Para ti...
miércoles, 31 de octubre de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Octubre
Se va octubre con tiempo
revuelto. Lluvias en muchos sitios; nieve en las cumbres. Ríos desbordados y
caminos cortados. Carreteras que no unen porque se han ido los firmes y puentes
del tren que no han sobrevivido a un puente que hicieron los romanos hace dos
mil años, año más o año menos.
Alcaldes que encabezan
encierros de ciudadanos. Se ven tirados con la ruina en la puerta de sus casas
y con más promesas en el deseo que en ayudas efectivas. Cruces de acusaciones y
demasiada turbiedad en las palabras y en las aguas. Ya se sabe el barro mancha
demasiado.
Octubre se va con una niña que
quieren hacer mujer antes de tiempo y le
dan responsabilidad y la pone a leer el artículo Primero de la Constitución
ante señores muy serios y entrajados que, entre otras cosas, algunos, lo que
quieren es precisamente cargarse a esa Constitución y todo lo que ella en sí ha
propiciado y encierra.
Hay un horizonte sombrío porque
hay nubes que ocultan el sol que alumbra cada mañana y hay también otras
sombras negras que no dejan entrar la luminosidad a las mentes, precisamente ahora
que hace tanta falta.
Mañana será noviembre, el de
Todos los Santos y un cierre con San Andrés, el de las sementeras de trigos de
ciclo largo que aguardarán noches de fríos y heladas matutinas. En primavera - que está muy lejos - serán canto a la vida y
luego gavillas en la barcina y parva en la era. Esos trigos que pasan del
granero al surco y una bandada de palomas detrás del gañán en busca de algún
grano que se quedó suelto.
Flota un no sé qué de
desencanto por el aire. Es otoño pleno, es verdad, pero la poesía este octubre
ha venido con un manto negro de luto. Nos ha tocado cerca, muy cerca. Ha
rondado, también, la tragedia por otras
calles. Hay un regusto en el recuerdo de aquel Tenorio que ya no se representa y
que venía a decir algo así como “yo a los palacios subí; yo los claustros
escalé; y en todas partes deje, memoria amarga de mí”. Ahora, nos meten con
calzador lo soez del ‘jalogüin’. Buen viaje, viejo octubre.
martes, 30 de octubre de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Teba
Teba
otea horizontes.
Antes
de llegar párate en el arroyo de la Venta. Acércate a pie. Oye el eco del
graznar de las grajillas prolongado dentro del desfiladero. Es largo y estridente.
La hendidura, consecuencia de la erosión en la
roca caliza.
Después,
desvíate a la derecha; enfila la ladera. (Teba está a dos vertientes).
Desde
lejos, el castillo de la Estrella. Algunos castillos tienen el nombre hermoso,
y más, si como éste, parece recortado en cielo. Tiene la silueta desmancada
pero es todo belleza.
Teba
tiene historia vieja. La presencia del hombre, desde muy antiguo. Útiles en
piedra y bronce en el Pilarejo y en la Cueva de las Palomas… ¡Y lo que se ha
perdido en el tiempo!
Con
los romanos se llamó Attegua.
Tuvo protagonismo en las guerras entre César y Pompeyo - ¡qué menudos dos!,
porque no hay pueblo en la Bética que no te digan que por su suelo se las
entendieron “ambos dos”, bueno, o los partidarios de los dos, porque ellos
debieron estar ocupadísimos - cuando lo del
Bello Civile y el paso del Rubicón y el “Alea iacta est” (La
suerte ya está echada) que te habrán recordado las más de las veces.
Los
musulmanes le dieron un empuje grande. Vamos que casi las ruinas que ves ahora
son los restos de lo que edificaron. La población, sin embargo, “se movió un
poco”, dicen los papeles, hacia el emplazamiento que tiene hoy.
A
finales XIV, tropas de Alfonso XI de Castilla (el de la política del Estrecho
y al que
se lo llevó de este mundo la peste negra
cuando acampaba en Algeciras) conquistaron la villa y durante dos siglos fue línea de
frontera.
Pero
quizá lo más curioso de la historia de este castillo viene en lo que te cuento
ahora.
Black
Douglas, escocés, va de camino a las Cruzadas, transportando
consigo el corazón del rey de Escocia Robert de Bruce (¡qué gustos los de la gente de entonces! ¿verdad?), tiene noticias
de lo que pasaba por los contornos de Teba, y se alió con los cristianos que
por entonces asaltaban el castillo.
