Contaba Josep Pla (Viaje en autobús, Austral, 1942) que en
cierta ocasión Unamuno le había hablado de Pereda como descriptor de paisajes. En su opinión,
no los captaba. Su obra impactó entre los lectores con sensibilidad y,
sin embargo, era ‘un hombre incapaz de ver un paisaje’, y agregó más, ‘la naturaleza le repugnaba
absolutamente”.
Uno piensa en Peñas arribas. Años después transitó el mismo camino -con distintas denominaciones, claro – y revive
la bajada del Puerto de Palombera y Tablanca, y Celso y Chistu… Cuesta creerlo.
El Maestro Alcántara dijo que
el paisaje es un estado de alma. No estaba exento de razón. En cierto modo todo
es del color del cristal con que se mira… Son apreciaciones personales.
El paisaje es un libro abierto.
Busca un lector que desentrañe las líneas de cada página. Es lo que tenemos
frente a nosotros y nos permite, a cada
uno, hacer su lectura. Su propia lectura.
El paisaje muestra, además, la
presencia del hombre. Esa huella se enseña de muchas maneras. Alguien dijo: si
hay una chimenea que echa humo debajo hay un hogar y allí está el hombre. Las
tecnologías modernas han acabado con las chimeneas. Un paisaje con casas, sí
habla de la presencia del ser humano.
Deja el hombre también sus
señas de identidad en un tendido eléctrico y puede decirse que es una manera de
contaminarlo, pero... También es una forma de ver como el progreso de hace unos
años - hoy serían placas solares – llevó
hasta las viviendas algo tan esencial como la luz eléctrica.
Pone el hombre su sello en los
cultivos. Un rastrojo peinado con una segadora no nos dice de cuadrillas de
segadores con la hoz en mano y sol en las espaldas en una costera: “Se segar de los sembrados / ya vienen los
segadores / de beber agua de pozo / toda llena de gusanos”.
Y el paisaje sigue ahí. En la
lejanía las montañas calizas, El Torcal, en este caso, a modo de trapecio
recorta un horizonte limpio de nubes. En la media distancia, olivares
alineados, lomas onduladas, majanos de piedras y palmas. A pedir de mano,
cítricos frondosos, ubérrimos…
Está en su sitio. Nos espera.
Solo aguarda una lectura. Hay otro paisaje, el de la soledad del hombre decepcionado
que camina consigo mismo. Ese para otro día…
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