Para ti...
lunes, 31 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Uva moscatel
31 de enero, lunes. Las cumbres de la Sierras de
Almijara y Tejeda casi tocan el cielo con las yemas de sus crestas… Son las sierras
de una tierra quebrada que baja del cielo al mar, y entre lo alto y el rebalaje,
por el camino forja hombres y mujeres de
sudores y recios principios. Personas entregadas al suelo que los vio nacer y
crecer. Soñaron y soñaron y yo conozco a quienes de aquellos rescoldos del alma,
hicieron que nacieran versos. Versos de amor y ternura, de generosidad y
entrega, de denuncia, versos de quienes
se hicieron a sí mismos contra todos los tiempos.
A media mañana me entró un
correo de María Gómez Riera. No sé cómo se cruzaron nuestros caminos, (los de
María y los míos) Creo que la conocí en una exposición de fotografías de Felipe
Aranda, pero no lo recuerdo con exactitud. Sí sé que, desde entonces, he tenido
una suerte enorme. Esta mujer destila
dulzura y exquisitez, porque es poesía y la regala, como uvas moscateles
doradas y maduras desgajadas de un
racimo, a modo de versos…
Habla de su tierra de la
Axarquía, de Almáchar, de lomas ahítas
de viñas, de racimos tostados por el sol del verano, del trabajo de azadas que
labran las cepas… de los temores a las lluvias, que a veces venían por
septiembre sobre los paseros.
María ha condensado dentro de
una apariencia de fragilidad, la fortaleza de la niña que supo de los vientos que suben de la mar de Alejandría – que está muy lejos - cargados
de salitre y que se derraman a modo de sudor, por la frente. Axarquía – la
tierra que está al Este - tierra de
gente única. Ya se sabe “ex Oriente, lux”. Nadie les ha regalado nada. De su
trabajo, de su sudor han conseguido sazonadas con la Gracia de Dios, la mejor de las uvas posibles: la uva moscatel.
Y María que sabe cómo revientan
la yemas de los sarmientos y, luego se hacen pámpanos y racimos para formar parte
del altar del Día del Señor, y también de cómo había que emprender una vida nueva lejos de la tierra que se
quería, tanto para reemprenderla, porque las cosas son así bajo el mismo sol
pero un poco más lejos, y... Y como quien no quiere la cosa, va y nos hace un
regalo a modo de versos. Versos que
otros cantan…
domingo, 30 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Gente
30 de enero, domingo. Día de invierno, temperatura de
primavera (veinte grados) y cielo con calima de verano…¡Un lío! Desde hace unos
días, el viento de Levante ha imperado con fuerza. Ha dejado ver su poderío en
la medida de que, cuando manda el viento,
todo se pone a sus órdenes. O sea, queda claro que es él quien chlifla… En la
ladera del Peñón Gordo y en el borde de la carretera, están florecidos los
almendros. Ahítos, rebosantes, explosivos.
Casi a media mañana han
celebrado un prueba de atletismo. Más de quinientos deportistas ha pasado como
un tropel ligero. Luego, desde de detrás de los cristales, veo a la gente –
poca gente - que pasa por la calle. La gente va a lo suyo. Desde que comenzó el
invierno, la gente viste con colores oscuros, grises, como si fuesen todos de
uniforme. Una mujer relativamente joven rompe la monocromía. Lleva un pañuelo
de colores que rodea su cuello.. La gente va seria. Tiene un tinte de
preocupación en sus rostros.
Han pasado dos hombres que suelen
pasar casi todos los días a la misma hora. Su parecido físico delata que son
hermanos biológicos. No hablan entre ellos. Caminan con paso seguro y decidido.
Estos hombres deben tener la obligación de dar una paseo por aquello del
colesterol, del aburrimiento, del escaparse un rato de sus casas… No sé. Los
veo pasar cada mañana, por cierto, los dos tienen el pelo blanco.
Un poco más arriba, en el
parque, la gente reunida en pequeños grupos deja que pase el tiempo. Como se
ven a diario, sus temas de conversación siempre son los mismos. Sus caras
denotan aburrimiento. Alguien con un poco de chispa, ha bautizado los tres
bancos que están próximos al paso de los transeúntes con los nombres de tres
hospitales de Málaga: El Pascual, El Marítimo y el Clínico.
La lectura a la ironía es
implacable: ‘terminales’, ‘aparcados’ por si hallan la solución, y ‘en
vías de reparación’. Todos viven su momento y pregonan que la gracia innata es algo
que da Dios a quien quiere regalársela. Cuando son días de vacaciones, la
chiquillería acude a los artilugios que el Ayuntamiento ha colocado para dejar
palpable que nuestro pasado, el Pitecantropus
erectus, el mono y algunos niños de hoy, pues eso, casi primos hermanos con
el mismo ADN. No hay más que echarles un vistazo…
sábado, 29 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cardos
Cardos
Decía Charles De Gaulle – el
presidente francés que escribió parte de sus memorias en el Parador de El
Juanar en Ojén, ¿no lo sabían? – que un país con más de treinta variedades de
quesos, es muy difícil, casi imposible de gobernar. Me pregunto, y ¿el que
tiene como otras tantas variedades de hortalizas, qué hacemos con él?