Murió en el empeño ¡Y es que hay caprichos que
matan!
Bájate,
luego, hasta la parroquia de Santa Cruz. Es del XVIII. Tiene columnas de mármol
rojo; las trajeron del Torcal de Antequera. Ahora la gente del pueblo está
encerrada en su iglesia. Piden soluciones al desastre de las últimas lluvias…
lunes, 29 de octubre de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Luz de la tarde
Me he puesto a juntar un montón
de palabras que digan algo. Tengo delante una foto preciosa. La ha captado
Marilina: se va la tarde. Me convengo a mí mismo del error. Bueno, uno, no, dos
errores; el primero, hablar de mí; el
segundo, dar a entender que una sola palabra no pueda decir mucho. ¿Por qué hay
que amontonar las palabras?
¿Hacemos la prueba? Paz, amor,
miedo, luz, flor, madre, soledad, frío, hijo, miedo, padre, muerte, dolor, guerra,
traición, amanecer, humildad, sobriedad, noche, libro, delirio, mar, luna,
otoño, viento, lluvia, sudor, niño, mujer, lágrima…
Se va la luz de la tarde detrás
de las sierras. La luz siempre viene de algún sitio y va para otra parte. A
veces buscamos la luz donde la luz no está. Ese es otro problema. Rafael
Alberti lo dejo muy claro en aquel poema suyo tan lleno de mensajes. Se
equivocó la paloma / se equivocaba. Y
nos contó que la paloma creía que el trigo era el mar, que el calor la nevada, que tú corazón su casa… Ya saben. La paloma
también buscaba la luz donde la luz no estaba.
Hay en la penumbra dos árboles
solitarios. Decía Alejandro Casona -
Casona ya, como tantas cosas, en España
no está de moda - en una soberbia obra de teatro que los árboles mueren de pie. Esos árboles ven como muere la
tarde. Quizá entre ellos exista la premonición que les puede tocar en cualquier
momento.
Ahora arrecia el viento. Viene
a ratos con fuerza. En la foto de Marilina un viento de altura, de esos que
dicen que se las andan en lugares con nombres muy raros, ha arremolinado las nubes y casi las ha puesto en su lugar
apropiado para que le digan un ‘hasta luego’ a la luz que volverá mañana. La
luz vuelve cada día aunque a veces nos empeñemos en otras cosas. Algunas veces
la luz tarda mucho en llegar ¿por qué será?
domingo, 28 de octubre de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Balada esperpéntica
“Cataluña margina el castellano incluso en el
juego de los niños”. / “Tardá, si Casado
pudiera nos fusilaría”. / “El ataque frustrado de Pedro Sánchez: Calvo también
leyó la tesis el 1 de enero”. / Están los prados verdes. “Abenámar, Abenamar, / moro de la morería…”
“El fraude del pan: los
artesanos declaran la guerra a la industria”. / “El PP andaluz se enreda con la
foto de la tortilla del felipismo”. / “Once juicios del caso invercaria: y un
fraude de 10,3 millones de euros”. / El
sol sale cada mañana. / “… el día que tú
naciste, grandes señales había”.
“El Museo de Málaga sigue a la
espera de sus salas para exposiciones temporales casi dos años después”. / “Álora
solo recibió 150.000 euros de las ayudas millonarias prometidas tras las
inundaciones de 2012”./ En la alameda del río cantan los pájaros. /“Estaba la
mar en calma, la luna estaba crecida”.
“La Catedral atraviesa una
nueva etapas de lluvias sin solución para sus goteras”. / “Las inundaciones
dejan sin agua a más de 15.000 vecinos en el interior”. / En el parque hay
rosal que tiene rosas en enero… / “Moro que en tal signo nace no debe decir
mentiras.”
“Iberdrola dice que hidráulicas
y nucleares no serán amortizadas y dieron pérdidas” / “El increíble barco
hundido de 2.400 años: Es igual al de
Ulises y las sirenas”. / Los ricos también lloran. /“Allí respondiera el moro,
bien oiréis lo que diría…”
“Moscovici: Primero sonreímos,
luego nos acostumbramos y un día despertamos con fascismo”. / “Una de cada tres
empleadas domésticas vive por debajo del umbral de pobreza”. Los castaños en la sierra se visten de oro
viejo. “- Yo te los diré, señor, aunque
me cueste la vida…”
viernes, 26 de octubre de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Viaje a ninguna parte
Tren de media mañana. A esa
hora viaja menos gente. Los trenes del amanecer van llenos. Trabajadores, gente
que acude a citas, estudiantes con cara de sueño, gente que tiene algo
ineludible que hacer y acude….
