lunes, 4 de agosto de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Suma y sigue

                                   

Agosto apura los rastrojos. El campo pide una tormenta temprana. Sin daño, pero que refresque el olivar, renueve el ambiente, anuncie que viene, dentro de poco eso que llamamos otoño.

Hace unos meses los prados de margaritas y amapolas, las lomas verdes, los cantuesos en las cunetas, las retamas en flor, las jaras chorreando…pusieron la nota de color. Las estaciones de manera cíclica se dan la mano. La naturaleza lleva, afortunadamente, otro ritmo. Ni depende ni le importa que muchos hombres estén empeñados en darle la espalda.

Hace un tiempo en España comenzó eso que se llama corrupción. Bueno, no es exacto lo que acabo de escribir. Comenzó allá por el siglo de Oro. Mucha grandeza de espíritu y mucho vacío en las bolsas y en las talegas… Los españoles de aquel tiempo brillaron por su lucidez y por otras cosas.  Desde entonces hasta hoy.

Tan hasta hoy que en la radio del coche me entero que ya tiene competidor en las primeras páginas Pujol y sus hijos. Se les une, mejor, les desbanca, Ángel Ojeda ex de Hacienda de la Junta y su hijo y uno puñado de sinvergüenzas más. Todo presuntamente, claro.

Menos mal que hay otros españoles. Otros a los que nadie señalará con el dedo. Se las andan por tierras de África. Parece que están infestados  por el Ébola. Son misioneros. Algo que no se lleva y están allí para ayudar, con otros, a los que no tienen nada.


Estos españoles no tienen problemas con el fisco. Tampoco son buscados por las redes especializadas de la Policía. No van a salir cuando bajen del avión porque vienen de no sé qué competición deportiva. A lo sumo unas líneas, perdidas en algún periódico, un recuerdo y un si te vi ni me acuerdo. Agosto de rastrojos secos, suma y sigue.

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