Navarra es la zona de España
donde más se consume el cardo. Según mi amigo Rafael Nuño, que los cultivó en
su huerto cuando era el Jefe de Estación, en Ágreda, en Soria, al pie del
Moncayo donde mejor se crían. En Arnedillo, en La Rioja, regado por el Cidacos
donde mejor los cocinan. Me reconoció que sí y que cuando están en más sazón,
por Navidad….
El cardo es una hortaliza que
procede del norte de África y desde tiempos inmemoriales se afincó por toda la
Ribera del Ebro, en Peralta, Cintruénigo, Fitero, San Adrián, Marcilla,
Villafranca, Tudela, Corella…., es normal ver como en los meses de invierno,
forman hileras que dan un tono especial al paisaje.
Antiguamente, los hortelanos
los aporcaban para mantener el color blanco de sus tallos que es lo
verdaderamente comestible, aunque hay zonas donde también aprovechan las hojas
que son muy largas y terminadas en punta. Modernamente, se recubren los tallos
con plásticos, para evitar que la fotosíntesis y que la clorofila les
proporcione la tonalidad verde, favoreciendo así su maduración.
El cardo es de la familia de
las alcachofas. De hecho, muchas personas que no saben distinguirlos los
confunden con ella. Aporta grandes beneficios al organismo, principalmente, al
hígado y al intestino. Ayuda a proteger la flora intestinal y evita la
formación de cálculos biliares al descongestionar el hígado. En las dietas
basadas en el consumo de hortalizas, tienen un protagonismo primordial.
Existe también en la naturaleza
el cardo silvestre, que suele tener bastantes espinas muy punzantes, cosa que
no ocurre con el cultivado. Recibe diferentes nombres como Cardo de Venus de
gran altura y ramificado, el Cardo negro también conocido como Cardo bereber,
el Cardo gigante que crece en los bordes de los caminos, en los baldíos y en
los barbechos, en algunos lugares también lo conocen como Cardo borriquero…
El cardo es la flor nacional de Escocia desde hace más
de quinientos años. La leyenda dice que
sus espinas clavadas en los pies de los enemigos que atacaban, propició la victoria….
viernes, 28 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. A primeras horas
28 de
enero, viernes. A primera hora cuando iba esta mañana para el
campo, las veras de la carretera tenían un manto blanco sobre las yerbecillas
que comienzan a despuntar. El rocío caído durante la madrugada, le daba un
color de especial delicadeza y ternura. Era como un encaje impoluto que ha
estado guardado mucho tiempo en el cajón de la cómoda. En su conocimiento
subyacía el sentimiento de saber que,
cuando comience a calentar el sol, todo quedará hecho añicos, se perderá el
encanto y el campo aparecerá mojado como
si una lluvia suave y tenue hubiese caído sobre ellas.
Me cruzo con coches que vienen
en sentido contrario al mío. Vienen raudos, tienen prisa. Han apurado las
últimos minutos en el calor de las sábanas. Les empuja el achuche de la hora.
El reloj no se detiene…. Quieren adelantar el tiempo perdido, en la carretera.
Se ve que el horario del trabajo, unido a la distancia, es un imperativo que se
impone.
A esa primera hora, un poco de
niebla como un manto que no deja ver lo que hay un poco más allá, se levanta
sobre el río. Marca su curso. Nos dice desde donde viene, por dónde va y por
qué lugar ser perderán entre la frondosidad de la vega en su búsqueda del mar.
Entre las primeras luces, se ve la frondosidad de la vegetación de ribera,
espesa, tupida…
Todo está húmedo. Todo está
frío. Es ese frío de las mañanas de enero que corta la cara. Deja una sensación
gélida y propicia un anhelo de algo de calor que entone los cuerpos. El vaho
expulsado por la respiración, toma formas de volutas de humo que se desvanecen
unos palmos más allá. Se siente el frío en las manos, en la cara, en todo el
cuerpo…
Dentro de un rato se disiparán
las sombras. El sol apunta por los Lagares. Primero, un candilazo de color rojo;
luego, el cielo se torna rosáceo, después, la luz que se abre paso. Despierta
el campo. Todavía no han aparecido pajarillos que picotean en los surcos,
porque no se han levando. Se impone el silencio. Es la sinfonía de la salida
del sol, del despertar del campo. Es invierno. Hace frío. La gente sigue son sus
prisas. Me cruzo con ellos. La gente a esas horas, medio dormida, lleva, -
algunos - demasiada prisa.
jueves, 27 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Gracias, mamá
27 de enero, jueves. Hoy dice el calendario, que
hace setenta y cinco años que me dejaste para que anduviese ese camino que
llaman vida…
Siempre me contaste que era por
el mediodía, en el Sanatorio Gálvez de Málaga, porque la cosa venía
complicadilla y te tuviste que ir a la capital… Ya ves, cosas que pasan. El
otro día, mi amigo Bartolomé me regaló un libro con la biografía de don José.
