(viene de III)
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Esta noche me
gustaría mirarte a los ojos, fijamente y mirándote, pedirte: dime todo lo que
piensas....
-
Lo que pienso ¿sobre
qué? Contestó de manera evasiva. Es que
depende de cómo yo estuviera, así pensaría...
-
Sencillamente,
lo que piensas....
-
Te acabo de decir que depende del ánimo que
tuviese, pensaría una cosa u otra. Ahora mismo…
-
¿Ves cómo eres
tú quien se hace la lipendi? yo te habría contestado directa, abiertamente....
Pues yo si te estoy mirando a los ojos aunque tú no te lo creas y te cueste aceptarlo.
¿Has visto que bicho más raro?
-
Y ya que me estás
mirando, en qué piensas?
-
La pregunta, te
la he hecho yo... Eres tú quien tiene que hablar...Te estoy mirando para que
hables tú.
-
Es que yo no
puedo ponerme en ese supuesto…
Se enrocaba la conversación.
- Vale, no lo hagas. Es cuestión de actitud... Es cuestión de querer, es cuestión de dar un paso sin mirar a los lados... Es cuestión de abrir el alma...
-
Pero para eso
hay que estar inspirada y yo no lo estoy. No te voy a mentir, ya sabes que si
no me sale, no me sale y cuando me sale, me sale.
-
¿Ves? Replicó él. Ya has hablado... Eso es lo te ha
salido, eso es lo que sencillamente, tenías que decir...
- Mi día ha sido ajetreado, mucho trabajo, salidas…
Sonó el despertador del teléfono móvil.
Encendió la luz desde el interruptor de la cabecera. Se levantó despacio. Se
acercó a la ventana y descorrió las cortinas y por entre los visillos, al otro lado
del cristal de la ventana, muchas
gotitas pequeñas se unían unas con otras, se hacían más gruesas y resbalaban
con lentitud. Los tejados estaban mojados. De aquel sueño, lo único real era,
que había llovido durante toda la noche.
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