sábado, 3 de diciembre de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mujeres que dejaron huella: Aixa (s. XV)

 

 


3 de diciembre, sábado. Su nombre, Aïsha bin Muhammad ibn al-Ahmar, Aixa, entre los cristianos. Sus súbditos le dieron el sobrenombre de “Al Horra” (“Honesta” o “Honrada”). Fue reina de Granada por su matrimonio con Abu l-Hasan Alí, conocido como Muley Hacem y madre el último rey nazarí Boabdil, el Chico, que entregó las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos, tras la toma de la ciudad en 2 de enero de 1492.

Muley Hacem se enamoró de Isabel de Solís, una esclava cristiana cautivada en una de la razzias por tierras de Jaén, que se islamizó con el nombre de Zoraida, ‘Lucero de la mañana’. La desbancó del corazón del rey y la relegó de su posición de sultana, al mismo tiempo que supuso una amenaza constante para la suceción de Boabdil, al trono de su padre. Con Muley Hacem, además de Boadil tuvo otro hijo más, Abu-l-Hayyay Yusuf y una hija conocida, también, como Aixa.

El rey, entregado a los amores con Zoraida, la encerró conjuntamente con sus hijos pero con la ayuda de la servidumbre pudo escapar, de noche, descolgada por unas sábanas anudadas.

Granada era un hervidero de traiciones e intrigas. Dos partidos, Zegríes, partidarios de Muley Hacem y los Abencerrajes, de Boabdil lucharon encarnizadamente entre ellos.  Aixa se alió con los Abencerrajes, eternos enemigos del rey Muley Hacem para participar en una conspiración que lo destronara. El golpe de estado tuvo éxito y Aixa consiguió poner en el trono a su hijo Boabdil. Pero las rencillas internas continuaron y debilitaron aún más la peligrosa situación en que se encontraba en reino de Granada.

Fue una mujer de estirpe real, de mucho temperamento, inteligente, de gran valentía y arrojo, y muy dominante en su vida palaciega y política, se imponía a todos en la corte. Tras el derrocamiento de Boabdil, se cuenta – es leyenda – que, en el camino, al volver la mirada y ver por última vez la Alhambra desde la lejanía, en el paraje denominado el Suspiro del moro, le dijo a su hijo: “llora como una mujer lo que no supiste defender como un hombre”. Lo acompañó por la Alpujarra y luego hasta la ciudad santa marroquí de Fez donde se pierde su rastro.

 

 

 

 

 

 

 

 

Bibiligrafía:

 

FERRER VALERO, Sandra. Mujeres en la Historia

MERNISSI, Fatema. Las sultanas olvidadas. La historia silenciada de las reinas del islam,

 

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