La belleza de esta rosa sea el preludio de cumplimiento de todos vuestros deseos y anhelos en 2018
domingo, 31 de diciembre de 2017
viernes, 29 de diciembre de 2017
Una hoja del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada
Pertimidme que la rosa nuestra de cada día, hoy, se la dedique a mi amiga María del Pilar Ferrari Díaz a quien la vida acaba de troncharle la ilusión. Un abrazo entrañable, Pili.
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. En la orilla
“No hay nada más antiguo que el
periódico de ayer”. Lo contaba el Maestro Alcántara. Se lo había dicho, otro
Maestro, su maestro, César González-Ruano. “Sí. Pero debe quedar algo de todo eso…, le replicó.
“No, Manolo, contestó, no queda nada. Lo que tú has escrito hoy mañana estará
envolviendo una merluza o unos zapatos camino del zapatero. Esto de escribir en
los periódicos es el amor puro. Un amor interesado, por otra parte: uno se deja
la vida para poder seguir viviendo…”
Cuando nos dejó mi querido y
llorado Paco Rengel se cerró ymalaga.com.
Este naúfrago de letras y veleros en mares de aguas azules y olas de
nácar y vientos compitiendo con cantos de sirena había encontrado allí un
asidero para tronchar la ilusión de escribir cada día.
Entonces, fue entonces, cuando
me propuse abrir un bloc – a mí me gusta
ponerlo con ‘c’ – y escribir algo cada día. Hasta ahora he procurado ser fiel
al compromiso conmigo mismo. Hay días en que las musas están de paseo y otros…
Cerramos un año. ¿Es usted
feliz? le preguntaron a alguien. ¿Tan tonto me cree? Dicen que respondió. En lo
personal han pasado muchas cosas buenas. He entrado en la barrera de los
setenta, se han cumplido muchos sueños. Soy consciente de que sí un periódico es algo
efímero, una página…
¿El patio? ¡Qué les voy a
contar del patio! He procurado seguir el consejo “hay que sobreponerse a los
malos tiempos y no entristecer a nadie cuando se escribe”. La mejor definición de un periodista - obviamente, yo no lo soy – la dio un poeta.
Decía Gerardo Diego dijo que era “un salvador de instantes y cantor de lo
cotidiano”.
He procurado no dejar en mal
lugar a este otro maestro, que veía cómo en Soria nadie bajaba a acompañar al
Duero, ni se detenía a oír su eterna estrofa de agua. He sido más afortunado
que el río. Me habéis seguido en este canto monocorde y, a veces, cansino. Ha
habido, también, quien en el cansancio
al andar el camino se han quedado. ¡Benevolencia,
absoluta; agradecimiento a la fidelidad del cada día.
Llega el velero a la orilla. Es
fin de año. Gracias por todo. Que se colmen todos los deseos y venturas en la
singladura que vamos a comenzar ya mismito….
jueves, 28 de diciembre de 2017
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Lo nuestro: El tren
La Compañía del Ferrocarril Córdoba-Málaga (FCM) se
integra en la red que se va conocer como Andaluces
con la creación de una empresa con este nombre en 1877. El 15 de junio de 1860,
se inauguran lo trabajos. Fiestas y autoridades presidiendo los actos. La línea
se abrió al servicio entre 1863 y 1865. En un primer tramo Málaga-Álora y en un
segundo Álora-Córdoba encuadrándose en la década (1855-1865) por excelencia del
ferrocarril en España.
MORALES GARCÍA J. Álora. Geografía e Historia. Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial de Málaga. Málaga, 2017
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Velero
Juan Mostazo y Oliva,
escribieron una joya de la canción española. “Carceleras del Puerto”. Se
incluyó en la película ‘Carmen la de Triana’ de Florián Rey, en 1938. Juan Mostazo nació en Sevilla en 1903 y murió
en 1938. De su mano salieron obras que hoy, más de ochenta años después, se
siguen cantando. “La bien pagá”, “El día que nací yo”, “Échale guindas al pavo…”
Estrellita Castro, Rocío
Jurado, Pasión Vega, Antoñita Peñuelas, Imperio Argentina o Doña Concha, - doña
Concha Piquer, claro -, la
cantaron. Todas pusieron su sello de la maestría
de voz en la interpretación. Marilina, -
Marila Cruzado -, ha puesto su sello de artista en la fotografía.
