viernes, 31 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Los ríos

Dicen, los que saben, que los ríos son corrientes de agua continuas que se dejan ver por la superficie. Cuando a las aguas que lleva el río se le unen las aguas de otros cauces, entonces, aparece esto tan temible que se llama riada.

Mi amigo José María – porque entre los amigos se habla de todo – me dice que teme que cuando menos se espere puede venir una de ‘mondar peces’. Es decir eso que llamamos una gota fría. Y, entonces, no hay río que de salida a tanta agua.

Dicen que al agua que llevan los ríos en verano se llama estiaje. Cuando éramos niños, los bañaeros del río era la salida para las tardes de verano. Había un rosario de lugares para bañaeros: la Playita y la Puente junto al túnel; los remolinos; la cuesta del rio; la argamasa; la nerisca...

Todos tenían su encanto y, sobre todo, tenían la ‘cercanía’ de alguna higuera, ciruelo, granado… algo tan buscado, deseado y recurrente para mitigar el hambre que aparecía después de las horas de baños lentas, largas, placenteras…

Los ríos eran también lugar de salida natural para pastos de animales: bestias, vacas, algún cabrero que cruzaba por la orilla… Quien iba a buscar las cañas para canastos, cañizos y enseres; quien sacaba las aneas para después de un proceso, echar los asientos de las sillas.

Los ríos siempre han sido un cauce de vida. Por el río subieron civilizaciones. Traían y se llevaban lo que podían. Los pueblos junto a los ríos tienen un sello especial. Hay ciudades que no se entienden sin su río. Otros ríos son más modestos. Tienen su encanto y todos tenemos algún recuerdo de algo que pasó junto al río.


Tienen su leyenda negra y su leyenda rosa. Tienen el sitio prohibido y tabú donde un hálito de misterio flota y deja un no sé qué que repele y ante el que siempre se muestra un respeto especial. Y tienen el lugar del recuerdo: “Yo recuerdo aquel río / que nos fuimos a bañar / aquel agua tan fría y tu forma de nadar / en el río aquel”. Y todo lo demás. Era otro tiempo, era el tiempo en que Miguel nos hacía soñar...

jueves, 30 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Luna azul

Voy a Torremolios, al caer la tarde, cuando el sol decide que ya está bien por hoy. El mar, azul y salpicado de pañolitos blancos, está ahí desde siempre y ve una vez más como se acaba el día.

Recogen las toallas los últimos bañistas. Dicen que cuando entra el ‘Melillero’ al puerto de Málaga una ola de rebufo barre la playa, recoge todo lo que hay el rebalaje y es una atracción para la gente que solo viene a las cercanías del mar en los días de verano.

Pasean por la orilla; juegan con un perro grande. Otros lo hacen  por el paseo marítimo. Se bañaron en el hotel. La ropa nueva canta, desde lejos, que son turistas de ocasión, que no son los amantes del mar sino que buscan las experiencias que luego contarán a sus amigos que se quedaron tierra adentro.

Acudo a la llamada de la amistad. Suelen tener conmigo la gentileza de llamarme y yo siempre acudo. En la vida hay muy pocas cosas que sí merecen la pena. La llamada de los amigos está entre ellas.

El mar, a medida que entra la noche, se torna oscuro. Se hace enigmático. En la lejanía se encienten las luces de las traíñas. Las traíñas son esas barcas pequeñas que no sabemos si vinieron de la mano de los fenicios o de los romanos o de vaya usted a saber de quién. Pero son algo tan del mar de Málaga que si no las hubiesen traído habría que inventarlas.

Dicen que allá al otro lado del mar, más allá del horizonte, esta noche de luna azul un puñado de hombres aguarda que las sombras sean más largas para subir a una patera. No tienen poesía ni encanto ni belleza una patera. Solo van cargadas de hombres y de sueños. Muchos, ojalá no se esta noche, terminarán en un cementerio que no tiene las paredes blancas ni cipreses en sus tapias.


Paseo por la orilla del mar. Hablamos: Andrés, Emilio, Alfonso… Las mujeres se han adelantado un poco. Hablan de sus cosas; nosotros, también. Es una noche de luna azul. El mar está ahí, donde siempre, como siempre.

miércoles, 29 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cosas de verano

Los tabarros se iban y se venían esta mañana temprano a las uvas de la parra como quien va a lo suyo. Tienen un enemigo natural que madruga más que ellos: los mirlos pero no les importa. En cuanto el sol apunta por el Cerro de la Fiscalas ellos inician su viaje mañanero.

Comparten y no se pelean. Hay para todos. Aún no han aprendido esa lección de los políticos al uso que se dan puñaladas. La naturaleza es más sabia y más noble. Y, para cuando den de corto ahí están ya las higueras con los higos chorreando miel por el ombligo.

Los tabarros a esa hora me recuerdan a aquellas beatas que acudían a la misa de alba del pueblo. Velo sobre la cabeza, misal bajo el brazo y a ‘desayunarse’ con el manjar divino. Los tabarros saben que estas uvas no van para vino y, ellos, que no son nada irreverentes, le aligeran el camino antes que lleguen a la mesa.

Las uvas – por Santiago, la más tempranas ya tienen la sazón oportuna – están en su punto óptimo de madurez, color y azúcar. Son néctar puro. Están resignadas porque lo saben que ellas no tendrán el fin divino de aquellas que serán vino de misa… Así es la vida.

