martes, 14 de diciembre de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Al otro lado del cristal (II)

 

 


                                                                                       (viene de I)

-         ¿Señor?... Preguntó el camarero, desde el otro lado de la barra.

-         Lo de siempre, Lorenzo.

-         Para descubrir que soy un soso, dijo él, no habrás tenido que ir Salamanca ¿no? Preguntó: ¿Eso es lo que tú piensas? Agregó sin darle opción a responder ¿Qué no te echo cuenta?

-         No tengo nadie que me eche cuenta, dijo ella, simulando un mal enfado, empezando por mi marido...No tengo perrito que me ladre...¡ayyyy! (A lo mejor iba a agregar algo más pero no lo dijo).

 

Él bebió un sorbo del Dry Martini seco que Lorenzo, al que conocía desde cuando era un muchacho, le había preparado con algo menos de vermú, como le gustaba a él, con el gajo de limón fijo en el filo de la copa y dos aceitunas terciadas que le había dejado sobre la barra, al alcance de la mano. El bar seguía  en penumbras y tenía un cierto aire acogedor, misterioso. Invitaba a la intimidad… Llegó una pareja que se acomodó en el extremo de la barra, en el más opuesto.

 

-         Bueno, menos mal que me has puesto en la cola.

-         Cuando estoy sola pienso… y, luego, veo que allí no sé dónde, tengo un soso que no me dice nada para subirme la moral.

Él se rehízo un poco sobre el taburete. Dio otro sorbo suave, lento, muy despacio. La miró. La vio bellísima, con unos ojos que hablaban con la mirada…Aquella tarde le pareció aún más bella.

-         No me tires de la lengua, dijo, con palabras entrecortadas.. Sabes de sobra como pienso y como actúo contigo. Eres una provocadora nata.

-         Yo no soy provocadora, dijo con palabras casi entrecortadas, mirando un poco por encima de la copa, como  solo que…(hizo una pausa antes de continuar) hace mucho tiempo que no me dices nada bonito…

    (continúa…)

 

 

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