Desde el penal del Puerto de Santa María, en la dureza de la
privación de libertad un condenado se lamenta. Salta el desgarro por el aire. Se
hace una pregunta sin respuesta. “¿Adónde irá ese barquito que cruza la mar
serena? Unos dicen que a Almería y otro que pa Cartagena…”
La bahía está serena; la mar,
azul. Hay un rizo de olas como pespuntes nácar en un juego con las caracolas. La mar es un tul reflejo del cielo limpio. A la playa vienen dar las olas,
“unas te acarician y la últimas…” No, no; éstas no son así. Son olas que
recogen la luz, la sagrada luz del sur. Juegan con ella y la depositan como un
beso suave en labios de arena tibia del rebalaje…
Un puñado de nubes blancas.
(Hacen juego con la vela y con las olas)
escoltan, en línea, al velero. No lo pierden vista. Le avisan de
posibles sirenas como aquellas que embaucaban a los marinos que se paraban a
escuchar su canto…
Todo es quietud y belleza. No
hay ningún capitán pirata que cante alegre en la popa “Asía, a un lado;/ al
otro, Europa / y, allá al frente,
Estambul”. No, no. Estambul está muy
lejos. Tan lejos que no lo alcanza la vista. Solo se ven pisadas de alguien que
buscó – y no encontró, - a otra sirena,
una sirena de tierra que debía andársela por la playa.
miércoles, 27 de diciembre de 2017
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. De pie
Lo escribió Alejandro Casona: “Los
árboles mueren de pie”. La obra fue un gran éxito del autor después de la
vuelta del exilio; el reconocimiento de una España que quería volver la espalda
a muchas cosas menos a vivir de la ilusión que vuelve y que la realidad se
empeña en emborronar.
Él no tenía nada que ver con la
obra de teatro. Él era un árbol anónimo en un parque de pueblo. El parque – el pueblo
también – ha experimentado muchas transformaciones. Ahora le llaman ‘ponerlo en valor’. Una cursilería. Era y
sigue siendo un modesto reducto ajardinado en una de las pocas explanadas que
tiene el pueblo, mi pueblo, o sea, Álora.
Era el parque surgido con los
descombros del convento de las Concepcionistas
- ‘el convento de la monjas’- que derribó la sinrarzón de la guerra
incivil… Pues en algún sitio había que echar todo aquel derribo que venía de
otro solar, el de la Fuentarriba. La Cancula ofreció su sitio y un Gobernador Civil de aquel entonces,
García del Olmo, mandó algo de dinero… Luego, nadie se acordó del señor
gobernador ni que el alcalde de aquel tiempo le había regalado su nombre, el
parque fue, como siempre, la Cancula.
Pasaron los años. Algunas
cipreses, a modo de setos, otras flores de temporada, y árboles sin nombre como
muchos otros árboles del parque. Otras sobrevivieron al comportamiento cafre de
algunos. Pienso en aquel rosal de
pitiminí que hacía un arco… ¿te acuerdas? Bueno, tú no lees estas cosas, pero todavía
llevo dentro el dolor que sentí aquella noche cuando te vi destrozarlo, y cuando vino tu madre con su protección a
recriminarme que yo le había llamado la atención a su Antoñito… (que tu sabes
que no te llamas ‘Antoñito, ¿vale?).
Tú, sí tenías nombre. Eras una
falsa pimienta. La mañana ventosa ha visto tu adiós. Fue un fuerte golpetazo.
Caíste, no pudiste aguantar el empuje de una mano más fuerte que tus raíces
carcomidas, que tu tronco hueco por la vejez, y que tu ramaje haciendo
parapeto. Te tumbó. Has muerto, de pie. Luego, vinieron unos hombres con la sierra
metálica y de tu tronco solo quedó leña;
de tu ramaje, nada.
Esta noche cuando vengan los
gorriones al ficus vecino preguntarán por ti. Tú ya no estás. Otra tarde,
alguien también preguntará por nosotros y nosotros… Ya se sabe, ley de vida.
martes, 26 de diciembre de 2017
La Tarde está gris. Al mediodía
aparecieron las nubes. Venían de la parte del Atlántico. Eran nubes plomizas.
Nubes de esas que traen agua en sus alforjas. Lo dicen su color, el lugar de
dónde proceden y su pavoneo parcimonioso
por el cielo.
