sábado, 24 de febrero de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cuento apócrifo


Era invierno; hacía frío. Paco se presentó solo – como su andar por la vida – en las puertas del cielo. Le abrió  un ángel. A Paco le pareció que estaba serio y que, como otros habían hecho tantas veces, lo abroncaría sin remedio… Pero no, no. Le abrió y le dijo:

-         Pasa, te estábamos esperando. Aquí hay un sitio para la gente que como tú, encuentra por ahí abajo muchas puertas cerradas y muchas espaldas vueltas…

Paco entró. Miraba a los lados,  y allí se encontró con otros a los que él conocía. Los había visto muchas veces, solitarios, deambulando como él por las calles del pueblo… Empezó a entrarle el resuello en el cuerpo.

Paco - Francisco Acedo Fernández, ‘el Mañoño’- , vio cómo otros, también le sonreían pero ahora no le pedían que metiese el hombro bajo el varal que no quería nadie, ni que fuese por el balón al Quebraero, ni que…

Paco tan acostumbrado a subir cuestas… Las suya de la calle Negrillos; la cuesta que le había presentado la vida desde niño; esta misma cuesta de enero con la que él ya no había podido y lo había arrancado con un tajo seco y certero…

De pronto se vio ante Dios y entonces, Dios, le dio un abrazo como no le habían dado en mucho tiempo. Y Dios sin bulla porque ya no había prisas, le dijo que Él,  Dios, que todo lo sabe y todo lo ve, sí estaba contento, y para sorpresa de Paco fue y le dijo:
-         Paco has hecho el papel que Yo te tenía reservado. Y fíjate que era duro, muy duro,  pero lo has hecho como yo te lo había marcado…

Dios continuó hablando, y le dijo que Él sabía quiénes, de verdad, le habían ayudado, y quienes le mostraron incomprensión y echaron la vista para otro lado  y que se habían hartado y habían decidido  que  ya no ayudaban más a gente como él…

Paco no salía de su asombro. No tenía palabras, no sabía qué responder ante todo aquello que él no esperaba y Dios continuó hablando:

-         Ya sé cómo se han portado algunos que dicen que son ‘de los míos’ – pero, Paco tú y yo, los entendemos ¿verdad?

Y Paco dijo que sí y que aunque llevaba más de dos años sin luz ahora sí que veía la luz , la Luz verdadera, oh Luz de Dios, y entonces, Dios como contaba Paco García que hizo con Pepito, ‘el Jorobado’,  se levantó despacio, y sobre sus hombros colocó dos alas…




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