6 de diciembre, martes. Don
Emilio Mandly nos hacía analizar una oración de relativo: “En el parque hay
un rosal que tiene rosas en enero”. Don Emilio era un hombre bajito, con
poco pelo y un poco barrigoncillo por aquello de la edad. Tenía una voz
aflautada y una bondad que superaba con creces su cuerpo.
Don Emilio también nos enseñaba
Geografía Universal. Con él supe de la existencia del Obi, del Yenisei y del
Lena. Eran los tres grandes ríos de Siberia. Aquel día soñé que yo viajaría a
su encuentro en un tren mítico que va de Moscú a Vladivostok. Soñé cómo serían la
tundra y la taiga, y con las llanuras inmensas donde se alternan los abedules
con la soledad.
Una tarde de verano muchos años
después, cuando casi se ponía el sol, el tren, el Transiberiano, llegaba, como
todas las tardes, a Novosibirsk. Antes, cruzó, un puente de hierro que gemía
con un ruido diferente a otros puentes, sobre un río inmenso: el Obi. Era ‘el
Obi’, el viejo amigo al que veía por primera vez pero que me parecía un
reencuentro con alguien que conocía desde hacía mucho tiempo.
Ayer tarde, por aquí, descargó
una borrasca atlántica, generosa. Llovió hasta la media noche,y después, como
el Señor en la Creación, descansó. Ahora las nubes, esas nubes rezagadas que
vienen detrás de las borrascas se las andan como despistadillas, como quien no
encuentra su sitio.
Me he bajado a dar un paseo por
entre los rosales. Don Emilio hablaba de un rosal que tenía rosas en enero. Los
míos, las tienen ahora, en diciembre, en la víspera de la Inmaculada y cuando
mucha gente se ha echado a los caminos y otra celebra el Día de la
Constitución. Por cierto, dicen los que saben que es la más consensuada y la
más longeva de la Historia de España, a pesar de que algunos la tienen
atragantada.
Me he acordado de don Emilio,
de sus oraciones de relativo, de ese modo de inculcar el amor hacia lo
desconocido que la Geografía nos ponía en las páginas de un libro sobre los
pupitres cuando éramos muchachos y teníamos la cabeza llena de pájaros.
Benditas rosas de diciembre, y
benditos españoles que a pesar de tantos vientos en contra buscan – buscamos –
la manera de entendernos porque hay más cosas que nos unen que cosas que nos
separan.
Qué hermoso, Pepe...
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