Albinoni, que se llamaba Tomás
y era de Venecia, vivió a caballo entre los siglos XVII y XVIII y ahora resulta
que su obra más universal, el Adagio en sol menor, es una obra apócrifa escrita
en el XX por un seguidor de su música que se llamó Remo Giaziotto…
El adagio es un movimiento
musical, suave, lento, acompasado como quien no tiene prisa y quiere recrearse
en ese flujo que hacen las notas cuando suben a las alturas inusitadas o cuando bajan a las
primeras líneas del pentagrama.
Pues ni lo uno ni lo otro. Verán.
Cuando alguien sabe de qué va la cosa, cuando alguien tiene arte a raudales y
lo saca fuera y lo muestra y lo deja para deleite de los demás…, es cuando uno
se empapa de muchas cosas, entonces, es precisamente entonces, cuando se valora
cuánto de arte atesora José Carlos Torres Gil.
Como quien no quiere la cosa ha
llenado de arte una de las salas de exposiciones de la Casa de la Cultura de
Alora. Unas, obras ya publicadas; otras, que en su día no fueron selecciones
por los comités encargados de rebuscar la que en aquel momento a ellos les
interesaba más.
Está llena la exposición de ese
suave adagio, -que así se llama la muestra, Adagio – y eleva y deja correr por
el interior una agradable sensación de placidez, de sosiego, de algo hecho con
mimo y con primor, de algo que se lleva muy adentro y que en un momento determinado las circunstancias hacen que
aflore.
La obra de José Carlos Torres
tiene un gusto exquisito. Es la mística barroca adaptada a los tiempos de hoy, y a Dios, en esa cartelería propia que exhibe
el autor y a quien se le puede hablar de
tú. Es el Dios a pie de calle; en silencio y en penumbra; es Dios que pasa por
delante de la puerta entreabierta; es Dios que tiende la mano para quien quiere
asirse a ella.
La muestra recoge un elenco de carteles,
diseños, apuntes, fotografías… Todo está impregnado de religiosidad, de
misticismo, de recogimiento. El autor dice cuánto amor derrocha en su trabajo
y, además, lo deja para deleite del espectador que contempla y se extasía con
ojos absortos ante tanta belleza.
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