Remolonean; no se paran. Casi pasan de
largo. De la esperanza de lluvia, nada. Se abrieron algunos claros. Aparecieron
girones de azul bordeados de ribetes cobrizos y anaranjados. La tarde, preciosa, invitaba a soñar. Se echó el viento, y por la cañada saltaba de
piedra en piedra un chorro de agua clara. Baja de la sierra.
En los bordes de la cañada han crecido las
zarzas; la brisa bambolea los carrizos y
parecen varillas apuntando a lo más alto; está subida la maleza. La
naturaleza aguarda el paso del invierno
recién arrancado. Todo está en calma;
todo es quietud…
Por un momento ha habido un movimiento
extraño entre la frondosidad. Un pajarillo diminuto salta de rama en rama entre
lo más espeso. Solo un pajarillo diminuto
como es él tiene posibilidad de moverse entre tanta broza y espesura.
Tiene el pico oscuro en la
base; amarillo, en su extremo; Es un pico puntiagudo. Los ojos vivos,
saltones; las patillas extremadamente delgadas.
Su plumaje es de tono marrón y moteado en las alas y en la pechuga con
pintitas blancas. Es un pajarillo muy nervioso, inquieto. Es el chochín. Esta dónde
a él le gusta, o sea en lugares impenetrables. Se alimenta de larvas, moscas,
mosquitos… Es un insectívoro muy beneficioso.
Por una de las laderas de la
sierra va camino del redil un hato grande de ovejas. Llevan una sinfonía de
latón con notas graves. Balan. De vez en cuando se oye en la lejanía la voz del
pastor. Manda al perro. Hay una desbandada de ovejas. Suenan con más fuerza las
cencerras.
San Juan de la Cruz no conoció
una tarde como ésta. Conoció otras y, entonces, fue cuando escribió aquello de “Pastores,
los que fuerdes / allá, por las majadas, al otero…” y luego, agregó: “Mil
gracias derramando, / pasó por esto sotos con presura, / y yéndolos mirando, /
con sola su figura / vestidos los dejó de su hermosura….” Y todo eso que
ustedes conocen.
lunes, 25 de diciembre de 2017
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La calle
Está donde siempre. O sea, en
su sitio. En lo alto del cerro al que da nombre y por eso es el “Cerro de las
Torres”. Otea los vientos. Ve cuándo
sale el sol y, cuando, cansado de andar todo el día se va por el Monte Redondo.
Ve también, el castillo, como el río juega al escondite por la vega y manso y
suave, busca la mar que está casi a pedir de mano.
Al otro lado de la calle, una
pincelada de la parroquia. Para nosotros, la parroquia de la Iglesia. Con el
castillo, el monumento más importe. La bautizaron – porque a las iglesias
también las bautizan, con el nombre de la Encarnación-. Se asoma como de puntillas por los tejados
que se quedan planos y le tapan la escapada calle arriba.
En medio, la calle; otra calle.
Es la calle de Atrás. Lo que da a
entender que hay una delante. La que está delante siempre se llamó la calle de
la Parra; luego, por un tiempo, Marqués de Sotomayor que vivió en ella y que
hizo bien al pueblo. Algunos le pagaron de mala manera. ¡Ya se sabe, las
guerras y las cosas que los hombres no
saben arreglar de otra manera! Pasó el tiempo, y a la calle, le dieron, otra
vez su nombre primero.
La calle de Atrás tuvo muchos
nombres. Como es larga, hasta por tramos. No es el caso. Pero no es una calle
cualquiera. Es una calle con estilo
propio. Arranca en la Plaza de la Fuentarriba y llega a entregarse en otra
plaza, la Plaza Baja de la Despedía. A penas tiene viviendas en la acera
derecha, conforme se baja, porque las calles en Álora o suben o bajan; en la
izquierda, sí está más habitada.
En la calle de Atrás, se alojó
Felipe IV, el único Rey de España que ha visitado el pueblo. Antes estuvo,
cuando la Conquista, el Rey Fernando pero entonces, aún no se llamaba España y
por la estación de Ferrocarril pasó y se detuvo, brevemente, Alfonso XIII. Eso,
para otro día…
viernes, 22 de diciembre de 2017
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Fiesta
La feria venía en lo más
granado del verano. Tardaba en llegar una eternidad. La fería comenzaba cuando llegaba la banda de Moreno. Moreno era un
hombre afable, corpulento y con pinta de bonachón. La banda llegaba desde
Málaga - ellos venían de Vélez – en el
mixto de la tarde. Se bajaban del coche de Rivero en la Cancula.