El hombre está sentado, en el
último asiento, en el lado izquierdo del vagón. Ocupa el asiento, junto a la
ventanilla. El cristal está pintorreado por un objeto punzante que lo
desfiguró. El hombre mira al vacío. El hombre viaja solo. Seguramente va a alguna
parte. No exterioriza nada.
Han subido otros viajeros pero el vagón está
casi vacío. Hay ocupado otro asiento un poco más adelante. La megafonía
interior anuncia la salida. Un repiqueteo da a conocer que, de manera automática, se
cierran las puertas. Un artilugio electrónico informa que la temperatura exterior es de 23º…
Es un tren nuevo. De hace unos
años. Estos trenes eléctricos y silenciosos no se parecen en nada a aquellos de
madera que arrastraba una máquina de vapor. Hacían mucho ruido y de la
combustión de la caldera de la máquina se desprendían trocitos de carbonilla.
Eran las motas que se incrustaban en la ropa y la llenaban de tizne.
En el tejado de una de las
casas colindantes a la estación trabajan dos hombres. Hay andamios exteriores. Los hombres han trepado hasta la altura. Desde
la ventanilla - el tren está cerrado
hermético – no se escucha lo que hablan con otros hombres a los que no se ven…
pero los hombres están hablando.
El hombre que está sentado en
el último asiento del tren junto a la ventanilla echa manos a una cartera de
cuero. Descorre una cremallera metálica. Saca un libro. Deposita la cartera en
el asiento que está junto al que él ocupa. Abre el libro…
No lee. El hombre mira por la
ventanilla a través del cristal sucio y arañado. Tiene perdida la vista. Mira
al infinito. ¿Ve algo ese hombre que viaja solo cuando mira al infinito? El
tren ha llegado puntual a la estación de su término. Ha bajado la gente. A lo
largo del recorrido, en otras estaciones,
subió más gente al tren.
Ascienden del subterráneo, porque el tren entra por túnel, por una escalera automática. Los tornos dan
golpes secos y metálicos. Pican los billetes que autorizan la salida de los
viajeros…
jueves, 25 de octubre de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nostalgia
La
búsqueda para llenar el vacío conduce por caminos que se enredan en un
laberinto al que no siempre se encuentra salida. He subido hasta Flores. La
tarde se acortaba. Los rayos del sol doraban las cumbres lejanas de las sierras
de Camarolos, Loja y El Torcal. Por abajo, entre las huertas y el río, las
sombras. Ha pasado, con vuelo pausado, camino del mar, una bandada de garcillas
bueyeras. Los entornos del convento esperan la noche con sosiego y calma. Uno,
en horas inciertas, se debate entre la zozobra y la melancolía.
El gallinero hispano anda
revuelto: no es la gripe aviar. Es la pandemia política. Ahora, además de los
que tienen el gachero, también tocan la gaita de la queja los catalanes. Presionan
para obtener más ventaja y más y más, y todo lo apetecido para llenar buches
insaciables. Hace más de ochenta años don José Ortega escribió: “Pocas cosas
tan significativas del estado actual que
oír que son pueblos (catalanes y vascos) oprimidos por el resto de España. La
situación privilegiada que gozan es tan evidente que la queja resulta
grotesca”. Se conoce que a Ortega ya no
se le lee, o no está de moda.
No se leen tampoco otras cosas.
La gente ha vuelto la espalda o por cansancio o por esa desidia tan nuestra que
se deja que las cosas pasen y pasen y cuando se quiere poner remedio ya no se
puede ni hay manera humana de reconducir la situación.
Sigue su ciclo el campo. Las
lluvias caídas lo ponen cada día más hermoso. Hay un manto verde que lo cubre
ya casi todo. Las gotas de rocío mañanero hacen que brillen con los primeros
rayos del sol y, luego, todo sea un vaho que se eleva y se eleva casi hasta
cuando la mañana llega a su mediación.