Zureaban las tórtolas en los álamos del arroyo. Desde el comienzo del verano están por aquí. Cada vez se ven menos, es verdad. Pero es una delicia escucharlas. Estaban en competencia con un ejército invisible de chicharras que anuncian que el día promete, como prometió en el ayer y el antier y el otro, y el otro… Ni un respiro desde que comenzó julio.

Dice el periódico que, al parecer, han sido dos chispas las causantes de los incendios de Ódena y de las cercanías el Burgo de Osma. Una en la trituradora de paja de una explotación agrícola; la otra, en una cosechadora.


Los tábarros, las tórtolas y las chicharras son totalmente ajenos a los hechos. Esperemos que en este país nuestro nadie ose acusarles a ellos, porque cuando se leen las tonterías que se leen para justificar lo que no lo tiene… 

martes, 28 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Caló

“Por la mañana el rocío, / al medio día calor, / por la noche los mosquitos / no quiero ser labrador”. Cantaba la copla popular  de boca en boca para quien quisiera enterarse si es que había alguno que se hacia el lipendi como si no fuese con él.

Este julio de fuego parece que se despide como quien no quiere irse. O sea con paso corto, muy cortito, vista al frente y cara de mala leche (aunque se le parezca no es lo que usted está pensando, que no hombre, que no).

Se ha hecho largo el puñetero. Abrasan las mañanas, achicharra al medio día y no  refresca por las noches. Es que como aquellos cines que ofrecían películas de sesión continuas muy malas y que no terminaban nunca enlazando un rollo con otros.

A eso de las dos que yo no sé si es hora solar, hora peninsular, hora de las islas Canarias o la hora de machacar al que osa a salir de la madriguera, el sol caía a plomo sobre el arroyo Jévar. No se movía un alma. Pasó un coche y llevaba detrás de sí una estela de polvo seco que formaba una nube suspendida esperando una mano que le empujase hacia algún lado.

Están achicharrados los rastrojos y los cuatro pajotes que se mantienen en pie anuncian un canto a la supervivencia. Se han perdido los pájaros. ¿Dónde se meterán a esta hora los pájaros? Solo cantan, a rabiar, las chicharas desde muy temprano, desde casi antes que apunte el sol por el cerro de la Fiscala. Calor, demasiado calor.

Me viene a la mente la anécdota que contaba mi amigo Agustín Lomeña. Era al medio día. La Fuentarriba estaba desierta. Solo ellos dos en la inmensa soledad de la plaza.

-          ¿Jace caló? preguntó por romper el silencio.


-          ¿Caló?, Cal, caló, no jace, pero jace caló´, contestó el otro y encima, se quedó tan pancho.



lunes, 27 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mirlos

Los mirlos son los pájaros más madrugadores que conozco. Bueno, los más puede que no. Se les adelantan las frailecillas que reciben a las primeras luces del día cuando las estrellas se las andan recogiendo las migajas que se dejaron esparcidas por el cielo.

Digo lo de madrugadores porque cuando llegan los rayos del sol ellos ya vienen de vuelta. Llevan las uvas de la parra de calle. Verán. Como toda fruta, las uvas maduran a su aire y penden los racimos entre los pámpanos esperando su momento y su hora. Los mirlos lo saben y, cada mañana, acuden en busca de las que están a punto.

Los mirlos son unos pajarillos escandalosos. Su canto tiene más en común con los silbos que con las melodías sensuales. Cuando se ven sorprendidos arrancan el vuelo y sortean el espacio hasta dejar un número considerable de árboles por en medio hasta que se sienten seguros en la distancia.

Los que saben hablan de mirlos de jardín; otros, de los mirlos de agua… Los primeros son esos pajarillos negros con el pico y las patas amarillas que viven en los parques urbanos. Son los mirlos que cantan en medio de esos ruidos de coches, de los gritos hy el murmullo. Ellos, indiferentes, van a lo suyo.

 Los segundos, trepan por los arroyos en la frondosidad del bosque. Se sumergen en el agua y comen todo lo que tienen de alimento las aguas cristalinas, esas aguas de alta montaña. No tienen el plumaje tan negro. Parece como si se acicalaran con otros colores para evitar sospechas.

Los mirlos de las huertas son los más sabios del mundo porque son los que mejor se alimentan. Se comen todos los bichillos que crecen en los hoyos de tomates. Las almácigas para ellos tiene el encanto especial. Hurgan como los profesionales del gorreo en los platos de langostinos de Sanlúcar, todos parecidos – los langostinos, claro; ellos, no -  pero todo exquisitos.


Y para postre son suyas todas las frutas de la huerta. La uvas tempranas con su encanto de azúcar primero; las higueras borrachas de higos que gotean miel por los ombligos; ciruelos sensuales carnosos; las bayas de los vallados… Estos mirlos son los seres más afortunados de la Creación.

domingo, 26 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. De Panes a Potes

El viajero dejó el mar en Unquera, enfiló hacia Panes y se adentró en los Picos de Europa por el Desfiladero de la Hermida. El viajero no sabía si transitaba por un cuadro de Carlos de Haes. Lo que sí tenía por cierto era que el pintor belga se había llevado aquellos paisajes a sus lienzos.