Moreno con la batuta saludaba a
los conocidos de los años anteriores porque la banda de Moreno era de piñón
fijo. La cabalgata de Gigantes y Cabezudos, monstruos de cartón piedra, abría
el cortejo. Luego, las cadenitas, la noria que parecía gigante pero no lo era,
y la ola, la ola a peseta, que sí había
ola pero no había la peseta…
Hoy los niños y las niñas,
claro, de San Ildefonso han abierto las puertas de la Navidad. No nos engañemos
la Navidad comienza con la lotería. Y, la Navidad termina cuando pase la
cabalgata de los Reyes Magos.
Antes, cuando la ilusión estaba
con páginas por estrenar, la cantinela
era algo sabroso. Siempre había un ligero sueño que alguna vez ese que llaman
el premio supiese dónde vivía. Pero se ve que ya venía con la dirección
marcada; iba a tiro fijo. Nunca se equivocaba.
Algo parecido ocurría con los
Reyes Magos. ¡Había tantas cosas en el escapare de Alfonso, el de los relojes…
Pero aquella bicicleta estaba adjudicada de antemano para otros niños y también
pasaba de largo, o al menos yo debía estar dormido porque nunca los veía pasar.
Ahora los niños tienen de todo,
bueno, de casi todo. Los niños se han privado de algo único. No saben de la
alegría de descubrir el nido de jilgueros en el ciprés de la esquina y cómo los
cinco huevecillos se convierten en pataletes que se vuelan una mañana de sol de
primavera…
Hay otros niños; hay otros
hombres y mujeres. No tienen nada. Esperan la mano dadivosa, esperan ese
milagro que les hace que mañana puedan ver el sol. Maldito egoísmo que les priva de todo lo
esencial y de lo que no es esencial, también y al que tienen todo el derecho.
Dicen que nació un Niño en
Belén hace un montón de años. Ojalá ese Niño traiga Justicia y Paz; ojalá ese Niño
nos dé, aunque sea en migajas, la felicidad que añoramos. ¡Feliz Navidad!
jueves, 21 de diciembre de 2017
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora: Cinco dedos
Son los cinco dedos de una mano misteriosa.
Bajondillo, el Chinar, el Calvario. Y ¿los otros dos, vamos, el índice y el
pulgar? Se han escondido al otro lado. El índice apunta a las Lomas, a los
Lagares, a las tierras ‘que para pan no son’ y que la filoxera se encargó que
para vino tampoco; el pulgar mira a la sierra de piedra gris.
Alora es un chorreo de leche
recién ordeñada. Se derrama por la ladera y llega con su lengua blanca hasta
donde se lo permite el precipicio. Hasta ese lugar donde el vértigo pulsea a la
realidad.
En el horizonte lejano se
deshilachan un puñado de nubes algodonosas. Van a lomos del viento. Vienen de
algún sitio; van como para la parte de
Granada. Estas nubes conocen el camino. Siguen la ruta que han marcado otras.
Este año no quiere llover; todas van de paso.
El cielo está azul. Es un azul
limpio. Es el azul de los mantos en la Vírgenes de Murillo. El cielo espera a los ángeles. Dentro de un rato salen al recreo y, luego, por
larde, cuando los niños vayan por tomillo y por romero y por aulagas y pitas
nuevas para que sean parte del Nacimiento, - porque son días de Nacimientos - ellos, los ángeles, se irán por la faldas del Hacho – que Felipe
hoy no ha recogido en la foto – y les enseñarán los sitios mejores.
Y, entonces, cuando el sol se
hunda, lentamente, por detrás del Monte Redondo, el cielo se pondrá de color rojizo, y violeta,
y anaranjado. Las nubes que ahora están en la lejanía del horizonte ya
habrán llegado a su sito. Vendrán otras nubes a modo de arreboles, como rizos
anunciantes que esta tarde pasaron por la peluquería…
Hay una sombra larga. Baja cada tarde desde El Hacho. Envuelve al pueblo. No se queda quieta. Baja
y baja y baja más. El día se transforma en noche; todo se hace oscuro. Todo es
misterio y el pueblo espera otro amanecer.
Y entonces, con la luz del día nuevo desde el otro lado al pie de
castillo, el Albaicín nuestro le esboza una sonrisa al pueblo y compiten los
dos en regalar belleza…
miércoles, 20 de diciembre de 2017
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Silencio
Las horas de la madrugada
transcurren lentas. Son horas largas; no tienen prisa. Según la estación saben rodearse del misterio. Placentera con
olores a rastrojo, en verano; misteriosas, en invierno; sensuales, en
primavera. ¿Y en otoño? ¿Cómo son las noches de otoño?