La luna llena pone una luz
especial a la noche. Parece que cobra todo su sentido la letra del bolero de
1935 en que Agustín Lara dejó dicho aquello de: “luna que se quiebras sobre la
tiniebla de mi soledad, ¿adónde vas?” ¡Ay, quién lo supiera!
miércoles, 24 de octubre de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Agua de levante
No. No voy a hablar del tiempo,
ni de inundaciones, ni de corrientes en chorro, ni si la borrasca viene por tal
o cual mar o si ahora lo que toca es un aire frío que viene del Polo y va a
poner a tiritar hasta el mismísimo Dios. Por cierto. Ya hay quien ha abierto el
negocio a costa del Niño…
Dicen que Cádiz tiene dos mares
‘la mare que parió al levante’ y la ‘mare que parió al poniente’. Ahora lo
arrecia es una agua de levante – que viene por el mar, por el mar de Cádiz - que
no hay quien la aguante. Peligran más de seis mil puestos de trabajo con lo
malita que está la cosa y con lo bien que pintaba todo esto de los barquitos a
los que llaman corbetas y eso…
La culpa la ha tenido un hijo
de Satanás que ordenó a otros hijos de Satanás que actuasen con mano libre y
motosierra oxidado y se llevaron por delante a uno que no estaba muy conforme
con ellos y, además tenía el atrevimiento, de contarlo y escribirlo en los
periódicos.
Los hipócritas y puritanos de
occidente que cantan según le va en la feria a ellos y no a los demás, se la
están liando parda a los presuntos -
claro – culpables de asesinato por eso de los derechos humanos y por el respeto
a la Ley. Por supuesto que en esa parte llevan razón. Naturalmente que, si actuasen
así siempre, no habría nada que objetar pero…
La gente de Cádiz se toca la
ropa cada día. Los astilleros dan trabajo, mucho trabajo a un montón de gente,
y todo puede tirarse por la borda o irse, y nunca mejor dicho, al garete, y lo
que eran buenas perspectivas es un futuro un poco tirando a oscuro y casi
rayando en ese color que se llama negro.
Hay miedo; casi, pánico. Entre mucha gente
corre un agua de levante que no se aguantan ni ello. Temen lo que se puede
venir encima. Se cumple – ¡ley de vida! – el dicho: “El muerto al hoyo / y, el
vivo – hay otros ‘vivos’ pero esos aunque asoman la orejita, hoy no tocan - ,
al bollo”.
martes, 23 de octubre de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Jamón
“Cuando le dan jamón a un pobre
o está muy malo el jamón o está muy malo el pobre”. Lo dice el Maestro Alcántara. El Maestro que
encierra mucha sabiduría y tiene, también, la fina ironía que Dios le ha dado y
que, además, él ha incrementado con los años.
A raíz del desastre originado por la tromba de agua de hace unos
días hay muchas promesas de jamón. He escrito promesa y no realidad. (Los
pobres sí están malos y bien malos). Las declaraciones son de lo más
sustancioso. No solo la administración Autonómica van a venir en auxilio sino que el socorro,
también, llegará de Madrid.
A Madrid hace mucho tiempo se
iba ‘a por atún a ver al duque’. Ahora
va a venir según nos cuentan – tiene mucho en común con cuento – la solución a
la ruina de muchas personas que lo han perdido, si no todo, casi todo o un
mucho tan grande, tan grande que asusta. “El Consejo de Ministros - han prometido – arbitrará soluciones”. ¡Que
te lo has creído, mataralín, lirero!
Suena a canto de rueda infantil.
El 28 de septiembre de 2012 el
Guadalhorce arrasó –dos vidas por delante, para que no faltase de nada – parte
de la vega de los términos de Álora, Pizarra y Cártama. De fotos, cámaras de
televisión, portadas de periódicos, declaraciones en radio… ¡ Ni les cuento!
Dos pinceladas. Uno de los que
eran responsables de la suciedad y abandono del río, como premio a la gestión
tan sublime realizada durante su gestión,
lo elevaron a una Consejería de la Junta. (Por cierto, ahora también
estaba chupando cámara); otra, el puente de hierro de la Estación de Álora
espera el día de la ‘resurrección’ de los muertos. El, de servicio en la
carretera del AVE en Las Mellizas, sobre el arroyo de Las Piedras, también.
