La calle Panaderos,
hoy, en Valladolid no tiene nada ver salvo la coincidencia de nombre, con la
que había en la segunda mitad del XIX.
Allí, en el número 23, en 1865, nace Tiburcio Arnáiz. Hijo de Ezequiel,
empleado de un taller de tejedores, queda huérfano con solo cinco años.
La infancia, dura;
penurias económicas. Entra en el seminario. Luego, viene a dormir a casa.
Compagina los estudios con la ‘profesión’ de sacristán del cercano convento de
San Felipe de la Penitencia de las Monjas Dominicas – que ya son rebuscadillas
para encontrar un nombre –. Permanece allí hasta 1890 en que se ordena
sacerdote.
Pasa a Villanueva
de Duero. Le animan a opositar a una parroquia de más entidad. Cambia las
cencellada del páramo por los vientos fríos de Gredos: llega a Poyales del Hoyo,
en la provincia de Ávila; luego, a Toledo; Doctor en Teología; entra el
noviciado jesuita.
Su destino en
Málaga le lleva al contacto diario con los más humildes. Los ‘corralones’ en El
Perchel es el lugar asiduo de P. Arnáiz. Tiempos de convulsión política y social.
Hombre muy comprometido: fe en el Corazón de Jesús y caridad. Comienza una
labor de ‘misiones’ por los campos de Málaga. Llega a Las Mellizas, pedanía de
Álora.
Allí construye una
ermita. Don Rafael Benjumea y Burín, Conde de Guadalhorce, la edifica en el solar de un olivar
cedido por Isabel Díaz García, en la “Loma de las García”. Él mide
personalmente el terreno ayudado por el niño Cristóbal Trujillo Navarro,
realiza los planos de la ermita, y supervisa su edificación.
Las obras comienzan el 18 de septiembre de 1924, dos años
antes de su muerte. Antonio Aranda Roldán saca los cimientos y levanta los
muros. La ermita fue terminada por Tomás Salas Estrada. Consta de una sola nave
rematada con ábside que culmina en bóveda.
Estos días con una serie de conferencias y una exposición
en la Casa de la Cultura se reivindica y divulga la labor de este hombre de tez
enjuta y seca, muerto en olor de
santidad, el 18 de julio de 1926. En Málaga capital se levantó un monumento
costeado por suscripción popular como homenaje a su obra. Su sepulcro en la
iglesia de la Compañía de Jesús es una peregrinación constante de gente que le
sigue fervorosamente…
No hay comentarios:
Publicar un comentario