Era otra manera de entender la
vida. Ni mejor, ni peor, distinta. Lo poco que había se compartía y la
generosidad siempre podía a la pobreza que imperaba. Quizá la riqueza de la
vida interior, afloraba dese el ingenio y se sobreponía la excesiva
exteriorización.
Cuando se alargaban las noches y
se acortaban los días, o sea cuando el otoño casi tocaba con la punta de los
dedos el invierno que llamaba a la puerta, algunas veces aparecían blancas las
cumbres de la Sierra del Valle. El pueblo se aprestaba a vivir la Navidad.
Por entonces, venían tres maneras
grandes de celebrarla: Pastorales , meceeros y los Tontos. Los preparativos se iniciaban pasados los
Santos y se incrementaban a primeros de diciembre. Concluída la sementera y la
recolección de aceituna (la manzanilla aloreña madura muy pronto y a finales de
otoño, ya morada, la que no está en el molino, está en el suelo).
Ya en el campo, solo quedaba en
pie ‘la faena’ – manipulación de cítricos – para la exportación. Limones
reales, naranjas ‘canadú’ (las granos de oro de toda la vida), chinas, - las
cajeles venían más tarde - mandarinas, limas… Esos frutos se cargaban en trenes
de mercancías que los repartían por distintos puntos de la península, o directamente
(todavía no habían llegado primeros Transfesa) al otro lado de los Pirineos,
que entonces sí que nos separaban de verdad de Francia.
Los remitentes, es decir los
comerciantes con menos poder de mercado, vendían la mercancía en diferentes
puntos de Andalucía, algunos llegaban hasta el mercado central de Legazpi en
Madrid, donde todavía ni se soñaba la presencia de Mercamadrid.
Camiones con cierto poderío,
salían al caer la tarde y después de toda la noche de viaje por las carretera
de entonces, llegaban a primera horas de la madrugada para guardar cola,
descargar y buscar carga de retorno y no volver de vacío.
El muchacho estaba colocado de
camionero. Llegó la hora de la boda y naturalmente había que hacerse un traje a
medida, la ocasión lo pedía. Fue al sastre. El hombre con la cinta al cuello, tomaba
medidas de hombros, de brazos, de piernas,
de cintura…
-
Tú, en un momento de la operación, le preguntó, ¿para dónde ‘carga’?
-
Pues verá usted, eso depende de como esté el
mercado: unas veces para Puente Genil, otras para Lucena, algunas veces llego a
Martos y hasta Linares…
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