Precioso punto de morse; anuncia primavera...Raya, punto y raya, punto.
Así repiqueteaba un artilugio metálico con un punzón de punta afilada sobre una
cinta que marcaba unas señales con una lectura dentro.
Raya, punto, punto y raya, dice
el telegrama que esta mañana venía desde la copa del naranjo de la esquina una
pareja de chamarines. Se decían algo entre ellos; respondían otros pájaros. Y el campo,
entonces, leía y descifraba y…
Raya, punto y raya, punto…
Telegrama urgente. Lo mandan los mirlos del arroyo. Dice: con la lluvia de estos días, el agua baja saltarina de piedra en piedra y
hace espuma. Ellos se recrean y avisan para quién quiera bajar a verlo.
Raya, punto, punto y raya. Telegrama
que enviaron un grupo de gaviotas. Sobrevolaban los barcos del puerto. Algunos
veleros tenían las velas recogidas; otros, a medio abrir. Se bamboleaban al son
de las olas que formaban crestas
pequeñas y pespunteadas.
Raya, punto y raya, punto.
Telegrama. Las gotas de lluvia bajan por el cristal de la ventana. Despacio,
luego, carrerilla, se alcanzan; se dan la mano… ¿será el amor?
Raya, punto, punto y raya,
anunciaba el telegrama que enviaba el viento. Era un viento gélido. Media
Europa – la otra, también – tirita bajo la blancura de un temporal que viene de
lejos. Trae aires siberianos. Y en algunos
lugares ha cambiado tanto el paisaje que hasta cuesta reconocerlo.
Raya, punto y raya, punto…
Alguien descifraba el mensaje. Venía en brazos de una borrasca con agua del
Atlántico para llenar los pantanos, para que corran los ríos y los arroyos y
los veneros y se llenen los pozos y el campo… ¡ay, Dios mío, el campo!
Raya, punto y raya, punto, punto…
Era el telegrama que venía de aquella roca solitaria junto al mar que veía cómo
pasaban los barcos por el horizonte y una estela de espuma delataba que detrás
de ellos iban delfines y peces, y ese chorro de nácar y nostalgia que dejan los
barcos cuando pasan…
Raya, punto, punto y raya leyó
alguien descifrando el telegrama y que decía que había llegado la sonrisa a ese
mundo donde los hombres ya no se matan y no hay hambre y el dolor tiene
analgésicos que lo contrarrestan… Y , entonces, alguien, precisamente entonces,
dijo que se estaba leyendo de manera errónea y que… pues, eso, eso…
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