Ahora han abierto el proceso para llevarlo a los altares. Ya es tener suerte,
¿verdad, mamá? Una madre como tú y un médico como él...
Me dijiste también, que la
monja que te atendía, cuando te dio la noticia de que era un niño, fue y te dijo. “Este niño
trae una señal. No se le perderán nunca…” y que tú, asustada, le preguntaste por el ‘defecto’ y, entonces ella, te dijo, “un lunar en el pecho”
y tú con una sonrisa le dijiste: “como su padre…”
Me contaste que la primera
mujer que me cogió en sus brazos fue “tita María” que era cuñada de tu hermana
Antonia, pero que para mí fue siempre ‘tita María’ y que era una mujer de una
bondad fuera de lo común… ¡Ya ves, también tuve esa suerte!
Después, cuando nos dejó papá
(yo todavía no había cumplido los tres años y Andrés venía de camino) por culpa
del maldito tifus que entonces no tenía cura, te quedaste: “con el día y la
noche y una capacidad de lucha enorme… Y nos sacaste adelante, y bueno, y todo
eso que hemos andado juntos.
No te regaló nada la vida.
Tuviste que luchar y pelear mucho, muchísimo. Eran ‘aquellos tiempos…’ pero no nos traumatizamos.
Nos educaste sabedores que hay que ganar honradamente el pan de cada día y que
siempre hay que ir con la cabeza bien alta. He intentado hacerte caso. Hay
cosas que se maman y no se olvidan.
Cuando la vida nos fue dando
los palos que teníamos asignados, siempre estuviste tan cerca de mí, que en
ocasiones, en muchas ocasiones, siempre fuiste padre y madre… He procurado no
defraudarte nunca en mi manera de ser y, cuando fue preciso, yo también estuve
a tu vera.
Ya sabes que soy de lágrima
ligera, así que imagínate como escribo estas líneas…
Hoy, ya sabes de mi amor a la
flores que vienen de ti, te dedico esta rosa, aunque desde dentro van todas las
rosa de todos los días de mi vida, hasta que Dios decida que llegue el momento
de rejuntarnos a todos… Gracias, mamá.
miércoles, 26 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Berceo, abre una puerta
Monasterio de San Millán de la Cogolla. La Rioja
26 de
enero, miércoles. Tarde fría y ventosa, de invierno. Invita a
chimenea y lectura frente al crepitar de las llamas. Aconseja recogimiento y
rumiar por dentro algunas cosillas a las que dedicamos poco tiempo. Bueno, a lo
mejor no es poco, pero sí, visto como está el patio, no todo el que se le
debería.
Cae en mis manos – de hecho
vino hace unos días Paisajes de la
Historia de España de Fernando Díaz de Cortázar Ed. Espasa 2021, o sea
calentito – y lo estoy degustando. Estos libros son para leerlos muy despacio,
- como el buen vino, paladearlos - en los momentos propicios y sin ninguna
prisa.
Abro el capítulo, de hecho la
obra es un conglomerado de pequeños ensayos, puntuales, acertados- que dedica a
San Millán de la Cogolla. El autor pone sobre la mesa a Berceo, que vivió en el
siglo XIII y a su obra. Copio los conocidos versos de una transcripción que
hace:
“Yo maestro Gonçalo de Verceo nomnado, / yendo
de romería caeçí [fui a parar] en un prado, / verde e bien sençido [sin
labrar], de flores bien poblado, / logar cobdiçiaduero [deseable] par omne
cansado”.
Hace un rato, el telediario
‘nos regaló’ el postre del almuerzo con imágenes de la frontera de Ucrania, con
exhibiciones de armamentos y matones de barrio, con barcos de guerra que cruzan
los mares hacia puertos lejanos, con desencuentros entre los que debería
derrochar diálogo y comprensión, con hospitales saturados y gente agobiada, con
paisajes gélidos para verlos desde la mesa de camilla, pero no desde el camino
vecinal.
Suso y Yuso – los monasterios –
están en la orilla de la Sierra de la Demanda, en La Rioja Alta, entre viñedos
y campos de cereales en verano, al pie, casi al pie del Camino francés que
viene de allende los Pirineos y va a dar en Santiago y luego un poco más allá,
pero solo un poco, en Finisterre donde creían que se terminaba el mundo.