Me dice un amigo que ahora van
a tener más suerte. Hay elecciones a
tiro de piedra. Se juegan mucho y ‘el miedo guarda la viña’. Yo, que no creo en casi nada, le he
contestado que sí, que sí, qu arreglarán caminos, algo de carreteras y alguna
cosilla que se vea… Soy escéptico o a lo mejor es que me estoy haciendo viejo.
¿Serán las dos cosas?
lunes, 22 de octubre de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Brindis
¿Sabes? Era al mediodía; nos
hemos reunido entorno la mesa. Yo había reservado hace unos días. Estuvimos
todos. Sí. Lo sé. Estuvimos todos porque tú, también, ocupaste más sitio que ninguno de los que
estábamos…
Pescaítos, tomates del terreno
- para mi gusto un poco pasadillos, pero
ya sabes que yo soy poco ‘grillo’ - con orégano, aceite del bueno y unos
marisquillos de nada. Navajas a la plancha,
gambas medianitas, sabrosísimas, y unas peregrinas que a Carmen le
encantaron. De vino, un albariño delicioso. En su punto de temperatura. Vamos,
¡de escándalo!
Había gente. Mucha gente.
Hablaban entre ellos. Los camareros iban y venía. Flotaba un olor de aire
acogedor, agradable. Conforme terminaba
la gente se marchaba. Nosotros echamos el cierre… ¡Cosas que pasan!
Brindamos por ti, y por nosotros,
y por esa fuerza que nos une por dentro. ¿Sabes? No te lo he dicho antes, pero
la fuerza eres tú y además, como conoces que somos buenos pecadores, pues eso,
hemos decidido que seguiremos pecando porque así lo quiere Dios y así lo
quieres tú…
El día estaba gris. Llegaron
con algo de retraso. El trabajo acumulado durante la mañana se había estirado
más de la cuenta. Luego como escusa dijeron que delante, por la carretera, venían
dos tractores. Con uno habrían tenido suficiente pero alargaron la producción y
la aumentaron a dos. ¡Más vale creerlo que no averiguarlo!
A ratos llovió. Cayó el agua,
al principio, fuerte. Como un chaparrón; luego, suave y mansa. Como quien hace
una caricia a quien quiere mucho, como la nostalgia que tú nos sembrabas.
Porque había un pellizco grande.
Ah, y no se lo digas a nadie. Te voy a
revelar un pequeño secreto. Lloramos por fuera, pero más, bastante más por
dentro, pero todos nos engañábamos entre nosotros y fingíamos que no, que no
pasaba nada… Y que eso, que uno decía
una tontería y se contestaba con otra. Y en el fondo tú, siempre tú.
Pasó un tren. Luego, otro. Eran
los cercanías que unen Álora con Málaga y lleva a la gente, cada uno con sus
cosas porque en el tren, estoy seguro, iba gente que también llevaría su procesión,
como todos… Ya ves. A eso le llamamos vida…
domingo, 21 de octubre de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. En la linde
La actualidad manda. Dijo un
director del Daily Mirror que había que
escribir de aquello que el lector demandaba en ese momento. No es fácil, ni
saber qué es lo que quiere el lector, ni acertar en contarlo.
Hay un rumor sórdido de dolor.
Viene de la mano del agua. El cielo dejó de ser ese lugar placentero
pespunteado de estrellas y se echó sobre sus hombros un manto gris de nubes
plomizas. No pudo con tanto peso y se rompió…
Al rasgarse primero con luminarias
de relámpagos; luego, con estruendo de truenos. Después, cataratas insostenibles
en las alturas. Se precipitaban hasta el ras del suelo, y en su desborde, lo
inundaba todo. Era madrugada. Esa hora alta donde la muerte la tiene por suya y
¡zas! al primero que pasaba - es que voy a ayudar a otros, pudo haber dicho,
pero ¡ni caso! – se lo llevó por delante.
No sé si la muerte se sonríe cuando
logra su objetivo. No sé si el mal, en sus entrañas negras, se regocija por
dentro. No sé nada, pero sí de la rabia, del dolor, de la impotencia, de todo
eso que pasa por la mente cuando ocurren cosas como estas.
Las imágenes de los pueblos, tremendas.
Ardales, Ronda, Campillos, Teba… Una retahíla larga, larga. Muchas preguntas.
Muy pocas respuestas. Los pilares del puente romano, entre Osuna y Pedrera, han
resistido; las vías del tren en la superficie, no. ¿por qué será? Carreteras cortadas,
balastos arrancados de cuajo, vehículos que flotan como barquitos de papel en
los juegos de los niños…
He bajado a la orilla del río.
