Uno, que vive donde el río – el
Guadalhorce - se abre en un abanico de
meandros antes de entregar su tributo a la mar, espera cada año la aparición de
la revista ¿o acaso es un libro? Desde el Alto Guadalhorce, que con un
amor y una profesionalidad inusitada, editan en Villanueva del Trabuco.
La revista-libro, este año ha
llegado con un poco de retraso. Ya se sabe que si confinados, que si no se
puede traspasar el término municipal, que si porque lo manda la Ley no se puede
presentar con público, y esas cosas… Me la trajo unos días antes de Navidad,
Rafael Nuño y fue el pretexto, Rafael no, sino la revista, para vernos y echar
un rato juntos.
La revista-libro (desde ahora,
aunque no he pedido permiso a sus editores, me lo van a dar) es algo
excepcional: en presentación, maquetación, calidad de textos y autores,
variedad de temas tratados, profundidad, el ir al grano que es lo que interesa
en estos casos, y el conocimiento de lo que allí se habla. Les digo, y no
exagero, que es lo mejor que se publica en la provincia de Málaga con la colaboración de Diputación Provincial de
Málaga – CEDMA – Ayuntamientos de Villanueva del Trabuco y del Rosario y en
este caso, también con el de Málaga.
Destacar en unas líneas lo que
sobresale en una publicación como ésta, es una labor dificultosa. Yo, por no sé
qué extraña satisfacción interna, me quedo con los artículos de viajes de
Carmen Fernández sobre Teba (aunque
tiene más de Historia que de viaje ), de Fulgencio Martos, en el mundo árabe o
el que escriben Francisco Campos y Antonio Guzmán sobre los Molinos harineros
de Villanueva del Trabuco.
Sería injusto no hacer una
referencia a los artículos de Literatura, economía y sociedad, historia y
patrimonio, ciencia y naturaleza, arte, flamenco o deportes…Columna vertebral
de la publicación, que llega a su número X, en este 2020 que se nos está yendo.
Curiosamente, la revista-libro, Desde
el Alto Guadalhorce, tiene su dirección en la calle del Agua 61, en la
portada, insertan una foto de la Pila bautismal (1760) del pueblo, de Miguel
Ángel Navas, y en la página 206, una de la desembocadura. Por el agua se entra
en la iglesia, por el agua lleva el río su riqueza a la mar – “que es el morir”
– o sea, donde está el final.
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