martes, 12 de agosto de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Miguel

                                               

Se ha ido Miguel. No sé si se lo habrá llevado la luz de la mañana que se vistió de ébola en un país de África donde él decidió darse a los demás, a los que no tienen nada. Mejor, si tienen. Tienen muchísimas necesidades.  Algunas personas de otros países decidieron un día compartir con ellos el camino.

Se ido Miguel. Un hospital de Madrid, del Madrid que nada en la abundancia, ha sido su lecho de muerte. Habilitaron un ala para atenderlo porque lo que traía era de cuidado, de mucho cuidado. Al principio iría a un hospital, luego, lo llevaron a otro. Es lo mismo: la atención iba a ser idéntica y la profesionalidad de los que estarían a su lado, también.

 Como el miedo -  y la cobardía – es libre falsos apologetas se han despachado a gusto  contra él y contra casi todo lo que se mueve. Han disparado tal ensarta de disparates que parte de esta sociedad sí es verdad que está enferma. Su mal es algo más duro que el ébola que puede quitar la vida;  está infestada de un virus que le ha quitado el alma. Eso es peor. Mucho peor.

No se sabe qué resortes externos  mueven todo esto. Aquí no se entienden a personas como Miguel. Desde hace más de cuatrocientos años hombres y mujeres de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios atienden a locos, pobres, enfermos, mendigos…  Se dan a los demás. Todo a cambio de nada y, si es preciso, hasta pierden la vida. ¿Cómo se le pone a esto?


Dicen los que están a punto de la muerte que hay un túnel y luz, mucha luz al final… y cosas muy raras. No sé si Miguel habrá entrado de la mano de esa luz - ¿la Luz de Dios? – por ese callejón que lo ha llevado a no se sabe dónde. No sé nada. No sabemos nada. Cuando me he puesto a escribir estas líneas escucho como música de fondo, ‘Morning Mood’ o sea, ‘La mañana’. ¿Autor? Peer Gynt, un noruego de hace un montón de años…

1 comentario:

  1. Figura entrañable. Miguel se entregó a una causa donde todo está por hacer, en un mundo perdido al que siempre hemos dado la espalda.

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