No transita nadie por la calle. De vez en
cuando un coche. ¿Va a alguna parte? ¿De dónde vienen esos coches? Rompen el
silencio de las horas más altas. Llevan bulla. No los frena nada ni nadie.
Ulula el viento. Las palomas
hacen movimientos raros en el palomar. Deben tener malos sueños. Puede, también,
que sientan cercanos los pasos sigilosos
de una jineta; a lo mejor es algún gato con insomnio.
El aire mueve las ramas de los
limoneros. Hay un murmullo arrugado,
crujiente: son las hojas secas de la parra. Po la mañana, cuando amanece,
un manto marrón cubre el suelo. Las parras sufren el despojo que les marca su
tiempo. Los cipreses del borde de la alberca...
Las lechuzas son amigas de la
noche. Cuando vuelan mueven las alas con
aleteos suaves. Las lechuzas no rompen el silencio. Saben que en ello les va el
sorprender a sus presas. En las noches de luna las lechuzas dejan que se vea su
figura por el cielo; en las noches oscuras se presenta de pronto. No avisan.
Ladran, en la lejanía, los
perros. Los perros tienen una manera muy diferente de comunicarse. La gente del
campo sabe cuando un perro ladra a otro perro que viene por el camino. Conocen
si ladran a las personas o si se están hablando entre ellos.
Hace un rato que se fue a
dormir el atuillo. Tiene su otero en las casuarinas del borde de la vía. El
autillo es un pájaro raro. Es primo de los mochuelos. Los autillos echan rancho
aparte y cada noche dejan constancia que han estado en su sitio.
Ya todo es silencio. Cuando yo
era muchacho leí a Jean Marie de Buck. “Dios hablará esta noche”. ¿Dios es silencio?
A lo mejor Dios habla en el silencio de la noche.
martes, 19 de diciembre de 2017
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Un lugar bajo el sol
No hay nieve en esa tierra
adusta y dura. Hace frío. Mucho frío. Hiela por las mañanas. El campo es una
alfombra blanca por el rocío congelado. La cruza el curso medio del río Martín. Tierra
de gargantas y hoces profundas; pinares, en las sierras.
Casi nadie sabría situar, si no
lo consulta antes, porqué parte quedan Albalate del Arzobispo, ni Andorra de
Teruel, ni Cantavieja ni, Calanda. A lo sumo de Calanda se sabe por los
melocotones, por esos tambores que atronan en la Semana Santa y porque allí
nació Luis Buñuel.
Toda esa parte de la Geografía
ha salido a las portadas. Hay otros lugares. Aparecen los nombres de Bolonia,
Serbia, Suiza, Alemania… Unos muy lejos; otros, no tanto. Hay quien habla de
que estuvo obsesionado y mantuvo correspondencia con dos chicas de Valencia. Suena a algo
raro.
Un confidente de la policía
italiana manifestó la conveniencia de hacer controles a los autobuses que llevan
peregrinaciones a Lourdes. Más raro todavía. Dejó una cosa clara. Indicó que lo
buscasen - a Norbert Feher, que parece
que es su nombre, porque usa como una
veintena diferente - en España.
Pudo este hombre haberse
camuflado en esos páramos y campos de la España interior. Llegan emigrantes a
puñado. No era su caso. Tenía preparación militar, al parecer buena, tirando a
muy buena, según los expertos por la pericia en el manejo de las armas.
En mayo la policía italiana le
perdió la pista. Lo sitúan, con dudas, en el perfil del posible asesino de la
pareja del pantano de Susqueda y en
relación con un potente traficante que opera entre Málaga e Italia. ¿Y, en tan
poco tiempo - de abril a diciembre -, y
huido tuvo tiempo de hacer tanto?
Muchas conjeturas. Al ver sus
ojos, y si es verdad que el alma de la personas aparece por sus ojos se siente
pavor. Esa mirada aterra. Es la mirada
de un ser que no está en este mundo. Si se actúa con caridad se puede decir que
es un loco; si no, hay que llamarlo de otra manea. En un lugar bajo el sol,
aunque era de noche, a dos servidores del orden y un ciudadano de los que
‘laboran su cuatro palmos de tierra’ les
ha segado la vida… ¡Qué rabia, Dios!
lunes, 18 de diciembre de 2017
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Voz
Es mediodía. Esa hora en que la
tarde llama a la puerta. Se ha ido la mañana. El cielo está azul, limpio; el
cielo es una alfombra por la que pueden salir de paseo para tomar el sol los
ángeles que hoy no tienen servicio. Es un día frio de diciembre.
