Los hay profesionales del pregón, del juego floral o de la biblia
en pasta. Cuando llega la Cuaresma no hay cofradía, hermandad o agrupación, que
no tenga su pregón: al Cristo, a la Virgen, al guión que bordó no sé qué famoso
profesional de la aguja que vive en la esquina de la calle del famosísimo
barrio…
La más gorda la he escuchado esta mañana. Programa de
cobertura nacional. Una tertulia. Hablan de la gastronomía de un pueblo
castellano. Ponderan las excelencias de sus corderos lechales, de sus vinos, de
sus restaurantes…
Y va el de marras y dice: “porque a mí me llevaron allí a
dar un pregón de no sé qué…” De verdad. No podía creerlo. ¡No sabía qué fue a
pregonar! Para mi fuero interno pensé. Éste hijo de… Al igual hasta se lo
pagaron, y bien, le regalarían lo mejor que tuviesen y ¿viene con éstas?
Convendrá: una falta de respeto.
Afortunadamente las monedas tienen dos caras. Manolo Sarria
acaba de anunciar que venía la feria de Málaga. La pregonó al pairo de las
brisas que subían del mar de La Malagueta. Una noche de estrellas y luna en
menguante, una noche de calor de agosto.
Manolo dividió en pregón en tres partes: el recuerdo
emotivo, sentido, directo hacia su amigo Juan – entrañable Dúo Sacapuntas – ;
lo que se dice en todo pregón y venía al caso; y, la parte única, excepcional
que aporta quien realmente pregona porque lo lleva dentro. En este caso el
vocabulario que habla el pueblo de Málaga.
Lo bordó. Dijo lo que la gente quería escuchar, dejó con
ganas y, a través de la risa se escaparon los suspiros que encierra el alma. Un
disfrute, un gozo. “Quillo, estate aliquindoy der
nota der corne que me está dando el barrunto de que se pira sin dehá la morterá”,
Chapeau, Manolo.
"Er que largaba en la radio era un merdellón.Manolo , vieho ,es un tío grande"
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