Vente despacio. La prisa,
déjala por una vez ahí, en ese rincón de tu casa donde casi nunca llegas
porque… eso, porque no tienes tiempo y no es cuestión de perder un ratillo y
esas cosas que nos inventamos cuando lo tenemos a bien.
Si quieres vente con el tren.
Ahora, por mor de las huelgas y las reivindicaciones de los trabajadores, puede
que te lleves alguna sorpresa y te hagan estar más tiempo del deseado en alguna
de las estaciones. A lo que llaman ‘servicios mínimos’, tú ni caso, total casi
nunca los cumplen…
Puedes venirte también en algún
servicio público. En uno de esos autobuses que tienen paradas intermedias. Te
puede dar a conocer una realidad, que por alguna u otra razón, tenías olvidado.
Te va a mostrar gente, a otra gente que tiene una manera de viajar distinta,
diferente. Con ella eso de la prisa y de la bulla, como que no.
Tienes otra posibilidad, la que
te va a dar más libertad, o sea con tu propio coche. Solo o en compañía. Si
vienes por la carretera que nosotros llamamos vieja (no lo digo por nada, pero
no han suprimido ni una sola curva, ¡y tiene unas pocas! Desde que la trazaron
en el siglo XIX cuando las diligencias) da igual que vengas desde Antequera por
el Valle de Abdalajís, desde Carratraca por el Puerto de Lucianes, o por
Pizarra desde Málaga, en todas, y fíjate lo que te digo, te va a recibir un
paisaje sugerente, de los que hacen soñar.
Cuando llegues, según la hora,
prográmate. Tienes tanto que ver, que en un día casi como que te falta tiempo.
Si quieres pernoctar, el Castillo de noche, y el Barranco, el Albaicín nuestro…
¡Ni te cuento! Si es por el día, llégate a Flores, en enfrente casi a pedir de
mano, los Montes de Málaga, El Torcal, las Sierras de Camarolo y Loja, la del
Valle; abajo, el río…
No te pierdas unas pocas
estaciones del ‘otro’ Viacrucis. ¡Cómo las hagas todas... ¡ Bueno, quien avisa,
dice el refrán “no es traidor”. No porque sea mi pueblo, que lo es, vente
despacio, abre los ojos, oye y escucha que aunque parezca igual no es lo mismo,
y sube y baja y piérdete por el dédalo de sus calles, porque Álora está de
otoño y rosas. Luego, no me digas que no te avisé…
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