El viajero, mejor, la carretera subía a compás del río Deva. Antes de entrar en el Desfiladero supo que ya traía unido el Cares y que sus aguas seguían siendo limpias, puras y gélidas. Saltaban entre las rocas y el verdor de las montañas, a ambos lados, bajaba hasta la lengua del agua.

El viajero se desvió un poco más adelante, hacia la izquierda, y se acercó a Santa María de Lebeña. Santa María tiene más de mil años sobre sus piedras y mucha leyenda. Que si el conde Alfonso se quedó ciego porque Santo Toribio no quería venir a enterrarse allí, que si sus solados, también. Todo tuvo arreglo. Desisten del intento y recobran la visión.

Cuando llega a Tama sabe que entra en la Liébana. Ya es campo más abierto en la medida que el campo es abierto en estas tierras. Prados con cercados de piedra; restos de nieve, en las cumbres. Un indiano plantó una palmera delante de su casa.

Pregunta por don Marcial al que conoció en un curso de verano en la Menéndez Pelayo. Le dicen que don Marcial lleva unos días fuera… Deja recado y sabe que cuando vuelva don Marcial lo llamará y lamentará que no le hubiese avisado.

En Potes busca alojamiento. Ni hoteles, ni hostales ni pensiones… Todo lleno. Se lo dice a la señora  que lo atiende en la barra del bar.

-           Puede que haya algo en San Glorio…

Y, cuando la mujer sabe de los kilómetros que trae andados y a la distancia que queda San Glorio se agarra al teléfono y le busca una casa donde admiten huéspedes.


El viajero cae rendido. A la mañana siguiente lo despiertan el azul turquesa que se adentra por la ventana, los campanos de las vacas que pastan, la brisa, el olor a yerba recién segada... Los Picos de Europa se recortan en el cielo. El viajero no lo olvidará nunca.

sábado, 25 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Fiestas

España arde abrasada por el calor de julio que este año parece que viene con cosecha abundante. España arde, también, en fiestas. Santiago era la fiesta por excelencia por lo del patronazgo, por lo de las peregrinaciones, por lo que aquel Ministerio de don Manuel – que se decía dueño de la calle y del turismo – nos vendía.

De niño eso de ir a la playa era un acontecimiento. Los que más o menos vivimos cerca del mar el agua salada era el premio a no se sabe muy bien qué méritos pero eso de llevarnos a la playa era el sueño de muchos.

Venía gente también de otros lugares. En la estación anunciaban que, a media mañana pasaría  un tren “botijo”. Venía de Córdoba. Era un tren especial. Un tren con vagones de madera y una composición hecha ex profeso para acercar a la gente hasta el mar.

El tren botijo salía de Córdoba con las primeras luces del día. Era un tren sin paradas ‘oficiales’ en su recorrido, pero que le daba paso, o sea preferencia de circulación, a otros trenes que hacían su recorrido habitual. Un problema añadido a eso de la vía única.

Cuando el tren asomaba por la curva de los Callejones de la Barca ya venía con marcha reducida. Siempre tenía parada aunque naturalmente ni subían ni bajaban viajeros. Solo era un estacionamiento de cruce que, en ocasiones, tardaba para desesperación de los usuarios una eternidad.

El tren desaparecía entre la penumbra del túnel. Todos los que llevaban las cabezas asomadas por las ventanillas como en  un resuello se metían para adentro. La carbonilla, el humo de la máquina, el calor acumulado…

Cuando era un verdadero espectáculo era al caer la tarde. Regresaba. Lo que por la mañana había sido la salutación a lo novedoso, ahora era la constatación de la tragedia. Enrojecidos como salmonetes, quemados por sol del día… Eso de protectores aún ni se soñaba. Trasponía el tren botijo camino de su estación de origen…


Aquellos trenes botijos fueron la felicidad de muchos que veían al mar por primera vez. Santiago seguía en su sitio y julio consumiendo fechas. Solos de trompetas en los bailes de las plazas: “España Cañí”, “Paquito el Chocolatero” “En er mundo”…. España ardía, como arde ahora, achicharrada por el sol de julio. Fiestas.

viernes, 24 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Justicia

Se abren los periódicos y saltan las sorpresas. Hay días en los que es difícil comprender decisiones, determinaciones, resoluciones… Se llame como se le quiera poner al niño hay cosas que tienen un entendimiento con muchas dificultades.

Queda claro que sus Señorías ejecutan lo que el Legislador le puso en un texto. Uno, a veces, se pregunta, en qué estarían pensando algunos Padres de la Patria que redactaron aquellos textos que luego, pasando el tiempo, tendría que aplicarse a los españolitos de a pie.

Hay momentos en los que también le pasan por la cabeza pensamientos raros y se pregunta si es posible – vamos, solo presuntamente – si algunas Señorías pueden equivocarse en la aplicación de algunos principios legales y por eso se lee lo que publican los medios.

Alguien dijo que el sentido común es el menos común de todos los sentidos. No andaba muy equivocado. Que Barcenas, los Pujol y toda esa reata – les libero de los principios de náuseas que puedan aparecer con solo leerlos – estén en la calle, al fresco de una terraza, de una piscina, de una playa o dónde coño quieran meterse, y no entre rejas, cuesta un montón, pero que un montón darle crédito.

