(viene de 4)
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Pedro, ¿y la pierna de palo?
Yo me fui de noche, faltaba un
rato para que apareciera el lucero del alba por lo alto de las Lomas de Cucú,
me llevé la yegua negra, la que relinchaba en la cuadra cada madrugada, cuando
el amo venía a ver si los gañanes echaban las pasturas a las vacas…
Me encontraron, tal como lo
había dicho Santiago. Ellos estaban ateridos de frío. Un temporal había entrado
por el Estrecho. Llovía sin parar. Llevaba cuatro días jarreando… Al cuarto
día, les dije que esa noche podría ser como la noche indicada. Sobre medianoche
nos echamos a cruzar el monte… Niño, nos estaban esperando. Nos cazaban como
conejos. Salían tiros de todos sitios, detrás de cada piedra había un Guardia
Civil que donde ponía el ojo, a pesar de la oscuridad, ponía la bala. Alguien
les había dado el chivatazo de que andábamos por allí…
A mí me dieron en el muslo de
la pierna derecha. La bala la atravesó. Al principio, solo sentí como algo
húmedo y caliente, pensé que podría ser el agua de la lluvia, ¡pero qué
cojones, el agua de la lluvia estaba fría, tan fría como al noche! Aquello era
sangre, intenté ponerme de pie pero no pude. Los demás… Solo tres salieron con
vida.
En el hospital de Sevilla donde
me llevaron en un camión, cuando cicatrizó el muñón me pusieron, según ellos
una prótesis ortopédica… Una pata de palo, como ves. (y el hombre se la
golpeaba con la palma de la mano…)
Después de aquello, contó, pasé
ocho años en el Dueso, en Santander. “Todavía, no sé cómo no me mataron”. “No
estaba allí, mi día”.
Fueron ocho años horribles.
Ratas, chinches, piojos, frío, una humedad que calaba hasta los huesos y mucha
hambre.
El muchacho escuchó, que
“cuando me dieron la libertad me vine en tren a Madrid, a la estación del Norte
y de allí, andando a Atocha. Sin dinero y famélico. Yo traía un salvoconducto
que no me pidió nadie. Era un papel de color rosa. Arriba ponía: Dirección
General de Seguridad. Penitenciaría. Un tampón de color morado cruzado sobre el
documento: Condena cumplida. A mano y con tinta negra sobre un renglón, Billete
gratuito. No tiene derecho a asiento.
Era de noche, yo nunca había estado en Madrid… y con una pierna menos”.
Nota: Nombres y lugares,
trabucados; los hechos, reales.
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