Uno piensa en eso tan bucólico
que nos contaba Berceo, y creo que no es algo de otro mundo y que tiene un
remate soberbio. Muy actual. Ese prado de flores - ¿vendrá este año muy
retrasada la primavera? – es el lugar ideal para el hombre cansado. Me da la
impresión que estamos cansados, muy cansados, demasiado cansados. A lo mejor
procede replantearse algunas cosas….
martes, 25 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Agua de levante
25 de enero, martes . La noche estaba como están las noches del mes de enero por esta tierra, como para quedarse en casa. Las estrellas en lo alto y el relente por el suelo. Ropa de abrigo, bufanda y sombrero…
He dejado pasar unos días. No quería escribir sobre el fracaso futbolístico en La Rosaleda el domingo. Lo de menos es perder. Si el contrario es superior, se acepta aunque no guste la derrota. Lo demás es cómo ha ocurrido.
Un equipo roto, sin posición, sin ideas, sin garra, sin ilusión. Fruto de la tristeza - ¿de la incompetencia, también? – de su entrenador y de la propia. La gente, en la mediación del segundo tiempo, ha abandonado el campo. Arreciaban las protestas. Da lo mismo. Quizá la protesta silenciosa, sea más protesta que el escándalo. Los griegos inventaron el ostracismo. Para algunas cosas, de verdad que no es fácil aplicarlo.
¡Con
qué facilidad se hace añicos la
esperanza de la gente que acude a un estadio a soltar adrenalina y a olvidarse
por un rato de tanto agobio diario, de tantas malas noticias, de tanta tensión!
¡Con qué poquito nos conformamos, Dios mío!
Las gradas de un campo de fútbol, son el espejo limpio de la frustración humana. Los deseos insatisfechos, las ilusiones que no se alcanzan, las situaciones personales que la sociedad nos obliga a esconder bajo el oropel de eso que se llama urbanidad, salen solas, desde el interior de la olla a presión que es el hombre. Se abre la válvula. Como aquella que dejaba salir el vapor que empujaba a la máquina del tren. Llegaba a la estación y lo dejaba escapar. Lo invadía todo. Lo llenaba todo y la gente quedaba envuelta en una nube. Aparentaban esconder su realidad. Emergían como fantasmas de un mundo irreal.
Alguna
mente lúcida – para embolsarse dinero, claro – programó el partido a las 9 de
la noche. Una delicia para acudir a un espectáculo, por mucho que quieran
vender que el invierno de Málaga no es invierno y esas zarandajas. Te haces
ochenta kilómetros, pagas el gasoil al precio que nos lo ‘regalan’, pagas un
aparcamiento, te dan el mal rato y cuando llegas a tu casa, casi a media noche,
¡traes un agua de Levante que te viene dando vueltas en la cabeza! Málaga C.F,
0; Ibiza, 5….
lunes, 24 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. En el río aquel...
24 de enero, lunes. Tarde tórrida de verano.
Finales del mes de julio. Hasta donde la vista se perdía por el horizonte, era
un secarral. El muchacho subió al tren. Era un tren viejo, de los que circulan
entre estaciones perdidas en el mapa, por vías de segundo orden con vagones de
madera. Por la ventanilla, el muchacho
veía cómo se alejaba la estación cuando el tren emprendió la marcha.
Primero, lento; después, con más velocidad… Todo quedaba atrás. Todo se perdió
en un momento.
Un hombre grueso, de uniforme y
tocado con una gorra solicitó el billete. El muchacho, en silencio, alargó la
mano y se lo dio. El hombre sacó un artilugio que lo picó y arrancó un trocito
de cartón que quedó incrustado en la oquedad que se formaba cuando apretaba
aquel alicate. El hombre vio que estaba escrito y leyó lo que había por detrás:
-
“No me
olvides nunca”
-
¿Sabes, dijo el hombre, que si tienes un
accidente no podrás reclamar nada porque los billetes escritos pierden todo su
valor?
-
Y ¿usted, peguntó el muchacho, que habría hecho
en mi lugar?
-
Lo que tú, respondió el hombre que continuó con
su trabajo rutinario…
El tren siguió su marcha. El
sol, poco a poco se hundía en el horizonte. Se acercaba la noche después de un
día de mucho calor. Por la ventanilla entraba un aire caliente, abrasador. Casi
quemaba. En la llanura, acarrado, un rebaño de ovejas esperaba el fresco que
estaba aún muy lejos…
Entonces, el muchacho entornó
los ojos y recordó el río aquel que hacía meandros en medio de la llanura. El
río estaba bordeado de encinas centenarias, carrascas y coscojas, y por el
cielo volaban algunas rapaces que aprovechaban las corrientes térmicas…
“Yo
recuerdo aquel día / que nos fuimos a bañar… “ Era la canción de
aquel verano que tarareaban los jóvenes enamorados sentados en los bancos del
parque, mientras parpadeaban las estrellas lejanas, distantes. En el tocadiscos
del bar del parque la repetían una, y otra vez, y otra vez más, y después Delilah en la voz de Tom Jones y, luego…
El muchacho recordaba aquella agua tan fría y su forma de nadar y su pelo moreno mojado y los ojos profundos, y
los cuerpos secados al sol…
El tren se adentró en la noche.
