sábado, 2 de octubre de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pedro y (5)





                                             (viene de 4)

 

-         Pedro, ¿y la pierna de palo?

Yo me fui de noche, faltaba un rato para que apareciera el lucero del alba por lo alto de las Lomas de Cucú, me llevé la yegua negra, la que relinchaba en la cuadra cada madrugada, cuando el amo venía a ver si los gañanes echaban las pasturas a las vacas…

Me encontraron, tal como lo había dicho Santiago. Ellos estaban ateridos de frío. Un temporal había entrado por el Estrecho. Llovía sin parar. Llevaba cuatro días jarreando… Al cuarto día, les dije que esa noche podría ser como la noche indicada. Sobre medianoche nos echamos a cruzar el monte… Niño, nos estaban esperando. Nos cazaban como conejos. Salían tiros de todos sitios, detrás de cada piedra había un Guardia Civil que donde ponía el ojo, a pesar de la oscuridad, ponía la bala. Alguien les había dado el chivatazo de que andábamos por allí…

A mí me dieron en el muslo de la pierna derecha. La bala la atravesó. Al principio, solo sentí como algo húmedo y caliente, pensé que podría ser el agua de la lluvia, ¡pero qué cojones, el agua de la lluvia estaba fría, tan fría como al noche! Aquello era sangre, intenté ponerme de pie pero no pude. Los demás… Solo tres salieron con vida.

En el hospital de Sevilla donde me llevaron en un camión, cuando cicatrizó el muñón me pusieron, según ellos una prótesis ortopédica… Una pata de palo, como ves. (y el hombre se la golpeaba con la palma de la mano…)

Después de aquello, contó, pasé ocho años en el Dueso, en Santander. “Todavía, no sé cómo no me mataron”. “No estaba allí, mi día”.

Fueron ocho años horribles. Ratas, chinches, piojos, frío, una humedad que calaba hasta los huesos y mucha hambre.

El muchacho escuchó, que “cuando me dieron la libertad me vine en tren a Madrid, a la estación del Norte y de allí, andando a Atocha. Sin dinero y famélico. Yo traía un salvoconducto que no me pidió nadie. Era un papel de color rosa. Arriba ponía: Dirección General de Seguridad. Penitenciaría. Un tampón de color morado cruzado sobre el documento: Condena cumplida. A mano y con tinta negra sobre un renglón, Billete gratuito. No tiene derecho a asiento.  Era de noche, yo nunca había estado en Madrid… y con una pierna menos”.

 

Nota: Nombres y lugares, trabucados; los hechos, reales.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario