Si sales de Ronda por el Guadalevín te lleva al
Guadiaro y, luego, a la Cueva del Gato y a la de la Pileta. En las dos cuevas
se puede practicar espeleología de la buena. El hombre primitivo dejó allí sus
huellas. Las creencias totémicas afloran a flor de piedra.
El río se aleja de Benaoján por la estación del tren
que une Bobadilla con Algeciras. La vía y el río horadan la Sierra de Líbar; es
roca caliza. El agua se filtra y se pierde; crece la vegetación mediterránea. Si
puedes, dedícale tiempo; lo merece.
Vuelve sobre tus pasos. Pasada la Indiana en la carretera de
Ronda a Sevilla se gira a la derecha. Lleva
a Acinipo. La guía de la que me sirvo dice: “se ubica en una gran meseta caliza
de origen terciario, con una altitud media de 999 metros , sobre el
nivel del mar”. Lo cuenta la guía y yo te digo que el color del campo cambia
según qué tiempo: verde, amarillo y oro viejo. El helor corta la cara cuando
arrecia el viento en invierno.
Las ruinas se mantienen en pie. Ni los hombres ni el tiempo
pudieron con ellas. Estas tierras están pobladas desde el Neolítico. Eran y son
fértiles. Un camino unía puntos desde el Valle del Guadalquivir a la costa
gaditana. Había parada en Acinipo. Por allí transitaban granos, aceite, vino,
mármoles, piedras de construcción, hierro, arcillas para la alfarería... Luego,
la cercana Arunda le comió el terreno.
Sentado en la escalinata, si te deja el tiempo, medita en la
precisión del dato ¿por qué 999 metros ? ¿Qué fue de
aquellos hombres? En el siglo I levantaron murallas, termas, templos, el
propio teatro, que ahora te acoge....
¿Qué actores llevarían sus mensajes perdidos en el tiempo? Quizá, el viento como esta misma tarde lo
hace en tu cara de viajero acariciaba a los espectadores (pan y espectáculo) de
otro tiempo.
Luego, acércate al Peñón de Zaframagón entre las
calizas y plantas aromáticas. Es tierra de Cádiz. En el Peñón se refugia la
colonia de buitres leonados más importante de Andalucía.
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