Las gotas de sudor se dan las
manos entre ellas. Las gotas de sudor son suspiros que no se pueden contener
dentro. Brotan, afloran, corren su
propia carrera. Vienen desde lo más profundo, desde esos abismos que
llamamos alma. Allí donde solo anidan los sentimientos. Las
gotas de sudor son, también, reflejos de un esfuerzo.
Se aprietan entre ellas. Son
vecinas bien avenidas. Compiten por saber cuál expresa mejor ese mundo interior
que pugna por salir, que quiere llegar a los más alto, que usa el cuerpo como
trampolín para llegar desde el ras del suelo, hasta lo alto del trono donde va
Ella, una mañana de primavera.
Es el camino de la ‘Despedía’ –
que no es despedía sino reencuentro – donde el gentío es un clamor. Arriba tú,
Madre, abajo yo. Te rezo, te digo, te cuento y me cuentas. Entre las dos hay un
mensaje. Silencio y compromiso de mujeres. Tú y yo, las dos solas. Mano a mano.
Tú con tu espera; yo, con mis sentimientos. Los compartimos. No los conoce
nadie. Bueno, alguien sí, las gotas de sudor que quieren correr más que los
pensamientos y se asoman a la frente.
Ahí, Madre, van mis suspiros, y
los suspiros de los míos, y los suspiros de quienes me quieren, y de otros que
no me conocen pero saben que entre Tú y yo… Eso, correspondencia y
compenetración de mujeres. Pulso a pulso; silencio a silencio; oración a
oración. Fuera el gentío; dentro… Tú ya sabes lo que va por dentro.
El varal es el asidero al que
se agarra la fe que pide una pértiga para salvar el listón de lo que llamamos
vida. El varal es un lugar seguro y permanente. El remo que mueve una barca de
tierra adentro por una mar que no conoce nadie, que no sabe nadie donde tiene
su rebalaje pero sí que es donde vienen a dar las olas convertidas en gotas de
sudor de nácar una mañana de sol y esfuerzo sobrehumano, de dolor y entrega, de
entrega y rezo, de… Ya sabes, Madre,
silencio y complicidad entre dos mujeres…
Varal madero de vida eterna,simbiosis de pasion que con pasion se lleva por calles y plazas de ojos anonimos para desembocar en el mar de la plaza baja donde empieza la hora nona y la cuesta de nuestra vida.
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