Todo se volvió oscuro y lejano como el río aquel….
domingo, 23 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Orquídea
23 de enero,
domingo.
Antonio Machín pregonaba: “Dos gardenias
para ti…” Pudo ser una varilla de orquídeas. No lo fue. La llaman la reina
de las flores. Merece el título por su belleza y por sus formas. Capricho de la
naturaleza, ensueño, poesía que se hace flor, fantasía que se baja a los colores. Todo eso y
más.
Por una extraña razón, se fija su existencia a
los bosques cercanos a los trópicos. Es una inexactitud. Se adapta a todas las
condiciones naturales. Vive en todos los climas. Cuando con la técnica el
hombre entra en su cultivo, entonces toma las formas más caprichosas.
Se han roto las creencias de que solo son
propias de las zonas húmedas y calurosas. Se encuentran en todos los lugares
del mundo. Hay especies en las regiones gélidas del Ártico; otras, en las
selvas del Amazonas. Lo mismo aparecen a nivel del mar, que en las cumbres más
elevadas. Algunas especies crecen a más de cuatro mil metros de altura en los
Andes…
Otro mito dice que solo viven en los árboles.
Hoy, se conoce que algunas se desarrollan sobre cactus, sobre rocas o bajo el
nivel del suelo. En los invernaderos los expertos han conseguido auténticas
maravillas, que asombran en los mercados más sofisticados.
Su familia es de gran diversidad. Comprende
cerca de mil géneros distribuidos en más de treinta mil especies, aparte de
unos cuarenta y cinco mil híbridos (combinaciones de dos especies) obtenidas en
la naturaleza o por floricultores. Parece excesivo; no lo es.
Son plantas perennes. No mueren cuando han
producido semillas para su propagación. Es una flor que causa admiración por su
belleza, fragilidad y encanto. Es la reina de la sensibilidad y su utilidad en
la agricultura, enorme. Su capacidad – son campo de aterrizaje – para atraer
insectos, es inusitada y así además, facilita el transporte del polen para su
fecundación.
Su tamaño, forma y color también las hacen que
sean muy características dentro del mundo de las flores. Su desarrollo puede
ser minúsculo (de solo unos centímetros) o muy largos. Algunas alcanzan más de treinta metros… Dos cosas quedan claras: su
belleza extremadamente sutil, y la frustración que sienten los aficionados que
todavía (como tampoco con el tulipán o con la rosa) han conseguido la orquídea negra.
Está dentro del mito. Ah, y si por un casual, ves un jarrón con una orquídea
dentro… No preguntes.
sábado, 22 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Taberna de la Cuarta Esquina
22 de
enero, sábado ¿Dónde me voy para tomar el mejor vino de
Rioja? pregunté. Vete, me dijo el amigo, a El Ciego, Cenicero o Haro, allí
tienes los mejores tintos de la Rioja Alta; a Tudelilla, para los mejores de la
Rioja Baja. Uno, obediente y… ya se sabe.
¿Dónde me voy para degustar las
mejores verduras de la Ribera? Vete, me dijo, a Calahorra, a La Taberna de la Cuarta esquina… Y me
fui. Y lo llamé y le dije “Antonio, - Barbeito era quien me lo recomendaba – te
has quedado corto, este restaurante tiene la calidad de Madrid, de ese de
muchos tenedores, el Príncipe de Viana,
pero de pueblo…”
Aquella mañana anduve por la
vera del Cidacos, que todavía no ha llegado al Ebro donde lleva sus aguas y
luego por la catedral, que por mor de esas cosas raras, comparte titularidad
con Santo Domingo-La Calzada y Logroño… ¡Qué líos! ¿Verdad?
Me subí andando despacio. Tenía
en mi mano Calahorra, la Calagurris romana, patria de Quintiliano y Prudencio,
de Emeterio y Celedonio, soldados romanos mártires de su fe cristiana,
degollados en las aguas del río que baña su vega…
Me las anduve también por el
casco antiguo, decrépito en parte y que pide una restauración a voces. Recorrí
la Judería. ¡Cuánta historia duerme en su suelo! Calles de poca gente y algunos… pues eso, de esas que
uno, cuando va solo por ciertos sitios, no gusta encontrarse. La Aljama surgió
en el siglo XI y albergó a más de seiscientas personas. En ella vivió Abraham
Ibn Ezra poeta y teólogo y fue la mayor de La Rioja…
Pasé por el Museo de la Romanización – una
maravilla – aquí queda claro aquello de, “quien tuvo, retuvo y guardó para la
vejez...” y por la iglesia de Santiago. No solo por el legado que dejó Roma,
sino también por lo que supuso su comunidad hebrea. Debió ser una ciudad de
muchísima importancia.