Suena el teléfono. "Pepe, para que sigan los milagros,
acaban de darme el alta, el día de la Esperanza. Voy camino de casa. Ya solo
falta que esta noche tu Málaga nos dé otra alegría, a ti y a mí. Puedes
comunicarlo en Facebook”. Y lo hago.
Mi amigo acaba de pasar un trago de esos que la vida nos tiene
reservado en cualquier esquina. Y mi amigo, como los ciclistas buenos, pelea y
pelea por coronar el puerto… ¡Ya falta menos!
De Frank Sinatra alguien dijo que era la voz. Naturalmente no
conocían a mi amigo. Mi amigo es la voz y el timbre perfecto; es algo así como ese susurro que llega cuando
uno está caído y te lee unos versos o te dice una palabra o te manda una nota.
Y te deja…
A ver si no ¿cómo le ponemos al niño? “De ‘Cancionero
íntimo’ Con vuestro permiso, a mi querido amigo Pepe Morales, de Álora,(… ) por
la magnífica tarde, el otro día, en su pueblo, con tan especial compañía. Y
cerca de Nuestra Señora de Flores... “Y el chiquillo no sabe que la escuela / es un barquillo de una sola vela /en el que lleva todo su equipaje”.
Y otro día se deja caer: “Mi querido Pepe Morales -mi
humano mapa- me ha llevado hoy por sitios asombrosos. Desde su pueblo, a Las
Cruces, camino de Almogía. Y como postre, al Torcal. A ver si alguien sabe
decirme cómo puedo...”.
Otro mensaje: Mi querido Pepe, como me aludes por el azahar, me veo
gustosamente obligado a mandarte este soneto, que de ahí me suena esa mezcla
entre Dios y el azahar. A ver si te gusta. Está inédito, lo que supone
prudencia. Hazlo tuyo, pero solamente tuyo. (Y así ha sido, Maestro).
Con lo que no guardo prudencia es con la alegría que
hoy nos alberga: Manuela, Pilar, Custodio, Antonio, Fermín, Mariló, Miguel
Ángel, Juan… Me han usado como informante. Querían saber de ti. Hoy, querido
Antonio, querido Antonio García Barbeito, cuando cojas el sueño entre las
sábanas de tu cama no te puedes ni imaginar lo contento que estamos tus amigos.
domingo, 17 de diciembre de 2017
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Un muchacho desconocido
Diciembre ha pasado el ecuador.
En cualquier otro mes, decir eso, es
decir que solo queda un puñado de días. En éste, no. Queda lo gordo. El mundo – parte del mundo – occidental se
echa a la calle. Gasta lo que tiene y lo que no, y lo que pide, con la tarjeta para pagarlo a plazos el año que viene; o sea,
en enero.
Hay jolgorio en la calle.
Suena, desde el interior de los comercios, una música distinta. Dicen que es el
espíritu navideño. A eso lo llaman alegría. Hay luces de colores colgadas como
banderolas de acera a acera. Los árboles tienen más lucecitas de colores que
hojas. Ya se sabe, casi todo vale.
La gente va de prisa. Va
cargada de paquetes. Cuando España era pobre, es decir ayer tarde, en la tómbola de caridad, rifaban ¡un jamón!
La noticia salía en la prensa local del día siguiente y se anunciaba que a un
señor de… le había tocado ‘el jamón’ – porque era ‘el’; no había otro - ; a no
sé quién, una cacerola, y a una niña – que por cierto, solía ser una niña muy
bonita, en el papel de blanco y negro de aquel periódico que manchaba los dedos
con la tinta – que había venido con sus padres a sacar la papeleta, le había
tocado ‘la’ muñeca. Cuando la cosa fue a más se rifaba un Seat 600 ¡Un lujo!
Las pastorales iban y venían.
Tocaban por las esquinas. Los hombres se vestían – falsamente, claro – de
pastores. Las mujeres, todas tenían una ocasión casi única de poder escapar de
la esclavitud diaria y salían a la sociedad. Cantaban y tocaban…
Deambulo por la gran ciudad. Es
noche cerrada. Ahora, anochece más pronto, pero es tarde. En un escalón, un
hombre joven, harapiento y sucio. Se tapa con una manta. He pasado de largo.
