Doña Concha Piquer le puso la
voz. Valerio, León y Quiroga, letra y música. Estribillo a ritmo de vals, el
resto, a manera de tango. Año 1941. España rota por la guerra, un nudo en la
garganta y mucho dolor dentro.
Nos contaron que era en un
puerto, que el hombre venía destrozado por un amor, que era apuesto y rubio,
que… ante los reveses del amor – “toda la esperanza es poca”- caen los más fuertes por más mostrador y
mostrador que se busque para mitigar la pena. El tatuaje lo cantaba. Estaba
allí para siempre.
Se han puesto de moda otra vez
los tatuajes. Cuando yo era niño, veía a legionarios con las marcas en el pecho
y en los brazos, exponiendo a la luz la leyenda de muchas cosas que se ahogaban
en su interior. Ahora, muchos jóvenes han hecho de su piel pergaminos de
leyendas. Algunas, en los sitios más inverosímiles del cuerpo.
Hace unas cuantas noches, televisaban
un partido: Málaga-Lugo. Un jugador del
Málaga, recibió una entrada terrorífica. Se levantó, repelió la
agresión: expulsado. Después, en frío en el vestuario, mostró el tobillo y
sobre la herida… ¡un tatuaje!
No es nuevo esto de los tatuajes.
No. En la antigua Grecia, donde si no estaban de guerra con el vecino de al
lado, es porque estaban con el de enfrente, o con el de más allá, pero siempre
unos contra otros.
Herodoto cuenta una historia
basada en hechos reales sobre tatuajes, espionaje e intrigas. La política
revuelta . Todo en torno al siglo V a.C. Histieo, general ateniense, quiere azuzar
a su sobrino y yerno Aristágoras, tirano de Mileto para que haga estallar una
revuelta contra los persas…
La misión, altamente peligrosa.
Los caminos, vigilados. Mileto está en
Anatolia (actual Turquía). Una nota sería interceptada. Llamó a un esclavo, le afeito
la cabeza y sin que él supiese nada grabó
en su coronilla: “Histieo a Aristágoras: subleva Jonia” Cuando le creció el
pelo, lo envió con la consigna que le volviesen a afeitar la cabeza, pero solo
en presencia de su yerno…
El mensajero ajeno a todo, viajó
tranquilo hasta el otro lado del mar. Lo cachearon y en ningún lugar levantó
sospecha alguna, porque no hay nada que transmita más tranquilidad que la
ignorancia… Ah, Histieo fue crucificado por los persas. Aristágora, a manos de
los tracios… ¿Hasta dónde aguantará la moda
del tatuaje?
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