Me llego a la Taberna de la Cuarta Esquina. Tiene en
su carta ¡trece platos diferentes de verdura! . Cogollos, cardos, escarolas,
habas, alcachofas, brócolis, repollos, acelgas, borrajas, espárragos, judías
verdes, calabazas, alcauciles… Todas las
maneras posibles. Échenle la imaginación que quieran. Seguro que siempre,
siempre va a haber algo que les sorprenderá. A mí me pasó. El no volver antes
por allí, es por mor de las circunstancias,
pero les aseguro que la tardanza es la mala.
viernes, 21 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Una de vikingos
Río Guadalquivir
Leo que en el mes de Muharram, en el 230 del año de la Hégira,
o sea de ese modo de contar el tiempo que tienen los musulmanes a partir de la
huida de Mahoma desde La Meca a Medina. En el calendario cristiano el 844, los
vikingos llegaron hasta las costas de Al-Andalus.
Dicen que subieron desde
Sanlúcar de Barrameda. Seguro que el río en aquel tiempo debía tener más
vegetación en sus orillas y ellos lo harían con todo el sigilo posible. No
obstante venía mucha gente, algo así como ochenta naves y unos cuatrocientos
hombres. Su objetivo era saquear Sevilla. Vamos, que no venían perdidos.
Se pararon en Coria del Río. No
creo que para tomarse albures a la lata, unas gambitas o unos camarones. Esa
gente comía cosas de más forraje.
Los tíos – con barbas crecidas
de unos pocos de años, cascos con eso de punta que hieren con solo mirarlos y
espadas de las que cortan por los dos lados, cuchillos y lanzas – se
entretuvieron en degollar a los habitantes de las ciudad.
Unos días después llegaron a
Sevilla. El pueblo, abandonado a su suerte por los que tenían la responsabilidad
de defenderlo. Hay cosas que se repiten y no tienen arreglo! Me viene a la
memoria siglos después, gente que huye por la carretera de Almería abandonada
por los que tienen que defenderla, mientras otros bombardean sin misericordia
sobre viejos, mujeres, niños… Uno cuando piensa en todas esas cosas, siente
escalofríos.
La cosa, la de entonces, la que
arrasó Sevilla duró cuarenta días. Todo fue brutal. Matanza, saqueo, venta de
esclavos. El pánico se apoderó de toda la comarca. La cosa llegó a tal calibre,
que el emir Abderramán II formó una tropa que los alcanzó en Tablada… Las
consecuencias, pues eso, para seguir temblando. Dicen las crónicas que el
horror fue aún mayor.
Recuerdo un mediodía de
primavera a la orilla del río en La Puebla – que está junto a Coria- sentados un
grupo de amigos compartiendo tertulia.
Subía lento, majestuoso, sin prisas un barco de cabotaje. Era el camino
para ir a Sevilla por el agua. Todo solemnidad y belleza. Quietud, parecía que
se había parado todo. Ese tiempo pasado
sí que fue mejor, los otros, como que no…
jueves, 20 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La fuente de Paredones
Fuente de Paredones. Álora
Álora está en su sitio. Ni más
acá, ni más allá; en su sitio. Al pie de El Hacho y enfrente a los Lagares, por
los que cada mañana ve cómo aparece el sol, y luego cuando declina la tarde, se
va por el Monte Redondo, camino de América, y es verdad, que yo lo he visto.
Dicen que dista en kilómetros,
aproximadamente 40 de la capital (o sea de Málaga); quinientos y pico de
Madrid; más de 6.600 de Nueva York; 10.800 de Ciudad del Cabo, a donde ahora
con el Omicron no te recomiendo que vayas, y más de 20.000 de Dunendín, que
está en Nueva Zelanda del Sur, pero eso está muy lejos. Hazme caso. Alora, en
su sitio.
Al mediodía, cuando estés junto
a la fuente a la que te llevo, en Dawson en Alaska, tendrán casi diez horas
menos, y en Jabarovsk donde se unen el Amur con el Ussuri, en el Extremo
Oriente, estarán llegando al filo de la media noche…
Vente sin prisas. Habla con la
gente. Los pueblos viejos, y éste lo es, como el buen vino, hay que
paladearlos. Acuérdate del de las Bodas Caná de Galilea. Pues eso. Si es
temprano, toma café en el Madrugón. Manolo es el que manda aunque su hijo crea
que quien manda es él. Pues no, es Manolo.
Te propongo un paseo. Ahora está de moda eso de andar por
los alreores. Zapatillas cómodas y de
ropa, la precisa. Estos días suele haber escarcha, las veras del camino,
blancas. Nos vamos a la fuente de Paredones.
Vas hacia la parte norte. Cuando
pases por la ermita de Veracruz, entra. Yo lo hago. Y hasta sienta bien. En la Fuente de la Manía, toma la carretera de
los Llanos. El progreso le cambió el nombre. Le puso Avenida de Pablo Ruiz
Picasso.