Nadie se paraba – yo, tampoco –, seguí calle adelante. Es un muchacho
desconocido.
He seguido, un rato más por la calle. El ruido de esta tarde aún me
envolvía. En mí no entraba la Navidad. Su espíritu, tampoco. Todo era un río
que bajaba turbulento; yo, absorto, miraba desde la otra orilla…
sábado, 16 de diciembre de 2017
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las nuestras: Margarida Borràs
Desconocemos su verdadero rostro
y la fecha nacimiento; no, la de su muerte. Todo conjeturas en cuanto a cómo fue su existencia, salvo la
salvajada de su ajusticiamiento en la Plaza del Mercado un día de verano. Lunes
28 de julio de 1460.
Unas notas – extensas - de
Melcior Miralles, capellán de Alfonso, ‘el Magnánimo’, informan de los hechos.
La horca se dispuso para el espectáculo. El populacho, encantado. A los hombres
se les ajusticiaba frente a la Calle de los Caballeros. En esta ocasión, tan
especial, en la Plaza.
¿El delito? Margarida ´- Miquel
- era una mujer en cuerpo de hombre. Hijo de un notario de Mallorca. No sabemos porqué
vino a vivir a Valencia ni otras circunstancias de su vida en la mediación del siglo XV.
Vestida con atuendos de mujer
convivió con la crema de la nobleza valenciana, ricos e incluso otros hombres
casados. Con su muerte se “hacía” justicia contra lo que la sociedad consideraba
perversión y sodomía. En este caso “porque
se sentía mujer y se comportaba como mujer y así había sido vista, al menos en
diez casas de la ciudad”. Tampoco se desecha una denuncia por despecho.
Miralles pudo ser testigo de la
ejecución. En sus notas dejó una amplia
constancia de los hechos y de la situación creada. Contó ampliamente en su
dietario lo ocurrido a diferencia de otras muertes que no se salían de lo común
pero no ésta que tuvo unas peculiaridades especiales.
Dice que Margarida había estado
en muchas casas de Valencia con ropa de mujer. Afirma que fue ‘presa y
torturada’. El uso femenino no es casual y advierte de la confusión que existía
en torno a su identidad sexual. También señala que por Margarida fueron
apresados y torturados otros hombres, posiblemente sus amantes.
En su ejecución - la Inquisión
no llegó a Valencia hasta 1484 - se le obligó a vestir calzón corto para
evidenciar su sexo. Fue ajusticiada con sus partes íntimas al descubierto.
Humillad. Debieron enterrarlo con la Virgen de los Desamparados sobre su cuerpo
exánime. Un colectivo de lesbianas,
gais, transexuales y bisexuales de Valencia otorga cada año premios con el
nombre de Margarida Borràs.
viernes, 15 de diciembre de 2017
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora Maravillosa España
Se empeñan en llevar la contraria.
Verán. La lectura del periódico y crea desazón; se pone la televisión y entran
ganas de apagar el aparato; la radio no se queda atrás; cada hora nos echa un
poquito de agua fría – con lo fría que está el agua estos días – y nos deja más
helados.
España es otra cosa. España es
esa pléyade de muchachos y muchachas que se abren a la vida. No hacen caso a la
oleada de falsas promesas escondidas detrás de una papelina de droga o en el
fondo negro de un vaso de alcohol.
España va de la mano de hombres
y mujeres que se vuelcan con Caritas,
Cruz Roja, organizaciones - ¡siendo tantas, tan desconocidas!- para ayudar a los demás. Soportan las
críticas porque algunas veces - ¡son
humanos, qué puñeta! – se equivocan cuando reparten ayudas.
España está en el voluntariado.
Hace de su generosidad profesión. Se dan;
no esperan nada a cambio; ayudan a los
tirados en las calle; llevan un poco de café caliente en una noche gélida y una
palabra amable; otros pasamos de largo. En los que atienden en las urgencias; en los los que cruzan los campos de noche pegados a un volante o conduciendo un tren...
España está en esas monjitas de
conventos, incomprendidas. Encauzaron encauzaron su vida por una calle sin sentido para algunos. Es una calle difícil
de transitar. Ahora cuando llega Navidad ofrecen pastas y pestiños, dulces
delicioso. Buscan un apoyo económico
para tronchar los días.
