Muchas palabras hermosas tienen una ‘O’. Dios, amor, corazón,
pasión, ilusión… muchas palabras hermosas tienen otras letras y otros mensajes.
Muchas palabras son nuestras compañeras – que es femenino, pero que tiene un ‘O’
- en nuestro deambular diario.
José María Pérez Lozano era un hombre excepcional. Yo solo
lo vi una vez en vida. Yo era un muchacho lleno de deseos - ahí van un puñado de ‘O’ - y
asistí a una conferencia que nos dio una tarde de invierno de esas que
anochecen pronto. José María Pérez Lozano era alguien importante por otras
cosas, naturalmente. Yo, entonces, no tenía capacidad para calibrar al
personaje que teníamos frente a nosotros.
Lorenzo Orellana nos
introdujo en el mundo de la literatura. Un día nos habló de la obra de José
María Pérez Lozano. Nos dijo que era un hombre comprometido y que había escrito
obras muy importante: Las campanas tocan
solas; Dios tiene una O…
Conocí la obra de aquel hombre nacido en Navalmoral de la Mata, en el campo
de Arañuelo, que besa el Tiétar; al
fondo, Gredos . Leí y releí su prosa que yo no sé si es poesía de la escuela de
Juan Ramón, o es sencillamente algo – algo, también tiene una ‘o’- sublime que
es poesía en sí misma y que nos lleva embebidos como abejas que liban en las
flores.
Mi amigo, Fulgencio, - que también tiene una ‘O’ – me envía
un listado de aquellos libros que iban con nosotros de la mano. Entresaco: “Liber apertus in mensa. In manu
sinistra navis. Manus dextra in ore. Oculi in coelum. Ita laboris?” (Libro abierto sobre la mesa. En la mano
izquierda un barquito. La mano derecha en la oreja. Los ojos en el cielo. Por
tanto, trabajas?)
Le digo que a José María Pérez Lozano lo releo con mucha
frecuencia y, entonces, va y me contesta: “Ya lo sé. Es que José Morales tiene
dos ‘O’; Fulgencio y todos los amigos
que hoy se han venido a arroparme, también.