viernes, 29 de octubre de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Sagrada luz


 


La luz, la sagrada luz del Sur de la que hablaba Miguel Ángel Asturias, a partir de la próxima semana se va a asomar antes, solo un poco antes, a las crestas de las sierras, a los picos de los montes, a los bosques de las riberas. La luz, la sagrada luz del Sur entrará más temprano por las rendijas de las ventanas porque alguien, a quien no conocemos, decide que hay que cambiar la hora.

Dentro de unos días, los pajarillos se van a levantar más pronto. Entre la oscuridad del bosque, comenzarán a filtrarse los rayos que hurgarán en sus ramas. Hay bosques sin embargo, donde no tienen posibilidad de entrar nunca  buscando lo más recóndito, lo más misterioso, lo más sublime que el bosque encierra dentro su frondosidad que le ha concedido la gracia de la naturaleza.

Seguramente, conforme abra el día, con esas luces primeras, la niebla que se levanta sobre el río también dejará de ser espesa y se elevará hacia las alturas hasta que el sol, que puede más que ella, la disipe, la haga desaparecer y el cielo se abra azul y limpio.

Dicen que en España nos hemos permitido el lujo de pasar de largo sobre los beneficios que pueden darnos las energías alternativas. Entre otras, hemos despreciado la luz del sol. Ese que achichara en julio y agosto, y ahora se alarga un poco más y ya hasta le hemos cambiado el nombre al otoño y le llamamos ‘veroño’. Un lindeza.

Esta mañana he escuchado que ahora ya no vale eso de horas baratas o caras en que la energía tendrá un mayor o menor coste, sino que dependerá del sol o de la intensidad del viento. O sea, que hay que abrir las ventanas y ver como se presenta el día.

Me acuerdo de aquella canción de Antonio Molina, el ‘Macetero’ donde pedía aquello de “abrid niñas las ventanas que el macetero se va” ¿se acuerdan? Pues lo que se va a ir es la luz porque no vamos a poder pagarla como sigan las cosas por el camino que va. Menos mal que Dios nos regala cada día la Luz, la suya y la otra, la que viene desde el otro lado de los cerros y que se filtra para deleite, de todos y a la que llamamos la luz del sol.

 

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