No, no es casualidad. Créanme. Las cosas salen cuando se llevan dentro y si no, no aparecen. Tiene dejes del desgarro de Edit Piaf, de la fuerza de Mireille Matieu, y de la dulzura de Gigliola Cinqueti… Si les desvelo que les estoy hablando de Pilar Vergara…Ah, por ahí, me van decir, se debía de haber empezado…
Pilar Vergara viene de la escuela del Cante. Hay cantaores que crearon sello propio: Camarón, Mairena, Fosforito…En Álora nació el Canario y, con él, la Malagueña Cunera. Esas son palabras mayores. Pilar pertenece a una familia, Los Pibris, donde el cante es algo tan normal como llamarse Vergara Moreno, en sus apellidos. Su padre Francisco, su madre, Águeda, a la que yo no escuché cantar nunca pero de quien Benito Moreno, que es también de los grandes me dijo… ¡y no acababa! y sus hermanos Pepe y Miguel..
Ana Mari y Pepe se nos fue pronto. Demasiado pronto. ¡Le quedaba tanto por hacer! Pepe Vergara de niño apuntaba lo que después llegaría a ser: Uno de los grandes. Cante profundo, personalidad arrolladora. Alguien distinto en el Cante por Malagueñas.
Miguel, Miguel El Pibri. Voz recia y un finísimo humor que transmite, a pesar de una aparente seriedad. Suyo es el fandango abandolao: “Álora sigue cantando / va dentro de mis entrañas / siempre va dentro de mí / te quiero con toda mi alma / porque en su suelo nací / te llaman la Bien Cercada”.
Pilar es sensibilidad
y ternura. Hace unas noches abrió la representación del Cuento de Navidad de
Barbeito, en el Cervantes con “Noche de
Paz”. Estuvo acompañada ¡al piano¡ por Pepe Márquez, (¡peazo de artista!). Su
voz aterciopelada transmitió sentimiento, delicadeza… Eso que va de alma a alma,
cuando se deja la semilla del bien hacer.
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