domingo, 5 de diciembre de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Forofo



Porque es cierto que en diciembre hace frío, si vas, como yo he ido esta tarde a La Rosaleda, llévate un jersey grueso, de los que abrigan. Echa sombrero, y si te parece bien hasta una bufandilla. Cuando se va el sol o sopla, como lo ha hecho a ratos el aire, te quedas ‘pajarito’ y no estás en Soria, que no, que te lo digo yo. (Luego, el resultado final te hiela otras cosas, pero esos son otros lópeces).

Porque algún espabilado te va a decir que en Málaga no hace frío, sino fresco y esas cosas, mentira cochina. Cuando hace frío, hace casi tanto como lavando nabos en un arroyo – cuando los arroyos llevaban agua, que esa es otra - y cuando te cuenten que ‘tuvimos mala suerte’ que si el gol que anularon, que si no nos entraba nada. Otra, para adormecer incautos.

Mira. En el minuto treinta del primer tiempo, perdemos ya uno a cero. Los dos centrales jugando en su propio campo a pasarse el balón horizontalmente, entre ellos. (¡Eso es divertido, divertido…!) En un momento, uno de los dos le da al balón con un poco de más potencia. Sale fuera por uno de las bandas – en este caso la  de Preferencia – del campo. ¿Tú cómo le llamas a eso? ¿Te lo digo? Bueno, lo mismo que estás pensando, pero no lo escribo por pudor…

En el ‘descanso’ (¿de qué descansan? me pregunto) pongo varios mensajes a amigos que saben de todo esto más que yo. Están indignados. Hay un señor que tiene que tomar decisiones. No las toma. ¿No sabe? ¿No da más de sí? ¿Le viene grande el traje? Para todo eso, como comprenderás tengo respuestas. Seguro que tú, también.

Antes, cuando uno podía tomar una copa, la compartía con los amigos. Esta tarde me he acordado de Miguel Ruiz, de Fernando Espíldora, de Pedro Martos, de Paco Estrada… Bueno, que se me han ido yendo y ahora yo sigo solo, haciendo los mismos ochenta kilómetros, pago el gasoil subido, el aparcamiento con precios que quieren recuperar los meses que estuvieron con el campo cerrado, y, encima no puedo tomar más que agua (¡con lo fría que tiene que estar una tarde como ésta!), el amargor de haber perdido (Ah, que no lo había dicho antes Málaga 1; Amorebieta 2) y el recuerdo que me acompaña…

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