Tú, adelante. Un poco más allá
del kilómetro dos y pico, en la curva del Trueno,
- el “Trueno” era el apodo de Juan
Ávila - toma el camino que sale a la
derecha… Por ahí antes se iba al Valle, pero a todos los que le preguntes te
van a decir que es el Camino de Los Llanos.
Al final, al cruzar el arroyo, está
la fuente. Siéntate junto al pilar. Escucha como cantan los mirlos en el
cañaveral del sotobosque y como roncan los caños en su caída libre…
miércoles, 19 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ella
Foto: Marilina Cruzado Gutiérrez
Ha venido como aquella música
de oboe que sonaba al otro lado, al revolver de la esquina, y luego cuando
dimos la vuelta en su búsqueda no estaba allí, no. No. Ni ella, ni la música.
Había una ventana cerrada y una reja y unos visillos que daban alas a la
curiosidad…, y a preguntas sin respuestas.
Ha venido como quien torna a su señorío porque es suyo, porque sí,
porque Alguien ha dispuesto que sea así y cada mes, cuando todavía no se han cumplido el
cómputo de días que le asigna el calendario, y antes, solo unos días antes,
aparece en las primeras horas de la noche en el cielo…
Está ahí para que los
fotógrafos le busquen posturas y hagan que parezca que le da el recorte de una media a la Giralda, una larga cambiada a las torres de los campanarios,
a las veletas de las espadañas, a los torreones solitarios del campo o a
quebrarse en los cristales de los ojos absortos que la miran y se extasían ante
ella.
Cada noche recorre su camino… Y
se enreda, como quien se entretiene sin pararse, en los álamos sin hojas de la
ribera, y cruza el río sin romper el agua y se va por los pimpollos de la
huerta y juega al escondite entre las frondosidad de los naranjos.
Y cuando lo tiene a bien, se
adentra en los bosques encantados donde anidan los sueños y los anhelos y se
impone a la realidad tozuda que dice que no y , ella dice que sí, porque es desobediente y siempre anda su
propio camino.
La naturaleza le marca por
donde nace y por donde debe irse cuando llega la aurora y entonces, se deja
querer por los surcos del sembrado donde apuntan las semillas germinadas y el
manto verde deja que lo acaricie con suavidad, con dulzura, con mimo…
Sabe del caño que cae en
soledad sobre el pilar de la fuente durante las madrugadas largas y frías.
Luego, dentro de nada, cuando ella se haya ido al otro lado de los cerros, la
escarcha será un manto blanco y frío y todo estará en la esperanza de que unos
pies que andan el camino, rompan el encanto de un encaje que no pisó nadie…
Bueno, nadie, no. Ella sí, solo ella, la Luna Llena de enero…
martes, 18 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pretty Woman
18 de enero, martes. Dicho así suena a película americana con Richard Gere y Julia Robert. Finales del siglo XX. No sé el plural de Pretty Woman. No importa. A las Pretty Woman que me refiero son otras. Nos cruzamos cada día con ellas. No nos percatamos. Desconocemos sus nombres. Dónde viven, o como decía el tópico, a qué dedican –si lo tienen- el tiempo libre.
Pretty Woman es la señora que limpia las escaleras de mi casa. Tengo la inoportunidad de salir siempre a la calle cuando el suelo, aún mojado, se queda con la huellas del zapato. Pido disculpas y ella me responde esbozando una sonrisa.
Pretty Woman, es la señora que lucha con un pasado oscuro, duro, tremendo… Lleno de dudas y preguntas sin respuestas, y va y se muestra comprensiva, y tiene la palabra de aliento en el momento preciso, porque te ve decaído y te dice que adelante y, uno, siente vergüenza de sus propios problemas cuando ve los de ellas.
Pretty Woman, es la señora viuda que, en los años duros -¡que tiempos, Dios!- se quedó con el día y la noche… por suyos y, una cuadrilla de hijos. Y lucha, y se tira, “a dentelladas secas y calientes” como los versos de Miguel y sale a flote…
Pretty Woman es la señora que por un giro inesperado, sorpresivo como un zarpazo de la vida, se queda sola. En medio de un mar proceloso y de aguas con mar de fondo y busca una tabla. Endeble, pequeña, diminuta, pero asida a ella, tiene tiempo para darse a los demás y va y se pone a repartir generosidad.
Pretty Woman es la señora con callos en las manos, heladas y frías de recoger aceitunas en mañanas de escarcha, o con el haz de leña –retama, aulagas, jaras- porque hay que caldear el horno y, preparar la comida, y lavar con el agua del arroyo, y arreglar a los niños y, la casas, y la ropa y, la última que se acuesta y está de pie cuando el alba aún no ha llegado…
Pretty
Woman son todas. Las que conocemos y, las que no. Pilares de una
sociedad sin rumbo ni norte. Esencias básicas. Pretty Woman – mujeres preciosas, bonitas…- el adjetivo que se
quiera. Pretty Woman ¿que sería del
mundo y… de nosotros, sin ellas? Pues eso:
Pretty Woman.
lunes, 17 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Limpieza
17 de enero, lunes. Ha amanecido un día soleado y frío. El viento de levante de estos días, ha dado un paso atrás. A ratos las nubes han puesto una nota gris sobre el cielo azul y, a ratos se han disipado. Todo está un poco desconcertado. Como yo.
