Si vas
a Teba de la mano del refranero ni entras.Mira qué muestrario: “Dale y vete a
Teba”; otro, “Los de Teba y los de Ardales, todos son tales” y otro: “Todos son
males: salir de Teba y entrar en Ardales”. (De los soeces y mal gusto te
libero).
Si vienes desde Campillos párate en el arroyo de la Venta. Deja el coche antes de llegar al desfiladero; acércate a pie. Escucha cómo
graznan las grajillas: prolongan el eco
estridente dentro del corte de la piedra.
Desde lejos, el
castillo de la Estrella - a verdad, que algunos castillos tienen el nombre
hermoso, y más si como éste parece recortado en cielo - te da la bienvenida con
la silueta desmancada pero llena de plasticidad y belleza.
Teba tiene
historia vieja. Conoció la presencia del hombre desde muy antiguo. Útiles en
piedra y bronce hallados en el Pilarejo y en la Cueva de las Palomas, son
testimonios de aquellos tiempos.
Los romanos le
dieron entidad y construyeron el primer baluarte defensivo del castillo, o sea,
un recinto amurallado porque ellos no construían castillos y dejaron este
menester para los que vinieron después, en la Edad Media.
Los musulmanes
sí dieron un empuje grande.A finales del siglo XIV, las tropas de Alfonso XI de
Castilla ( al que se lo llevó de este
mundo la peste negra cuando acampaba en
Algeciras) conquistaron la villa: fue línea de frontera.
Pero quizá lo
más curioso de la historia de este castillo viene en lo que te cuento ahora.
Black Douglas,
comandante jefe del ejército escocés, que va de camino a las Cruzadas,
transportando consigo el corazón del rey de Escocia Robert de Bruce (¡qué
gustos los de la gente de entonces!
¿verdad? ) tiene noticias de lo que pasaba por los contornos de Teba. Se alió
con los cristianos que por entonces asediaban el
castillo. Murió en el empeño ¡Y es que hay caprichos que matan!
Una placa
recuerda el hecho.
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