Lola Clavero lleva de la mano
del pintor valenciano Bernardo Ferrándiz al lector por la pintura malagueña –
por la Escuela, para ser más preciso – del siglo XIX. Divide la autora (Un invierno en el Paraíso, Ediciones Genal, 2019) la novela, en dos
partes. Una primera, con protagonismo para Ferrándiz ; la segunda, para Joaquín Martínez de la Vega.
Ferrándiz, al que presenta como
hombre poco agraciado en el físico pero con ideas claras para elevar el rango profesional y
artístico de la pintura que se hacía en Málaga.
Refleja la autora las rencillas
personales, los contratiempos en las vidas de cada uno de ellos y el destino
que les aguarda. Ferrándiz, Muñoz Degrain, a quien hace venir a Málaga para que
le ayude en la terminación de la bóveda del Cervantes, Moreno Carbonero - alumno
preferido - , Denis Belgrano, Simonet, José Gatner, Horacio Lengo – que se
suicida en Madrid – Nogales que termina en silla de ruedas o un niño que
despunta, Picasso.
Ferrándiz admira a Fortuny. Le
sigue a Roma y a Nápoles. Es albacea de su testamento. Conoce por su mujer el posible afeminamiento tapado
con la presunta relación amorosa con una
gitana granadina, su modelo. De vuelta en Málaga, sufre cárcel por una denuncia
en una pelea. Es el principio del fin.
Joaquín Martínez de la Vega, de
quien se colige que es el mejor de todos pero que con una vida desordenada y
entregada al alcohol y las drogas se autodestruye. Deja en Málaga una obra de una importancia
colosal.
La autora hace una dicotomía de
los que se quedan en el provincianismo que impera en Málaga y mal viven, y de los que, ponen tierra de
por medio y triunfan fuera. Hay un antes y un después en la Escuela Malagueña
del XIX. Después de Ferrándiz – con ideas progresistas e innovadoras para la
Academia y la Escuela de Bellas Artes – ya nada fue igual.
La autora hace que desfilen por
sus páginas, el marqués de Paniega, el arquitecto Juan Nepomuceno, el
periodista Relosillas, Juan Valera o personajes oscuros que se mueven en los
entresijos. Es el caso del tabernero El Pintao que regenta una taberna – se
despiden allí – en Tomás de Cózar, calle
en la que nació, precisamente, el seguidor actual de esa Escuela Malagueña del
XIX , en Málaga, Leonardo Fernández… ¡Curiosidades de la vida!
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