(viene de II)
Entonces replicó, él:
- Con las de
veces que te he ponderado ese cuerpo, que te he dicho de esos ojos que son dos
luceros en la noche oscura, de ese caminar con que te mueves como una rosa que bambolea
la brisa de la tarde, con esa mirada que traspasa...
- Oissss, por Dios, qué catarata de halagos,
me voy a volver diabética...
- Pues
ponte insulina...
-
Bueno, ya has
cumplido por hoy...gracias.
-
No porque ahora
me gustaría ser quien te pusiera la insulina... así que fíjate todo el camino
que tengo por delante... ¡Teniendo el agua tan cerca y sin poderla beber!
-
Eso de la
insulina ¿es una metáfora? Preguntó ella.
-
¿Tú qué crees?
Dijo a manera de una pregunta que no esperaba respuesta y que se podría perder
por el aire…
-
No lo sé,
porque a veces tienes mucha retranca...!
-
No es para
tanto.
-
Tu eres más
largo que un día sin pan. Y no eres el mismo de antes…
-
El pan engorda.
Respondió con una frase hecha y fuera de contexto. No, creas, no. Soy muy corto.
-
No eres nada
cortito, sólo un poco despistadillo, pero sabes más que los ratones coloraos
-
Ojalá...
-
Especialista en
hacerte el lipendi..
-
De eso nada.
-
Vengaaaa, que
te voy conociendo ¡¡¡ yaaaa!!! Son muchos años…
-
Yo siempre voy
de frente...-
-
Pero a veces te
haces el loco...-
-
No creo.
-
Si creo...
-
Pues ya crees -dijo
él, como quien lanza una puya hiriente- en
dos cosas, en eso y en Dios... Vamos, completita. –
-
¿Te puedo decir una cosa? Preguntó él,
conociendo de antemano la respuesta.
-
Todas las que
quieras, después del día que llevo, nada me sorprenderá.
(Continúa…)
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