Tiremos por la vía de en medio. Hace calor, mucho calor. Esbocemos una sonrisa porque si no, nos puede subir la adrenalina y ya se sabe, eso no es bueno. Nos quedamos con la aplicación de justicia del de mi pueblo.

Llega al  Juzgado de Paz. Pide al personal de servicio hablar con el Juez; lo recibe y el hombre todo correcto se dirige a Su Señoría:

-          Don Francisco ¿Cuánto lleva de multa pegarle una par de bimbas a uno que me está importunando más de la cuenta?

El Juez que lo ve venir:

-          Hombre, depende, entre cinco y diez mil pesetas a criterio del Juez que tiene que valorar los agravantes y atenuantes…


-          Pues, váyame usted aforando, diez mil duros…


jueves, 23 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Granadillas

Ya están aquí como esas muchachas  que se abrían a la vida y de las que hablaba don Manuel Machado: “Todas las primaveras tiene Sevilla / nuevas tonadas de seguidillas; / nuevos claveles, y niñas que por mayo se hacen mujeres”. ¿Se acuerdan?  Preciosos versos.

Ellas son como esas niñas  que se ruborizan cuando se cruza su mirada con el amor descubierto al revolver de una esquina en una tarde cualquiera cuando el verano aprieta y el moreno se sube a la piel. Y, entonces, nace ese cosquilleo sublime por dentro…

Ellas son como las adolescentes que caminan hacia una madurez otoñal cuando remitan los días y se alarguen las noches. Ellas son como esas mujeres que ya, desde mucho antes, apuntan y dicen todo y lo mucho que llevan dentro. Y asombran y dejan sin resuello.

No sé, aunque lo intuyo, dónde mi amiga Marilina ha capturado esta belleza que empieza a abrir y que va dejando de ser granadilla para convertirse en granada de granos sensuales y perlas escapadas de una diadema de rubíes.

Alguien escribió de ella – de la granada – que es la más excelsa de todas las frutas. Otro Alguien, ese que manda en los vientos y en las flores, en las estrellas y en las espumas de los mares  dijo solo habría dos seres en la naturaleza que llevarían corona: su Madre a la que le dio por nombre María y la granada.

Están en los vallados de los caminos. Se bambolean cuando las brisas – que, por cierto, estos días deben andar de vacaciones – se asoman al camino y ellas, en los pimpollos reclaman atención y se dejan ver, todo coquetas, todas sensuales, todo lo provocativa que suele ponerse una adolescente.


Dan los buenos días a los mirlos madrugadores, a los pajarillos que juegan al pilla-pilla entre las frondosidad de las zarzas y en los cañaverales que tienen una música especial de flautas de otra materia y que se dejan acompañar por el tintineo de los chopos… Ya están aquí. Son las granadillas, como abanderadas, que preludian al otoño que vendrá ya mismito.

miércoles, 22 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ligeros de gatillo

“Yo que tú, forastero, no habría venido”. El Saloon respiraba polvo del suelo, de la botas de los vaqueros, de los cañones de las pistolas que un ratillo antes había acribillado a tiros a no sé quiénes que pasaban por la calle.

El hombre del piano, es decir, el hombre que tocaba el piano se escondía detrás del mostrador. Las chicas de vida alegre se recogían los vestidos de colores vivos. Subían a toda prisa por las escaleras hacia los pisos de arriba…

El hombre que había tenido una vida oscura, muy oscura pidió un güisqui en vaso corto y lo bebió de un sorbo. Un golpe seco reclamaba al camarero, que tenía tanto miedo como el pianista, que lo volviese a llenar. Lo llenó.

Había en aquella taberna con más de garito que de establecimiento decente  mucha ligereza de gatillo. Era el oeste americano. Era la tierra que media entre las Montañas Rocosas y esos lagos que parecen mares, con praderas de búfalos y con indios tontos a los que mataba, uno a uno, el teniente guapo el Séptimo de Caballería de Michigan.

No estamos en el oeste. No. Vivimos en un país del viejo continente. Antiguamente se llamó Iberia; luego, Hispania; después, al-Andalus. Se formó un mosaico y todos unidos dieron por llamarle España.

Hay mucha ligereza de gatillo últimamente en esta tierra nuestra. No es el gatillo de las pistolas. No. Es el gatillo de la lengua.  Ese gatillo incontenible que se va con demasiada facilidad. Con una ligereza que asusta se le llama fascista, comunista, coleta, ladrón, asesino, puta, perro, criminal… al que no piensa igual.


Hay, también, quien se empeña en romper el platito pintado y vuelta la burra al trigo. Y, así hasta que, como en aquella famosa ‘Catilinaria’ de Cicerón alguien use debidamente la legua y pregunte: “¿Hasta cuándo Catilina vas a seguir abusando de nuestra paciencia?” Algo parecido habría que preguntarle a estos ‘mesías’ portadores de su verdad…

martes, 21 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La romanza de Bacarisse

Una amiga – Manuela Domjap – me ‘regaló’, la dulzura de una composición de ensueño colgando en mi muro, la Romanza de Bacarisse. Y, ante eso, a uno solo le queda entornar los ojos y dejar que pase el tiempo despacio, despacio, muy despacio…Y me dejo llevar por esos acordes de guitarra arropados por los violines.

