martes, 10 de octubre de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. De paso...

Amanece. Mece la bruma, cuando abre la mañana, la esencia del río. El agua quieta y en marcha. Viene el río – el Guadalquivir – desde Cazorla en pinares, primero; entre olivos, después. Baja, y es llanura y marisma,  quietud y remanso, y  busca la mar cercana ahí, ahí mismo, casi al alcance de la mano. Está entregado…Amanece.  Una luz tibia lo acuna. “De paso, de paso…”

De música de fondo escucho a Aute. Sensacional. Pregona una filosofía de vida. Me quedo en silencio y miro la fotografía del río… “Decir espera es un crimen” ¿El río? El río sigue su curso. Viene, pasa, se va… lento, suave, como se van los deseos incumplidos, como las esperanzas perdidas por el aire.

El pensamiento no pude estar quieto.  “El pensamiento es estar de paso”. Es un imposible. Es una quimera parar el curso del río; el agua parece estancada;  es un imposible dejar en el olvido los sueños. “Que no, que no, que el pensamiento es siempre estar de paso”.

Lo dejó dicho don Antonio Machado hace muchos años. “… porque lo nuestro es pasar” Pasar para ir a no sabemos dónde, ni cuándo la rama de nuestra vida  que arrastra la corriente quedará varada en una orilla sin que la corriente la lleve más lejos. Y todo se quedará en “un punto de luz” que fue y ya no es.

Se levanta la bruma. Acuna al río. Todo está en calma. La leve luz se abre paso entre los árboles de la ribera, entre un tamiz de colores en el horizonte. Todo está quieto; sin embargo, todo, nosotros, también, “de paso, de paso…”


No hay romanzas de guitarras que rasguean al viento; no hay un susurro que impulse la vela dormida en lo más profundo del alma. Olvidamos que el día es solo un punto de luz… - y me vuelvo a apropiar de la letra de Aute – y musito para mis adentros: “de paso, de paso, de paso…”


La imagen puede contener: árbol, cielo, exterior, naturaleza y agua




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