Todo comenzó al amanecer de una noche de feria. La Policía
encuentra a una chica en la calle; llora; está desorientada. Les dice que la
han violado y robado. Se monta el dispositivo. Actúan con celeridad. Cinco
hombres – tres adultos y dos menores – detenidos. El escándalo…
Tras las diligencias - análisis de pruebas, audiencia a testigo y visión de imágenes - la Juez los deja en libertad sin cargos
(en otras notas de agencia dicen que sí es con cargos hasta que se clarifique
el asunto y que todo es provisional). Todo, también, puede ser mentira…o, de
‘otra’ manera. Y, ahora ¿qué? Escribí unas líneas, en aquel momento, cegado
como muchos. Dije que esta sociedad ha perdido los papeles. Eso lo mantengo.
Ahora, cuando se ven cosas así, más.
La indignación entonces - y ahora - brota dentro; la prensa larga y larga, la imagen de las
personas implicadas, la ciudad o la
feria ¿adónde habrá llegado la mala imagen? Los pescadores que buscan en río
revuelto y los profetas…¡ay, los profetas…!
¿Cómo se puede llegar a esto? ¿Dónde está la verdad? Una vez el daño hecho recoger el agua
derramada es imposible. ¿Les digo una cosa? .Acabo de escucharlo en la
televisión, no sé qué asociación, todavía, sigue diciendo pamplinas.
O nos paramos y se piensa o esta sociedad está peor que
aquella que decían que fue el final del Imperio Romano. Puede que no nos queramos
enterar. ¿Estará el fin del Imperio aquí? El comunismo fue un desastre; el
capitalismo no ha sido ninguna solución: iguala en el fiel de la balanza.
¿Qué móviles empujan a seguir adelante? Una juventud sin
futuro; un desencanto generalizado; unos salvadores patrios - no importa de qué
ideas - que mejor estarían en su casa… Muerte por fanatismos religiosos,
avasallamiento de los más débiles. La gente huye del hambre y de la miseria. Me
parece que quizá tengamos que huir de nosotros mismos… Estamos rematadamente
locos y con los papeles perdidos.
No es un repique de castañuelas tu post, José, pero es cierto que no está la Magdalena para tafetanes.
ResponderEliminarA nuestro Imperio Occidental también llegan como al Romano, las tribus que lo echaron a pique. Estas vienen del sur y no del norte. Pero el oleaje es imparable.