Otra amiga – Carmen Bandera – pone: “My loney road (sad harmónica and guitard music) Paintigns by Jhon Atkinson Grimshaw”. Yo, naturalmente, como todos los españolitos de mi edad que estudiamos los cursos reglamentarios no tengo ni pajolera idea de inglés.

Veo la carátula. Me viene de pronto. Le pongo un comentario: ¡Ay! ¿Cuándo llegarán las tardes cortas y el aire fresco y podamos dejar que vuele la fantasía y se escape de este sopor que nos aplasta?

Marisa, entrañable, cariñosa, dulce… como solo es Marisa. Esa mujer que tiene los ojos grandes, tan grandes como la luna cuando se refleja en el agua del pozo, va y aporta a mi artículo de hoy nada menos que a Facundo Cabral  y a Alberto Cortez.

Hablan de un amigo que se ha ido, de vacíos que no los pueden llenar otras llegadas; de estrellas, de caminos detenidos, de duendes…

Y por si faltaba algo – que no falta – Carlos Gómez Lagares, al que por cierto hace mucho tiempo que no veo, y eso no está bien, amigo Carlos, nos ha traído el recuerdo de uno de los grandes poetas de Sevilla y se ha enredado con el recuerdo de Joaquín Romero Murube.


“(…) una tristeza pura, más que humana, / va serenando el ritmo de la sangre. Y nos avisa un eco de muerte. Y se oyen las palabras de los ángeles”. Y yo sigo con los versos de Joaquín y con la música de los amigas. Como veis hoy de gorrón total. Y dejo que suban las sombras y los jazmines  (la foto se la he rapiñado a Juan Francisco Martín Sanz) se vayan abriendo, como solo saben hacerlo ellos, con su aroma y sus silencios  adueñándose de la noche.

lunes, 20 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Hasta luego...

Sonaban las notas de un piano que parecían golpear con los nudillos en el interior… Una voz martilleaba poco a poco pero hablaba de lo mismo, de un fin de etapa, de barcos perdidos en el horizonte, en la lejanía; de una soledad que a partir de mañana será una compañera más… Era un música conocida; muy conocida.

Hay un vacío desde esta mañana en la Fuentarriba. Han sido años. Muchos años, un montón de años de puertas abiertas, de acogida detrás de un mostrador que daban santo y seña a una personalidad distinta, de las que marcan época, de las que dicen que ya todo no será igual.

Yo era un muchacho. Aquella noche había que presumir de hombrecito. Me tomé la primera media de fino en vida. Recuerdo que las tapas fueron de boquerones fritos con ensalada… Era una noche de noviembre donde me habían comunicado el destino: CIR 14, Palma de Mallorca, Baleares…

Hoy, han echado la persiana. Bueno, no tienen persiana, son puertas de cristales. Ahora vendrán a hacerse realidad las canciones de Sabina, la de la sucursal del banco Hispanoamericano y la del adiós de unas de las sevillanas universales. La compusieron los Amigos de Gines. No va a haber pañuelo de silencio y sí mucho de muerte en el alma.

Ya ven cosas que pasan. Uno se encariña con la gente, con las cosas, con los rincones… Uno es un pobre diablo sentimental y va saludando por la esquinas a los recuerdos que están ahí esperando. Nos saludamos; nos miramos. Sabe, que un día, también estará en aquella orilla con ellos…


Decía el genial Pepe Rosas que él no se despedía nunca. Juani y Babi, o Babi y Juani que para el caso es lo mismo ponen fin de etapa. Enhorabuena por todo lo que habéis  aportado; enhorabuena por haber sido como sois. Gracias, gracias por todo cuanto nos habéis dado y sabed que el Bar de Salvador (que ya no era Café Central) está la antología de los bares que fueron historia viva de Álora. Hasta luego…

domingo, 19 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Griegas y II

Lesbos dicen que es una isla preciosa. Las aguas azules bañan sus costas rocosas. El aire que viene de oriente trae aromas arrancados en las tierras áridas de Turquía;  un manto de olivos y plantas aromáticas cubren su suelo.

Lesbos tiene un cielo limpio y claro… Lesbos por solo eso ya sería una tierra de ensueño. Pero, además, agrega que allí nació Safo. Su poesía lírica: “¿Arde de nuevo el corazón inquieto?/ ¿a quién pretendes enredar en suave / lazo de amores?” la hace encabezar la lista de poetisas grandes de la antigüedad.

Casi no sabemos nada de ella. De su vida quiero decir. Lo que conocemos es a través de sus versos. Su amor heterosexual la hizo una mujer libre. Muy libre para los tiempos que corrían. Hay mucha oscuridad en todo lo que se ha escrito sobre ella… Fue una mujer excepcional.

Aspasia de Mileto hizo bueno, seguramente sin ella saberlo ella, que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Llegó a Atenas siguiendo a las hetarias – mujeres cultas y sofisticadas que vendían muy bien sus favores -. Se casó con Pericles. Dicen que tuvieron un hijo, al enviudar se casó con Lisicles, que murió pronto… Luego, de su vida no se supo más.