¡Qué olor más nefasto tiene el agua de una riada! Allí me he encontrado con
gente. Comentarios de lo vivido aquí el 28 de septiembre de 2012. De las
declaraciones ante los medios. Del silencio y del olvido que vino después. Casi
el mismo que vivirán estas personas que hoy son portadas del momento.
Ruina, dolor, lamentaciones.
Palabras sentidas, y palabrería hueca. Es difícil distinguir ‘las voces de los
ecos’. Quedan algunas evidencias. Hay cosas que no se pueden evitar; paliarlas,
sí. Nosotros nos hemos quedado por ahora
en la linde. El bombero ahogado ya no entrará más por la puerta de su casa. Su
familia conocerá todo el significado de algunas palabra como nunca, jamás….
viernes, 19 de octubre de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Montería
Las encinas tienen las bellotas
maduras; están moradas las acebuchinas, arracimadas en los varetones, como un
rosario de otoño que espera el momento para ir a tierra, y rendirle el tributo que pide la naturaleza.
El monte se ha vestido de oro viejo. Silba traspuesto el viento. Hay un
trasiego de nubes por el cielo azul. Los cantuesos están sin flores. Aulagas y
retamas se dejan bambolear por la brisa que se arranca a media mañana…
Tiene el monte parte del
terreno yermo. No cría nada. Hay roquedos que sobresalen entre la vegetación. Chaparrales, lentiscos, madroños y quejigos, carrascas…. En las
bajadas de agua, chopos y álamos, junqueras, algunas adelfas…
Hay murmullo de voces lejanas.
No está el monte en calma. Demasiado ruido desde el amanecer. Motores, gente
que habla entre ella y se grita, y un silencio roto por algo extraño que va de
quebrada en quebrada, de loma en loma. Trepa, sube a las cumbres, baja a lo más
hondo.
En la espesura están
agazapados, escondidos los animales. Aguardan en connivencia con su sentido de
supervivencia el momento oportuno para poner rumbo a una huida o a la espera
que se aleje el peligro si es que se va por otros sotos o vaguadas.
En un momento determinado el
animal no aguanta más. Le puede una fuerza interior que brota con un hervir de
sangre. Siente el latido de los perros muy cercano. La ralea cruza el monte y
es una jauría que ladra y ladra. Tanto que todo es un atronar de ladridos que se pisan unos a
otros sin misericordia.
El animal comete un error imperdonable.
Abandona la espesura. Deja las matas de tomillo y romero, los matagallos y las
jaras. Se va a campo abierto. Allí es presa fácil. Tan fácil como ofrecer su
yugular a los enemigos y entonces, es precisamente entonces, cuando suena un tiro que se pierde en un
reguero de agudeza lejana como un silbido escapado…
Sentado en ante el televisor
contemplo escenas que dejan atónitos. No sé quién es el animal agazapado, ni
quién forma parte de la jauría que ataca a ladridos primeros, casi a
dentelladas, después. Todo es una confusión y hay una voz que dice que con
muertos habría ido más rápida la consecución de sus objetivos. No doy crédito.
No quiero dar crédito…
jueves, 18 de octubre de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El niño perchelero
Málaga siempre ha mirado al
mar. Le ganó terreno, y lo echó un poco más
allá. Quería alejarlo de la orilla. Era una playa llana y sin profundidad. Los
barcos de caladao no llegaban a la
ciudad…
Málaga sacaba del mar parte de
su alimentación: el pescado. Los tiempos no permitían su conservación.
Utilizaron dos técnicas, la salazón y el secado, colgado en perchas y palos,
hasta que podía transportarse a tierras lejanas.
Al otro lado del río
Guadalmedina, el campo expedito. La
industria, por otro lado, causaba malos olores. Había nacido el barrio de El
Perchel. La ciudad, anclada al este, el río por medio. Limitaba con la Trinidad por el norte; por el oeste, con la
Cruz del Humilladero y el Bulto; al sur,
el mar…
Barrio de pescadores. Hambre,
pobreza, miseria y muertes prematuras por las epidemias o por los que se
llevaba la mar. Pilluelos de pies
descalzos y encallecidos por sus calles.
Un día, un chaval ayuda a su padre.
