martes, 7 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Fuego

Solo a dos locos se les puede ocurrir una cosa así. Pero no a dos locos cualesquiera. No. Solo a dos locos de remate. Porque a nadie, en sus cabales, se le ocurre citarse en Estepa… un día de San Fermín. El maestro Barbeito y el que suscribe han partido el camino para hablar de sus cosas. Y ante eso, amigos, no hay quien ponga barreras al campo.

Dice la publicidad turística que el sol pasa el invierno en Alicante. No lo sé. Lo que sí sé porque lo he padecido es donde pasa algunos días de verano. Hoy sin ir más lejos. Hacía chiribitas en entre las calles de los olivos con las varetas dobladas de aceitunas que ya tienen cuerpo…

De verdad. En la campiña sur de Sevilla caía el sol a pedazos. Un castizo diría que caía fuego. Candela escapada de un horno sin tapadera. Candela como la que pintaban en aquellos cuadros de la Virgen del Carmen redimiendo penitos del purgatorio a los que tendía sus escapularios.

Naturalmente no nos ha pasado por la cabeza ni comprar polvorones ni mantecados ni alfajores ni ninguna de esas ‘porquerías’ que tanto gustan cuando suenan los Villancicos y dicen que los pastores bajan de los montes de Belén… Por cierto, mi amiga Mariló me recomendó, la pasada Navidad, “La Despensa de Palacio”. Fui, vi y pequé. Como está mandado (¡Ah, no me dan comisión!).

El maestro está espléndido escribiendo. El maestro se saca unos versos como un ruiseñor el canto cuando sabe que viene el alba. Yo no estoy autorizado para ir un poco más allá de lo que debo y es él quien anunciará cosas nuevas y muy buenas para dentro de muy poco.

Me meto en fuera de juego. Adelanto  Tienen mucho que ver: Encinasola y Álora; en medio,  la Virgen de Flores…Y, Abel Moreno y Fermín Adame y todos esos hilos que no sabemos quién pero que hay Alguien que los mueve…

Remato con un recuerdo entrañable de Andrés Díaz, ‘Andrés, el carnicero’. Regresaban de un festival flamenco. Casi amanecía. Paran en Estepa para un descanso. Hacen acopio de ‘material’. Andrés pasea;  pantalones, caídos; manos, en los bolsillos. Le preguntan:

-          Andrés y tú a tu mujer ¿qué le llevas?

-          Na, na… cuatro años, cuatro años.


Yo, ni eso…

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