Los ojos negros y rasgados, las cejas pobladas, las mandíbulas recias y el pelo negro movido por las brisas le daban imagen de una mujer dura. Era los ojos de Irene Papas. La actriz jugó con el atrevimiento y el riesgo en los ‘Cañones de Navarone’ de Lee Thompson o con la pasión, la muerte y la tragedia en ‘Zorba el Griego’ de Michael Cacoyannis.

Nana Mouskouri tiene unos ojos grandes que parecen más grandes detrás de unas gafas de óptica. Nana tiene el pelo lacio y la voz aterciopelada. Nació en Creta. Arrancó su carrera musical en Atenas y, luego se extendió por el mundo entero. Nana hizo versiones de las canciones más populares en diferentes países.


Grecia estos días está en la sobremesa de nuestras casas. Viene de la mano de los telediarios. Hay otra Grecia y otras personas. No tienen nada que ver con lo que nos venden… No solo deben ellos; les debemos, en otro orden de cosas, también mucho nosotros: “ex Oriente Lux”. Pues eso.
Lesbos, Greece

sábado, 18 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Griegos I

Está de moda Grecia. Hablan los telediarios, los periódicos, las emisoras de radio, las tertulias (estos más que nadie porque como son los que más saben…) todo viene por no sé cuántos miles de milloncejos de euros - euro, más o euro, menos -  que los muchachos ni tienen ni pueden ni quieren pagar. Vamos, para llorar como un niño perdido.

Uno se las andaba por los años en que aún creía en muchas cosas. Abría el libro de texto de Filosofía. Sócrates, Platón, Heráclito, Parménides, Demócrito… eran los grandes en  aquello del amor al saber. Luego, venía uno que decía que lo que habían dicho, como que no, que era lo que él decía. Se llamaba Aristóteles.

Heráclito, Tales de Mileto, Anaximandro, Arquímedes, el de aquello de “todo cuerpo sumergido en un líquido experimenta un empuje…” y, hablaba de desalojos de líquidos y  lo llamaron principio de Arquímedes. Quien la lio bien fue un tal Pitágoras. Habló de sumas de catetos e hipotenusas y cuadrados y esas cosas. Claro que como  yo era de letras…

Supimos, también, de un ciego que escribía versos. Hablaba de guerras y viajes, de tirios y troyanos y los llamó Ilíada y Odisea; otro, un tal Pericles dicen creó la Democracia o, lo que es lo mismo, el menos malo de los sistemas de gobierno conocidos…

Mucho tiempo después un cretense puso agua y tierras por medio. Anduvo por Italia y, luego, se vino a vivir a donde un río  le hace una hoz a una de las ciudades más bellas, más sugerentes, más intimistas: Toledo. Le dio por pintar. Tenía un nombre raro: Doménikos Theotokópoulo. La gente lo conocía por ‘El Greco’.

Onassis se casó con Jacqueline Kennedy y Anthony Quinn se hizo griego en Zorba… Unos apuntes de laúd rasgaban el aire. Hay otros griegos de moda: Varoufakis – que, además, el tío es una hartá feo -, Papandreu, incombustible; Tsipras  baila con la fea – que no, hombre, que no sea usted mal pensado, que no es la Merkel, que no – que es por eso de pagar la ‘dolorosa’…


Ya ven, hay días en que a uno se le ocurren cosas muy raras.

viernes, 17 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Verdes

“Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas…” Y lo que sigue que escribió Federico García Lorca en su Romance Sonámbulo. Al “verde verderol” que “¡endulza la puesta de sol”! cantaba Juan Ramón y hablaba de un nido umbrío en la frondosidad de bosque donde el pajarillo pone una nota de diferencia.

En las siestas achicharradas del sur de España se entran por las ventanas de la televisión las campiñas verdes francesas. Son mosaicos de cuadros, perfectos, milimitrados, esparcidos en su sitio oportuno. El Tour de Francia viene una vez al año, y una vez al año nos dice que hay - aparte de todo lo que conlleva el ciclismo – otros lugares preciosos.

El helicóptero pasa su cámara, una y otra vez, por pueblos de pizarras grises. Alineados, limpios, pulcros y todos echados a voleo como por un capricho de alguien en medio de una continuidad de verdes.

Los árboles acarician, casi besan, con sus ramas los bordes del asfalto. Los ciclistas se adentran por bosques encantados. Son lugares más de hadas que de hombres. Entregan sus esfuerzos entre parajes únicos. Dentro de unos meses, cuando cambie la estación, serán lugares solitarios pero ahora están tocados por el encanto.

De vez en cuando es un río de aguas cristalinas quien se sube al tren del asombro. Ríos limpios, de aguas saltarinas. Vienen de montañas de la que ni sabemos sus nombres. Van a otros ríos y así… ¡ya se sabe!

El paisaje que parece tan lejano está ahí solo un poco más allá de esos montes que durante muchos años nos separaban de tantas cosas. Los Pirineos no solo fueron fronteras políticas para frenar ideologías. Los Pirineos dicen que al norte son una cosa; al sur, otra.