Hoy me he llevado un mal trago. Bueno, dicho de esa manera… En mi casa anuncian la llegada del pintor. Eso en una casa es sinónimo de ponerlo todo patasarriba para que luego todo se quede muy bonito, pero mientras tanto, ¡Dios que calle de la Amargura!
Toca
limpieza a fondo en la biblioteca. No sé por qué puñetas el síndrome de
Diógenes es algo del que uno no puede librarse y sin venir a cuento, comienza a
acumular y a encerrarse, en mi caso, entre papeles y libros. Urge clarear la
situación. Ya sé que llegará un día en el que alguien se deshaga de todo esto.
Me cuesta tener que ser yo quien tome la decisión.
He comenzado el espulgue. En una ocasión leí que alguien había tomado la decisión de que para entrar un nuevo libro, tenía que dejarle hueco uno de los que estaban en el anaquel. (En lo que va de año han entrado cinco) No es fácil la decisión…
Me reencuentro viejos libros muy queridos. Casi sin querer, tropiezo con la literatura de Pérez Lozano. He vuelto a estar con él unas cuantas horas. Lo leí cuando yo debía andar, poco más o menos por los dieciocho años. Ahora ha sido distinto, pero Dios sigue teniendo un O, y las campanas aún tocan solas.
Me he dado cuenta que ya no tengo susto del búho, que cuando niño, por las noches hacía uuuuhhhh, en las casuarinas que orillaban la vía del tren. No están ni las casuarinas que para nosotros eran los pinos de la vía, ni los búhos, que por las noches, hacían uuuhhhh. Tampoco está el niño aquel y, Tiberio, probablemente andará confundiendo nubes, mientras Las Campanas tocan solas. ¿Habrá encontrado la O de Dios?, porque de lo que sí estoy seguro es de que Dios tiene una O ¡Qué grande era Tiberio, quiero decir, José María Pérez Lozano!
Yo me
busco a mí mismo y no me reencuentro. O mejor, sí me he reencontrado, porque
llevar los libros al contenedor es algo así como llevar una parte de uno mismo…
domingo, 16 de enero de 2022
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. A mitad de la cuesta...
Almendro en flor. Montes de Málaga. Foto. Andrés Postigo
16 de enero, domingo. Subimos. Como quien no quiere la cosa, ya estamos en la mediación. Los telediarios, para no verlos. Los seriales de la televisión, una fiel imagen de la sociedad en la que estamos insertos. No creo que todo sea tan malo como lo pintan. A veces dan ganas de llorar, pero entonces, lo mejor es… Sí, eso, eso que usted piensa.
Desde hace unos días (hoy se lo ha tomado de fieta), el viento de levante se ha venido a vivir al sur de España. En algunas partes son días sin sol, ventosos, desabridos…En otros, las temperaturas bajan y hacen que mucha gente tirite. Al menos aquí, por ahora, nos hemos librado.
Dice el refrán de enero que “ claro y heladero”. La culpa de eso la tiene el anticiclón de las Azores. Ese que se apodera de una parte del Atlántico y no deja que entren las borrascas que deben venir por el Golfo de Cádiz. Pero ya se sabe que ahí, en esos temas, como en tantas otras cosas, manda Otro.
Está la luna de enero casi a punto de ser Luna Llena. Es la luna más luminosa del año. Es la luna que penetra hasta lo más intrincado de los bosques encantados y llega a los lugares más recónditos y, entonces, precisamente entonces, en aquella oscuridad se hace la luz.
En los países nórdicos deben andar por las noches, con sus auroras boreales sobre suelos cubiertos de nieves. Ahora con el cambio climático, uno no sabe cómo estarán de nieves los bosques que, luego, cuando llegue la primavera, se sembrarán de lagos de muchísima belleza y mosquitos.
Los pájaros de aquellas latitudes se vienen a pasar el invierno a nuestra tierra. Gansos, patos, cigüeñas, garzas, gaviotas, avefrías, espátulas, flamencos… Dicen que pueden superar el millón. Tampoco pienso que es cuestión de sentarse en las veras de los caminos y echar números... Me quedo (es más bello) con los versos del maestro Alcántara: “Mis cuentas no están cabales, me falta una golondrina y me sobran tres cristales”.
Todo en el campo tiene su ‘tempus y su modo’. De noche ladran los
perros; al amanecer el alba clarea por los cerros; a media mañana, cantan los
gallos… Florecen los almendros, verdeguean los trigos en las lomas, se abren
las primeras florecillas como preludio de una primavera que todavía no es, pero
que será. Subimos, la cuesta…