España está en el hombre del
campo que conoce las yerbas por su nombre, y a los aires y a las nubes por su procedencia a las nubes;
conoce a los pájaros por su canto. Abre, una y otra vez, el surco y espera y
espera…
España estaba – y está- en el maestro de pueblo que enseñó a muchos
niños y niñas a llevar palabras de la mano y les dejó dentro la semilla de la
ilusión. Y ¿las maestras, no? Pues, claro, también, también.
España no es la imagen que
vende el telediario, ni lo que cuentan de los que “despistan” lienzos desde
Lérida a Sijena o atacan con una barra por la espalda y de noche en Zaragora; ni
en quien espera con un rifle telescópico a los servidores del orden... Afortunadamente.
jueves, 14 de diciembre de 2017
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Lo nuestro: Álora romana
Yacimiento del Tesorillo. La
villa está ubicada en la margen derecha del arroyo del Espinazo del Perro sobre
una plataforma amplia existente en la cima de una loma. Entre el material
encontrado destacan piletas, restos de muros hasta 15 m . de longitud, materiales
de cristal, cerámica y numismáticos.
MORALES
GARCÍA J. Álora. Geografía e Historia.
Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial de Málaga. Málaga, 2017
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Don Francisco 'Marchena'
Bienvenida está en tierra
ondulada. Es un pueblo pequeño; tiene casas de paredes blancas y tejado rojizo.
Sobresale el campanario de su iglesia. Casi siempre tiene el cielo azul y el campo
verde en primera. Pertenece a la comarca de Tentudía no está lejos ni de Zafra ni de de Llerena.
Francisco Núñez Olivera tiene
solo113 años. O sea, es el ciudadano más viejo de este lugar que llamamos
¡Mundo! En el pueblo, en su pueblo, lo conocen por ‘Marchena’…
Francisco Núñez Olivera vive
con sus hijas. Una de las ‘rapagonas’, la mayor ya ha cumplido los 83. El
hombre nació en 1904. Ha visto salir el sol más veces que nadie. Estuvo en dos guerras. La del
Rif, en África, y la Civil del 36. Como a tenía familia lo destinaros a vigilar
las vías del tren que unía Badajoz con Los Rosales para que nadie pusiese
ningún artefacto contra los trenes.
Antiguamente, de lo que
únicamente puede presumir él, en el carné de identidad donde ponía profesión,
alguien, un funcionario escribió: campo.
Las tierras rizadas que circundan
el pueblo están sembradas de olivos, viñedos y cereales. Francisco labró esa
tierra. Francisco le arrancó las legumbres y hortalizas que formaron parte de su
dieta. Nunca faltó un chato de vino ni algo de la chacina que da la matanza
extremeña. Lo que no sabemos es si Francisco ha sido aficionado a dormir la
siesta.
Su hija ha dicho que hasta que
cumplió los 107 años solía dar un paseo por la calle, iba a la partida, y se
daba al palique con los vecinos en las esquinas del pueblo. Luego, la partida
le aburría, se recluyó un poco en casa y dejó de salir.
Francisco ha visto muchas
cosas. Francisco sabe que cada año florecen los jazmines y los rosales se cuajan
de rosas; conoce que por mayo ya hay racimos en la cepa y la floración del
olivo comienza a transformarse en las aceitunas que será cosecha.
A Francisco acaban de nombrarlo
Hijo Predilecto de su pueblo. Me preguntó ¿la tardanza no habrá sido por falta
de tiempo para hacerlo? La verdad que hay noticias que inspiran perplejidad:
que un hombre cumpla 113 años, y que el ayuntamiento haya estado montado en una
carroza de la que tiran, al parecer, una pareja tortugas.
miércoles, 13 de diciembre de 2017
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Lo nuestro: Álora e el siglo XIV
En 1361, muere el sultán de la
Bañu Marin y Muhammad V se instala en
Ronda, con el apoyo de Ibn Zamrak como secretario. A principios de 1362 las
tropas de Pedro I se apoderan de El Burgo, Ardales, Cañete, Turón y La Cuevas , mientras que
Muhammad V consigue entrar en Málaga. Intenta
la toma de Antequera pero no lo consigue y la plaza de Álora pasa a colocarse
en la misma raya fronteriza. Desde entonces su valor estratégico crece y sus murallas se fortalecen y la guarnición
es reforzada.
MORALES
GARCÍA J. Álora. Geografía e Historia.
Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial de Málaga. Málaga, 2017
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