martes, 13 de agosto de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Un invierno en el paraíso





Lola Clavero lleva de la mano del pintor valenciano Bernardo Ferrándiz al lector por la pintura malagueña – por la Escuela, para ser más preciso – del siglo XIX.  Divide la autora (Un invierno en el Paraíso, Ediciones Genal, 2019) la novela, en dos partes. Una primera, con protagonismo para Ferrándiz ;  la segunda,  para Joaquín Martínez de la Vega.

Ferrándiz, al que presenta como hombre  poco agraciado  en el físico pero con ideas  claras para elevar el rango profesional y artístico de la pintura que se hacía en Málaga.

Refleja la autora las rencillas personales, los contratiempos en las vidas de cada uno de ellos y el destino que les aguarda. Ferrándiz, Muñoz Degrain, a quien hace venir a Málaga para que le ayude en la terminación de la bóveda del Cervantes, Moreno Carbonero - alumno preferido - , Denis Belgrano, Simonet, José Gatner, Horacio Lengo – que se suicida en Madrid – Nogales que termina en silla de ruedas o un niño que despunta, Picasso.

Ferrándiz admira a Fortuny. Le sigue a Roma y a Nápoles. Es albacea de su testamento. Conoce  por su mujer el posible afeminamiento tapado con la presunta relación amorosa con  una gitana granadina, su modelo. De vuelta en Málaga, sufre cárcel por una denuncia en una pelea. Es el principio del fin.
Joaquín Martínez de la Vega, de quien se colige que es el mejor de todos pero que con una vida desordenada y entregada al alcohol y las drogas se autodestruye.  Deja en Málaga una obra de una importancia colosal.

La autora hace una dicotomía de los que se quedan en el provincianismo que impera en Málaga  y mal viven, y de los que, ponen tierra de por medio y triunfan fuera. Hay un antes y un después en la Escuela Malagueña del XIX. Después de Ferrándiz – con ideas progresistas e innovadoras para la Academia y la Escuela de Bellas Artes – ya nada fue igual.

La autora hace que desfilen por sus páginas, el marqués de Paniega, el arquitecto Juan Nepomuceno, el periodista Relosillas, Juan Valera o personajes oscuros que se mueven en los entresijos. Es el caso del tabernero El Pintao que regenta una taberna – se despiden  allí – en Tomás de Cózar, calle en la que nació, precisamente, el seguidor actual de esa Escuela Malagueña del XIX , en Málaga, Leonardo Fernández… ¡Curiosidades de la vida!



No hay comentarios:

Publicar un comentario