En estas siestas cuando el termómetro juega con los cuarenta grados como los niños juegan en la playa  queriendo meter el agua de la mar en los hoyitos de arena toda parece que se confabula y nos dice que esa belleza está ahí, solo un poco más allá de donde se ve desde nuestra ventana. ¡Benditas siesta con los verdes del Tour!

jueves, 16 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Sirenas

Era una sirena morena, de ojos negros y labios sensuales. Era un sirena bellísima que se vistió de blanco y vino a donde el rebalaje y quedó varada porque las sirenas son de mar a dentro y nunca vienen a la orilla. Era una sirena que salió con la luz del día…

Christian Andersen escribió en el siglo XIX un cuento. Realmente escribió muchos cuentos. Pero el cuento de hadas que hablaba de la Sirenita inspiró a Edvar Eriksen  a fundirla en bronce. La hizo y le buscaron sitio en el parque Langeline.

Está sobre una roca que se adentran en el mar.  Deja que pase el tiempo y, cuando sube la marea, las olas de la bahía de Copenhague bañan su cola de pez y ella no se inmuta, no se mueve, no dice nada. Enfrente se abre el Báltico frío gélido en invierno. ¡Cuánto frío pasará esta sirenita en esos meses sin luz y sin sol!

En Torrejón de Ardoz, cuando Madrid deja de ser meseta para hacerse alcarreño, hace unos años construyeron un parque temático de imitaciones. Se trajeron y pusieron muchas cosas. Una réplica de la sirenita vikinga mira a la estepa. Se abrasa con las calores del estío junto a un río que también emula un mar… Hay gustos que a uno le sacan un ¡ay!, desde lo más adentro…

Ulises navegaba por las aguas azules de Capri. Un poco más allá Sorrento y Nápoles que todavía no era Nápoles ni Plinio ni el Vesubio habían pasado a la historia. Estaba en otro mar; el suyo, el Jónico  regalaba brisas a Ihataca.

Ulises, que debía ser temible, hizo que lo amarrasen al mástil para no dejarse seducir por los cantos de las sirenas del Tirreno. Eran los seres, según la Odisea, más maravillosos que podían salir del fondo de aquellos mares.


Claro, que padre Homero cuando escribió en hexámetros dactílicos - ¡que pedantería, ¿verdad? – la Odisea no conocía a esta sirena que se vino una tarde de verano a las costas de… facebook. Si no…

miércoles, 15 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Virgen del Carmen

Está la mar azul y rizada; está la mar llena de pañolitos blancos que le dicen adiós a los barcos que pasan por la lejanía, o sea que rompen el horizonte en esa línea perdida e inalcanzable… Está la mar preciosa en esta tarde de terral de julio con el agua fría, muy fría.

¿Adónde irán los veleros? El hombre que ahogaba tristezas en el penal del Puerto pensaba que unos iban para Almería y otros para Cartagena. La libertad, le dijo Don Quijote a Sancho es el don más sagrado que tiene el hombre…¿Qué más da el destino de esos barcos de velas blancas?

Hace muchos años, un día como hoy, mi amigo Paco Rengel – entrañable, querido, inolvidable, que se presenta cuando quiere al recuerdo -  me hizo vivir  momentos, intensos,  llenos de pasión. Verán. Él había sido pregonero de su Virgen del Carmen paleña. Estuvimos en la procesión; luego la acompañamos a su iglesia.

Jose María Martín Urbano, que también estaba allí en aquella ocasión, me comentó: “Pepe, hay curas que no valoran esto que tiene y que se les viene solo”. No les digo como estaba aquella noche la parroquia de ese barrio que tiene personalidad propia en la ciudad Málaga.

“A la mar, madera  / y a la Virgen, cirios, / ‘pa’ duquitas madre / las que tie la Lirio”  escribió Rafael de León y cantó doña Concha y hablaba de Cádiz y de Almería y de penas y de sienes de martirio y de Cuba y de secretos que solo saben la Lirio y Dios… Cosas.


Sigo andando solo por el paseo marítimo. Voy ajeno a todas esas cientos de personas que se tuestan al sol de la tarde. La mar sigue ahí desde siempre. Va y viene con olas de percal a dormirse en el rebalaje. Añoro a los amigos que se nos fueron yendo… ¡Ay, Virgen del Carmen!

martes, 14 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Vuelos

Ha   volado – y no precisamente por los aires – el narco más peligroso, o uno de los más, en ese mundo sucio y oscuro del mundo de la droga, en este caso con nacionalidad mexicana. Ha ‘volado’ por un túnel hecho, como ocurre siempre, con la connivencia y la colaboración necesaria desde dentro.

Voló también hace muchos años un futuro programado a manera de sucesión pero que como consecuencia del atentado – con túnel de por medio – cambió la Historia de España. Era la víspera de Navidad; era Madrid y hacía mucho frío aquella mañana en la calle Claudio Coello, en las traseras de la iglesia de los Jesuitas.

Ha volado, hacia Porto, el mejor portero de la historia del fútbol español. Le han acusado de muchas cosas. A algunos no se le perdonan ni las virtudes y a este hombre se le reconocen muy pocas cosas por algunos a los que le vuelan con mucha rapidez los recuerdos.

San Fermín, o sea la feria que es distinta a las demás, sobre todo por las mañanas ha hecho que vuelen las hojillas del calendario y Estafeta, Cuesta de Santo Domingo, Telefónica… y otros nombres sean algo nebuloso en las mentes de muchos que osaron a pulsear el destino.

