domingo, 12 de diciembre de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tan lejos y tan cerca

 

 


12 de diciembre, domingo. He subido – el día lo pedía - hasta Flores. A la vuelta, hurgo sin querer, o sea queriendo, en el libro Pueblos en Mancomunidad, del maestro Barbeito, que  vino a mi mano, de la suya. Me voy a la página 119, y hago mío lo que recoge en la palabra del emigrante: “cuantos mares y arroyos, caminos y trochas, cerros y cañadas…he tenido que recorrer para venir a verte, Virgen Santísima de Flores…”

Lo dice la copla que allí, junto al lado del Múrtiga, “A orillas del Ribera / está la Virgen de Flores / patrona de Encinasola / reina de los corazones”. Portugal,  enfrente; Extremadura, a pedir de la yemas de los dedos, en el último confín del Reino de Sevilla y donde se suaviza la Sierra, a la que dan nombres compuestos  - Aracena y Picos de Aroche - para que todos estén contentos…

Mi camino no ha sido tan tortuoso para llegar a verla…Porque no solo se quedó allí. Hace más de quinientos años que se la trajeron, marochos y gentes de las Cumbres, -probablemente de las tres, porque son tres: las Mayores, las de En medio y las de San Bartolomé -,  y de Freixenal y de… se embarcaron en las conquistas de otras tierras  (¿encontrarían a la morita cautiva de la que habla hoy Tomás López, en su Cuaderno de notas?) -. Se vinieron con lo puesto y con la Virgen, a modo de protección y fe para rezarle. Y la dejaron aquí: “Para patrona bendita / la de mi pueblo, señores, / es morena y chiquitita, / se llama Virgen de Flores / y es para mí la más bonita”.

Encinasola tiene enfrente a Barranco, en la blancura de la cal blanca que se hermana en la nobleza de su gente  -ya hace tiempo que quedaron atrás disputas y sangre derramada y fronteras - y en hospitalidad. Álora, que no lo he dicho, todavía ve cada día cuando nace la luz, la caliza de la Sierra del Valle y El Torcal y a sus pies la vega amplia y fértil por la que se va el río y  suben las brisas que vienen del mar las noches de verano.

Encinasola y Alora, tan lejanas en el espacio, tan cercana en el cariño. Buena tierra, buena gente, a las que uno quiere mucho.

                  



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