta de Alcalá; Gran Vía y Recoletos… confabulados piden las notas de esa guitarra; la voz de esas gargantas, luz de Álora en las calles de Madrid.

Dani Márquez, Juan de Dios Gil, Francisco Ávila; Abel que se une…, perotes en Madrid ese pueblo que dicen que es muy grande pero más grande es Álora que llega hasta allí…




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