26 de
diciembre, domingo. San Esteban. La festividad del protomártir
se celebra con gran esplendor - me dicen que ‘desde siempre’ - en Cataluña y
Baleares; fuera de España, en algunas zonas de los Balcanes. Murió por
lapidación, o sea apedreado en Jerusalén por ser seguidor de Jesús. A mí
curiosamente siempre me cayó bien este santo, será quizá porque se ha hecho un
sitio propio dentro de las grandes celebraciones de Navidad a Año Nuevo…
En el aire flota una cosa
indescriptible. No sé ni qué es, ni que nombre ponerle. Lleva un tiempo que me
ronda. Lo he comentado con algunos
amigos. Casi todos hemos coincidido en nuestra nulidad – al menos la mía - de no haber sido capaces de aprehender, este
año, el espíritu de la Navidad. Es algo íntimo. Confieso mi fracaso…
Es como un gran vacío que
siembra todo de esterilidad. Algo muy
personal. No se inmuta ni con la música estridente que salía otras veces
por los altavoces callejeros, ni con los que hacen el cimbel por ahí vestidos
de maneras estrambóticas, ni con la contemplación de Belenes, ni con las
palabras hermosas… No sé. ¿Será que no he buscado en el sitio adecuado? Casi
con toda seguridad.
Para quitarme el frío interior-
del otro aún no hace- he dado una larga caminata. La gente está en la calle. Es
otra gente que no conozco. Va a lo suyo. Ocupa la puerta de los bares sin
mascarillas. Comparten cigarro y tertulia. Un amigo me ha dicho que eso no es
más que la muestra del hastío por todo lo que está pasando.
Por cierto, Michael Newton me
ha puesto unas líneas desde Newcastle y allí están en una situación muy parecida
a la nuestra. Hay una pequeña diferencia, dicen que tiene el peor gobernante en
uno de los momentos más críticos.
Yo aquí tengo la sospecha, que
ahora cuando la nueva Ley de Educación casi suprime de un plumazo la Edad Media,
volveremos – si es que no estamos ya - a los Reino de Taifas para que aporten
soluciones. No juzgo a quien ha tomado
la decisión. Tengo una cosa clara. Esto, casi todo esto, es un contrasentido. A
lo peor tiene algo que ver con que no haya sido capaz de encontrar el Espíritu
de la Navidad.
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