Manto tintineante de
estrellas. Embrujo y encanto; la noche, en Álora. Si gustas de andar de
madrugada, la gente si es tiempo de invierno, se habrá recogido. Han cerrado
los bares y los puestos callejeros de castañas. No hay condensación de humo a
modo de nube… El camión de la limpieza rompe el silencio con un sonido ronco,
sordo y lejano.
En invierno, a esas horas,
resuenan los pasos por los callejones estrechos. Con luz en penumbras, los
pueblos - y éste más - se envuelven en el misterio. Piensa cómo quieras y lo
que quieras. Por una calle larga los pasos resuenan con más sabor. Evocan recuerdos, añoranzas,
esperanzas que no se cumplieron… Ya sabes, esas cosa que pasan.
En verano el personal gusta
de recogerse tarde. Desde algún patio, por si falta algo, salta la tapia el
olor de la dama de noche y el pespunteo de jazmines que embriagan. No te extrañe que la gente ande de tertulia,
de cháchara, de palique – como te guste llamarlo - en los bancos de la Fuentarriba, en el parque,
en los escalones – si son jóvenes – de la Vera Cruz… No te sorprenda, tampoco,
que estén arreglando el mundo.
Si te levantas temprano verás
que los coches van raudos, ligeros. Llevan prisa; van tarde. Es la gente que trabaja fuera, en
la costa o en la capital. Cada mañana un puñado grande, sobre todo hombres,
salen para ganarse el sustento de cada día. Te digo lo de hombres no por
ninguna connotación especial sino porque se agrupan en la puerta de El
Madrugón, de la Alegría, de El Kasell…
Buscan tomar una copa, - los
hombres toman brandy que aquí se sigue llamando coñac o anís - o esperan que
llegue el compañero… Las mujeres en ese aspecto usan mejor su libertad de
movimiento.
De madrugada hay ya alguna
panadería abierta. Antes las panaderías olían a retamas, aulagas, a tomillo, a
romero y a campo. Por la puerta salía un vaho a pan caliente, a hogar, a calor
tibio y sensual.
Cuando te hagas al camino,
desde cualquier recodo verás como
desaparecen por detrás de los promontorios las últimas luces del pueblo. Cuando
estés a solas contigo mismo, entorna los ojos y recuerda que, aquí, en Álora, la
noche…
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