Venden pescado por la playa de San Andrés. El destino quiere que se encuentre con un cura,
canónigo y santanderino de origen. El
niño lleva el pescado a la casa del cura en la Plaza de la Merced.
Comienza una relación como
recadero. Sobrevive a un naufragio en Guinea. Su protector, don Antonio Ibáñez
de la Riva, lo lleva consigo cuando lo nombran obispo de Ceuta, primero; de
Zaragoza, después. Se abre una carrera prodigiosa. Estudia leyes civiles y
canónicas…
Ocupa altísimos cargos en la
Administración. Presidente del Consejo de Hacienda, Consejero y Camarista del
Supremo Castilla, marqués de Campo Alegre. Lo nombran obispo de Cádiz. Ya
estaba allí la Casa de Contratación y el monopolio del comercio con América.
Funda la parroquia de San Lorenzo y pone la primera piedra de la Catedral…
En su testamento deja
fundaciones para ayudar a los necesitados de Cádiz, un montepío en Zaragoza, en
Málaga una, Nuestra Señora de la Antigua; otra, en San Pedro…
El niño perchelero había
nacido, en 1663, en una casa inmunda de lo que hoy se conoce como calle del Obispo
en una familia venida a menos, murió en Chiclana en 1730. Se llamó Lorenzo
Armengual de la Mota. Su tierra le dio su nombre a una calle. Arranca en calle
Mármoles en la divisoria de dos barrios emblemáticos: la Trinidad y El Perchel.
miércoles, 17 de octubre de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Calle del Agua
Conforme se sube por la calle
de la Victoria, a la derecha. Estrecha y empinada. Apunta a Gibralfaro. Dicen
que antiguamente, - quizá no tanto – estaba abierta al monte. Después la
cerraron y la dejaron como está ahora, o sea, sin salida. En Málaga hubo otra
calle del mismo nombre entre Comedias y Nosquera. Es otro sitio; otra historia.
Enrejada y de edificios a media
altura. Es angosta y hace un poco de curva como quien quiere invitar a que se
entre en ella porque dentro encierra aún más encanto, más misterio, más belleza
que oculta a los que llevan prisa y quieren pasar de largo.
Debe su nombre al pozo que
abastecía al barrio. Málaga de pobreza y desarrollo incierto en su expansión después de la toma de la ciudad en 1487. Excavaciones
en su suelo han dejado al descubierto que también hubo allí dos mezquitas
almohades y un panteón nazarí…
En la esquina, la que da a
calle Victoria, construyeron una capilla de devoción popular. Se veneran a Jesús
del Rescate, y a la Virgen de Gracia. Las imágenes se procesionan en la noche
del Martes Santo.
La cofradía – en sus orígenes
unida a la Orden Trinitaria - se fundó a raíz del rescate de la imagen de
Cristo del poder musulmán en Mámora, 1682, reino de Fez. Sus comienzos en la
calle Liborio García, en el ‘Conventico’, luego, San Juan, Santo Domingo, Santiago… Destrucción
casi total en los acontecimientos de 1931. Se refunda en 1949
El pintor Leonardo Fernández la
llevó al lienzo que sirvió de Cartel -
magnífico cartel valorado y exaltado por los entendidos - anunciador de la Semana Santa de Málaga en
2008. Jesús maniatado, con túnica roja y cíngulo dorado, bajo un olivo a la
sombra de una antorcha, premonición de Getsemaní y la Pasión que venía; al fondo, Málaga con
la torre enhiesta de la catedral que pincela un horizonte de azul y nubes.
La calle del Agua, corta en
longitud ha conseguido una prolongación que no podría haber soñado nunca. El Maestro Alcántara acuñó, algo bellísimo:
“La Virgen de Gracia era mi vecina de enfrente cuando yo era niño”. Y si lo
dice el Maestro, ahí se para el sol.
martes, 16 de octubre de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Doctorado en Solidaridad
A Nadal, Rafa Nadal, para los que tienen mucha
confianza con él, no le hacen falta fotos de portadas en los periódicos,
imágenes en las televisiones ni zarandajas de ningún tipo. Lo tiene casi todo.
El ‘casi’ se le puede quitar ya. Lo tiene todo. Acaba de aprobar “cum laude” el
Doctorado en Solidaridad.
