viernes, 3 de febrero de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Febrero ha venido

Febrero, refranero y frío ha llegado como todos los años. En su momento preciso y justo el día que tenía que hacerlo. Es decir, un día después de que se haya ido enero, que es lo que tiene que ocurrir.
Febrero ha venido con las cigüeñas, que ahora ya no se van. ¿Adónde van a ir las cigüeñas que estén mejor que aquí? Con la Candelaria sin hogueras al atardecer en el campo, con San Blas sin bendiciones de roscas - ¡ay, que se va perdiendo todo! - en las misas tempraneras…

Dicen que nieva en otros sitios; dicen que llueve a disgustos de casi todos, y a gusto de unos pocos; dicen que las dehesas de Extremadura están vestidas ya de verde y esperan que llegue la primavera, dicen que ya verdeguean las campiñas…

El periódico, de otras cosas, cuenta y no acaba. El señor de pelo de purpurina se ha empeñado en helarnos también por dentro. Don Antonio Machado hablaba de una España habría de helar el corazón al españolito de aquel tiempo, y ahora, además de España, viene uno de muy lejos y también anda manos a la obra.

Algunos políticos patrios se empeñan en seguir en la nómina de los impuestos de todos nosotros. Eso de vivir de la sopa boba da un gusto añadido, y si encima, se creen que engañan al personal… Algunos no se van ni con agua caliente. Claro, mirándolo despacio, tienen difícil el lugar al que dirigirse.

Dan la respuesta ellos solos, como aquel de mi pueblo que se encontró al amigo y le dijo que su Juanillo tenía novia, y que si la conocía, y el otro no se cortó un pelo, y fue y le dijo: “pero conozco a tu Juanillo”.


El patio - ¿será porque Febrero es locuno y muy revoltoso? – está como para decir, “niño, cierra la puerta por fuera”. Pero ya ven no nos hacen ni puñetero caso, mientras, Febrero, a lo suyo, con días en que “busca la sombra el perro”, y los precios el bolsillo del contribuyente.

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