4 de diciembre 2022, domingo. Cuatro
letras ‘R’ – como cuatro pilares - tienen una enorme presencia en la vida de
Rilke: En su nombre y apellido, Rainer María Rilke; en la influencia de Ronda
sobre su vida y obra; en su amor por las rosas; en el lugar donde murió: Raron,
en Suiza.
Hoy precisamente, 4 de
diciembre de 1875, nació en Praga (Bohemia). Su infancia triste. Su vida
marcada por un desasosiego constante y una búsqueda de la felicidad a través
del amor que no encuentra. Guerra interior y guerra por fuera. Viajero por
Europa. Hombre que lleva su congoja a sus versos. Uno de los grandes poetas del
siglo XX. Dudan, probablemente sin fundamento, en determinar que las Elegias
de Duno sea su mejor obra. En prosa: Cartas a un joven poeta y los Cuadernos
de Maite Luurids Brigge…
En 9 de diciembre de 1912 llega a Ronda. Se aloja
el hotel Victoria. Se reencuentra. Sale del pozo de la sequedad creativa. Da un
impulso a las Elegías (31 versos). Pasea, se empapa de lo que le rodea. Escribe:
“es un sitio incomparable, un gigante hecho de rocas” y agrega: “soporta sobre
sus espadas una pequeña ciudad blanqueada y reblanqueada de cal.
Le envía, también, una carta a
su madre. Le cuenta cómo es la ciudad: 'Una de las ciudades más antiguas y
curiosas de España, se encuentra grandiosamente sobre dos mesetas rocosas entre
las cuales existe una profundidad de 150 metros y un barranco que apenas tiene
90 metros de ancho por donde pasa debajo buscando su camino el rio Guadalevin'.
Rilke
está impresionado por Toledo, por El Greco, por la España que ve a lo largo del
camino. Trae sobre sus hombros el polvo lo mucho andados. Busca, cuando se va
de Ronda, 19 de febrero de 1913, la asume en su interior que le permita escribir y reencontrarse consigo mismo.
Rilke
es un amante de las rosas. “Te veo, rosa, libro entreabierto, / que contiene
tantas páginas / de dicha detallada / que nadie leerá nunca”. La llama
también “Libro-mago / que se abre al viento y se puede leer / con los ojos
cerrados”.
Durante
mucho tiempo se creyó que su muerte la había producido una septisemia como
consecuencia de un pinchonazo de una rosa; luego se supo que la había producido
una leucemia. En su epitafio escribió: “Rosa, oh contradicción pura en el
deleite / de ser el sueño de nadie bajo tantos / párpados.”
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