Santuario de Flores. Álora (Málaga)
7 de diciembre, miércoles. Decía
Santiago Rusioñol que un pueblo con árboles, con agua y con gente pacífica por
fuerza tenía que tener un convento. Que se sepa Santiago Rusiñol nunca estuvo
en Álora, pero sí marcó los puntos apropiados para determinar parte de la
belleza de los pueblos, y sin él saberlo dejó a flote algo que sí tenía Álora.
En Álora, agua, lo que se dice
agua, no hay mucha. No es un pueblo de manantiales exuberantes. Por sus
alrededores afloran un puñado de fuentes de las que siempre se sirvió la
población que andaba por sus contornos. La fuente de la Zorra, el Quebraero,
Canca, la fuente de la Cañada del Chamizo, la fuente de Juan Rajao, Paredones,
la fuente de las Monjas, Matiañez…
La Hedionda es un manantial de
aguas sulfurosas que desde tiempo inmemorial el pueblo llano la usó como agua
medicinal por su alto contenido de sulfuro. Su olor, pestilente. Sobre su
superficie cría una costra que dice de la presencia del mineral. El pueblo en
una degeneración fonética la conoció siempre como la “jeyonda”. “Una niña
con rasquiña /todo el cuerpo se monda / y el médico le ha mandado / el agua de
la jeyonda” (Popular)
Tuvo un convento y un Beaterio
que se conoció como ‘convento de la Monjas’. Desapareció en los desgraciados
años de la Guerra Civil. El ‘convento’ por antonomasia siempre ha sido el
Santuario de Flores.
La Virgen de Flores vino de la
mano de los hijos de Encinasola (Huelva). Llegaron a finales del siglo XV
cuando los Reyes Católico enfrascados en el final de la Guerra de Granada reclutaron
gentes en aquella zona del entonces Reino de Sevilla.
Dice la tradición que
erigieron, tras la conquista, una emita, en las faldas de El Hacho, donde
entronizaron una imagen de la Virgen con la misma advocación de la de su
tierra. El Santuario comenzó a levantarse casi un siglo después, en 1590,
cuando el Concejo de Álora pidió a los frailes franciscanos del convento de los
Ángeles de Málaga que hagan una fundación en la localidad.
En 1592, fray Diego, prior del
convento malagueño inicia las obras del de Álora. En sus dependencias viven
frailes de la Orden Franciscana en su rama de ‘Recoletos’, o sea los más puros
observantes de las Reglas de la Orden. Viven en Flores hasta 1835 en que son
exclaustrados por la desamortización de Mendizábal.
En Álora, a Flores se acude
unas veces por dar un paseo; otras, por rezar a la Virgen y echar un rato, mano
a mano con ella…
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