domingo, 3 de octubre de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Arte a pie de calle

 

                                   


Tienen los pueblo sellos de identidad que sobrepasan los límites de sus lindes. Costumbres, folclore, arte, gastronomía, un río diferente, una bahía donde las olas llegan con una identidad distinta al rebalaje de la playa, un régimen de vientos,  otra manera de entender la vida…

Y es entonces, precisamente entonces, cuando surgen los artistas: pintores, cantaores, la gente que tiene esa gracia y sello que lo identifican. Ellos, miran lo que todos vemos, pero nos lo muestran de manera cómo los ven desde sus ojos.

La Corporación Municipal – felicidades a quien o quienes hayan tenido la idea – han creído oportuno adornar un testero con un mosaico, allí, precisamente allí, en ese lugar de entronque de las dos calles, como si las calles de la Parra y de Atrás, en un momento dado de su trazado quisieran asirse de la mano y no lo hacen. Es una obra de arte.

María Rengel Castro ha sido la ceramista – mosaico espléndido - que nos ha puesto la realidad al alcance del gozo de la vista. Ya se sabe lo que todos miramos y solo ella ve: Un hombre miga el pan de las sopas perotas, comida que sustentó durante mucho tiempo el pilar de la gastronomía.

El hombre sentado a la sombra de un naranjo se cubre con un sombrero de pleita. Está de espaldas a río, que por el filo de la huerta sigue su curso camino del mar. En el cielo azul se recorta El Hacho, que es para Álora como el Pan de Azúcar a Río, el Gurugú a Melilla o el Monte Igueldo a San Sebastián…

El lebrillo, - el pan se miga a pellizcos – el cesto con las avituallas, una damajuana que debería tener ‘néctar divino’, porque el agua iba en un botijo, la escalera de pasos con sus justas medidas y proporciones sobre el árbol, el perro que dormita… La estética ha colocado en uno de los laterales, fuera del mosaico, un buganvilla – por si le faltase algo- como una pincelada de color y Gracia de Dios.

María Rengel que tiene muchas obras esparcidas por calles y lugares de medio mundo, ahora viene a su pueblo y deja algo diferente, como la copla del fandango: “María cuando te asomas / a la puerta del corral / pareces un naranjo chino / cargaíto de azahar”…

 

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