miércoles, 18 de octubre de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Oro molido

Aún no había despuntado el alba. El lucero se las andaba en sus tareas de cada día. Hubo un cambio de hoja de ruta y dicen que, entonces, despertaron a los ángeles y como los más chicos, o sea, los angelitos pequeños se hacía los remolones decidieron lanzar un estruendo grande.

Eran sobre las seis de la mañana, minuto arriba, minuto abajo y sonó un trueno grande. Luego, un sucesión de ruidos grandes, y a eso, en algunos sitios lo llaman tormenta,  y tronó con gran estrépito y en el cielo parecía que se había desencadenado una mudanza de esa de arrastrar roperos.

Luego,  los angelitos pequeños  - tenían mucho sueño – comenzaron los chispazos eléctricos. Los llaman rayos y relámpagos. Rompían el cielo, como en cuarto y mitad, como eso que quieren hacer algunos con Cataluna, pero por las alturas.

Aquella batería de luces dicen que era para despertarlos del sueño de la noche que esta mañana Dios había decidido que fuese más corta que otras y que amanecería antes.  Y,  dicen, que Dios los reunión con amor de padre a su alrededor y les dijo: “hijos, vamos a cernir oro líquído y se lo vamos a mandar a los de abajo, que son malos, pero no tanto como algunos quieren serlo, y a ver si se enteran de una vez que Yo, sí que soy su Padre”.

Y comenzó a llover. Bajaba el agua, en algunos sitios a espuertas, como si se hubiesen reventado las tornas del cielo y se le escapaba por todas partes y se regaban los pueblos y caía sobre los tejados y sobre la calle y como los sumideros… - pues eso, como no ha habido tiempo, pues no estaban totalmente limpios – no podía tragarse toda la que venía,  corría por la calle…


Pero donde más hermosa estaba la lluvia era en el campo. Abrieron de par en par su palmas los olivoso y las aceitunas mandaban besos que las gotas no dejaban que subiesen al cielo y los naranjos y los limoneros y las campiñas  con voz dulce y acompasada dijeron: loado seas mi Señor por esta agua que nos viene, y corrieron los arroyos y las cañadas y los veneros y  el campo se espolvoreó de oro líquido que, por aquí, así llamamos al agua que en otoño baja del cielo…

La imagen puede contener: cielo, nube, montaña, exterior y naturaleza


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