domingo, 11 de agosto de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Donde se paró el tiempo...







De lejos, Alhama es ciudad parda y difuminada. Se mimetiza en el paisaje. Despunta la torre de la iglesia, del XVI, levantada según los papeles, por Siloé.

Por  aquí estuvieron, pasaron y dejaron vestigios, turdetanos, romanos y musulmanes.

Se asienta cabe el río el Marchán. Luego, cambia de nombre, y le da el propio de pueblo. Llégate a donde la iglesia. Asómate a los barrancos.  Detente y observa. Un pajarillo enjaulado salta y salta ajeno  al paisaje que se abre más allá de sus barrotes. Pasan mujeres  enlutadas con un pañuelo a la cabeza; unos niños corren detrás de un balón.

Adéntrate en una de esas tiendas donde venden de casi todo. Por ejemplo, ‘recuerdos’. Te ocupan sitio y no los quieres para nada; cerámica - esa sí es buena - de Fajalauza; libros de estudiosos y universitarios locales que escriben sobre su pueblo.

Cómprate, - no es mala costumbre - algunos. Son esos libros que no se leen de inmediato, pero que se vienen a las manos cuando en las tardes de invierno la noche se echa encima, casi de súbito, y se cambia luz por oscuridad.

De uno de ellos supe que la emparentan con los túrdulos, que se llamó Astigi, y por los árabes, Alhama (el baño), por sus aguas termales curativas.

En otro, que en la Guerra de Granada jugó papel de primer orden y como otras plazas, ganada, perdida, conquistada, desconquistada (si me permites la palabreja), según qué bando.

En un tercero, de las tropelías, pillajes, bandidajes, y todas cuantas cosas malas se te vengan a la cabeza, que realizaron las tropas de Napoleón, que fue dueño de media Europa y al parecer intentó destruir a la otra media.

Un opúsculo habla del terremoto de 1884. ¡Cómo no sería su magnitud que resurgió un pueblo nuevo! Dicen que de lo poco salvado quedaron el puente de cuando los romanos y las termas de tiempos de los árabes.

Teófilo Gautier - viajero anterior a ti y a mí - alaba sus bellezas de horizontes limitados por las sierras de Zafarraya...

Un indicador te dice por dónde al balneario y por dónde a proseguir camino. Llévate, en la retina, el ocre de las piedras y el verde de los árboles.


                        “Habéis de saber amigos
                        una nueva desdichada
                        que cristianos de bravura
                        ya nos han ganado Alhama.
                        ¡Ay, de mi Alhama!”

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