Verán. Sant Llorenç des Cardassar es una población
de la isla de Mallorca a poco más de diez kilómetros de Manacor, en la punta
este y muy cercana al mar. Acaba de vivir una tragedia consecuencia de una
naturaleza desatada y una nefasta gestión de algunos hombres.
En el pueblo confluyen tres
rieras – en otros sitios las llamamos cañadas o arroyos secos, pero es lo mismo
– dentro del casco urbano. Alguna mente lúcida y bien embadurnada
presuntamente, claro, no quiso ver que
allí no se podía construir, pero… El desborde de tanta agua ha sembrado muerte,
desolación y mucho barro, más del necesario.
La solidaridad ha saltado.
Entre otros el tenista Rafael Nadal con botas de agua y traje de faena ha
cogido una pala y se ha puesto a quitar suciedad y barro. Se ha volcado en ayuda
a los demás vecinos que las estaban pasando mal, bastante mal.
Como siempre la pléyade de
mediocres – no voy a citar ni a uno solo
– ha salido con una batería de insultos y descalificaciones. Son tan pequeñitos
de mente que han llegado a decir que lo hacía para ‘chupar cámara’ y darse
publicidad… Pienso que no merecen ni la rabia que uno siente por dentro ante estas
posturas.
Ese señor que domina el tenis
el mundo, que debe tener una fortuna acumulada, ha puesto, además, su ciudad deportiva para ayudar a paliar las
necesidades que de momento acuciaban a los vecinos: un lugar donde no pasar
frío, un techo donde no mojarse porque seguía lloviendo y un resguardo de la intemperie donde reponer
fuerzas. Algo lleno de humanidad y corazón.
Dentro de nada la catástrofe
habrá pasado al olvido. Quedarán las
imágenes de hombres que se juegan la vida buscando el cuerpo de un niño pequeño
y la solidaridad de un gran hombre que se metió en el fango con un cepillo y
unas botas de agua. Otros hombres y mujeres también lo han hecho pero ustedes
me entienden…
lunes, 15 de octubre de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Susona
Hurgo en los papeles de quienes
saben de Sevilla – y de otras ciudades, claro, que es una manera de enterarse y
documentarse- de sus cosas. Leyendas, traiciones y
tradiciones, historia, devenir en el cada día. Lo que pasa...
Sevilla, a finales del XV, está
poblada por gente de tres religiones. Cristianos viejos, judeoconversos o
cristianos nuevos y musulmanes. Los primeros imperan, mandan de oficio; los
segundos, - banqueros, mayordomos, prestamistas – mandan de hecho. Es la
población judía a quien el pueblo no perdona que manden en la economía.
Los judíos habían llegado a
Sevilla desde Córdoba. No tenían sitio en el Califato. Se instalan entre la
Magdalena y San Lorenzo; luego, crean su propio barrio, la Judería. Allí tienen
su vida con apariencia cristiana según las malas lenguas pero con prácticas
hebreas en la intimidad.
Aparece Susana Ben Suson, ‘la
Susona’ hija del banquero Diego Susón.
En su casa se gesta una revuelta. Ella enamorada de un caballero cristiano le
relata lo que se avecina; delata a los suyos. La rebelión es reprimida de
manera sangrienta y horrible. Costumbre de la época.
Entra en juego la leyenda. Ella
arrepentida acude al Catedral. Pide
asilo. Reginaldo de Tolelo, obispo, la bautiza le manda que viva de manera
discreta y purgue su pena en un convento. Pasado el tiempo vuelve a su casa;
vida critiana y ejemplar.
Segunda versión. Amante de un
obispo, tiene dos hijos. Abandonada se amanceba con un comerciantes de la
ciudad. Vida licenciosa y de escándalos. Difícil de entender en una sociedad de
aquel tiempo.
Una tercera versión se une
estrechamente con la anterior. Cuenta que se dedicó a la prostitución. Al abrir
su testamento encuentran una manda donde ordena que separada su cabeza del
cuerpo la coloquen sobre su puerta – macabra imagen – para que a todos los
transeúntes sirva de ejemplo su desdicha.
¿Qué hay de cierto en todo? La
cabeza, dicen los papeles permaneció durante mucho tiempo, a lo largo de
1600. Se conoció con el nombre de la
calle de La Muerte. Después se colocó un azulejo con una calavera… La calle
Susona – angosta y lóbrega, casi sin sol sol - arranca en la Plaza de Doña
Elvira, barrio de Santa Cruz, Sevilla.
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