Ha volado parte del populismo griego. Ellos, que como aquel al que le dijeron: “firme aquí” y contestó ¿firmar? Si una vez firmé una y por poco la pago”… Ellos, decía, se enfrenta al vuelo del tiempo y según dicen tienen setenta y dos horas para estar dentro o fuera y si se piensa cómo vuela el tiempo…


Las que parece que ya no vuelan son aquellas golondrinas que volvían en los versos de Bécquer, que colgaban sus nidos bajo el balcón y que refrenaban el vuelo cuando contemplaban la hermosura y la dicha… En fin alguien dijo que se canta lo que se pierde. El sevillano universal sabía mucho, en su interior, de lo que cantaba…

lunes, 13 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Alora cubista

Nunca, que se sepa, Pablo Ruiz Picasso estuvo en Álora. Si vino por aquí debió ser cuando aún era muy niño. Tan niño que en su alma de genio se amontonarían las sensaciones a las que, pasado el tiempo, él llevaría a los caminos del arte.

Picasso se fue de Málaga cuando la adolescencia comenzaba a dejarse sentir y el salto fue enorme. Cambió el azul del Mediterráneo por la otra punta del mapa, o sea a Galicia y, después de pasar por un puñado de sitios, se dejó caer por Francia.

Rompió muchos moldes. No es el sitio de analizar los diferentes momentos por los que pasó el artista. Ni ver qué ciudad, si Barcelona, Coruña, París o Málaga dejaron su impronta de una manera más acusada o si fueron todas a la vez.

Viene todo esto a cuento porque Felipe Aranda acaba de publicar una foto que podría encuadrarse dentro del cubismo, pero del cubismo en la arquitectura popular y que nace de la mano del pueblo llano, sin escuadra ni cartabón ni siguiendo las directrices de ninguna moda o de una tendencia predeterminada.

El cubismo nació en Paris de la mano de Picasso y de Juan Gris. “Las señoritas de Avignon’ – la famosa calle del barrio de vida alegre de Barcelona – y no la ciudad del destierro de los papas en tierras francesas, es la obra que marca el cambio de tendencia en la obra del genio. Que por cierto era de izquierdas y un gran amante de los toros, a ver cómo le ponemos ahora al niño.

El cubismo rompe con todo lo tradicional y juega con las figuras geométricas como esparcidas a boleo, a capricho del artista que tiene una nueva concepción del espacio, de las formas y de su ubicación en el tiempo. La perspectiva es otra; el espectador se integra y forma parte sin que su sola presencia sea algo estentóreo o fuera de sitio.


Probablemente nunca sepa esta parte del Barranco que formará parte de una Álora cubista o lo que lo mismo, una Álora integrada, sin ella mismo saberlo, en una de las grandes corrientes del arte nacido a principios del siglo XX y que hoy han venido porque un fotógrafo – otro artista – la ha visto y nos la ha regalado.

domingo, 12 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Lopera

De él dice el maestro Alcántara que tiene el porte del viejo coronel inglés que vuelve de la India. No trae, digo yo, un ejército que marque el compás de los pasos para un desfile majestuoso con música de gaitas ni vienen tocados con ropas raras ni atuendos exóticos.

Lleva un cortejo de palabras a las que pone adjetivos y metáforas y encadena con versos pero que no piden ningún yunque para romper esa cadena. Son palabras del ‘román paladino, en que suele fablar el pueblo a su vecino’ que dijo otro poeta, Gonzalo de Berceo, en los albores del nacimiento de la Lengua Castellana – porque José María Lopera que es de quien se trata – es un poeta.

El Pimpi malagueño le tributa un homenaje en la noche del lunes 13 de julio, a las 20 horas. Por El Pimpi ha pasado eso que en el tópico se llama lo más florido de la cultura malagueña. Bueno, si quieren decirlo de esa manera, pues miren, ¡qué bien!

En las Tertulias de Los Lunes de El Pimpi, se dan cita grandes artistas, poetas, escritores, con la intención de propiciar un espacio creativo donde el arte, la literatura y la poesía son los protagonistas. Encuentro de generaciones, presentaciones, debates, representaciones… El Pimpi, agrega él, en la invitación que me cursa: “es solera de cultura donde late el corazón.

Sí, José María, estoy de acuerdo pero convendrás conmigo que a la nómina de poetas que han pasado por allí – Manuel Alcántara, Pablo García Baena, Antonio Gala, María Victoria Atencia… faltaba el latido de tu corazón.

Desde ya todo eso va a cambiar de valoración porque se completa con un corazón grande, muy grande como es el tuyo que late, al unísono, de Mari, tu muer, porque “detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer”.


Tiene, José María un bagaje de aportaciones a manera de publicaciones a la poesía y al mundo del flamenco. Es, además, fundador y editor de “Álora, la bien cercada”, revista internacional de poesía y dibujo, que bajo el patrocinio del Ayuntamiento de Álora, ha difundido poemas inéditos de grandísimos poetas por el mundo de la Universidad de todo el mundo. Tus amigos compartimos contigo lo que te embarga. Un abrazo, Maestro.

sábado, 11 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cipreses

En este verano tórrido – no deja de ser un tópico porque si no hace calor, no es verano – parece que los cipreses no quieren enterarse y se las andan como si la cosa no fuese con ellos y están a lo suyo que es algo así como otear los vientos que vienen de muy lejos, y de vez en cuando, lo anuncian y mecen los pimpollos que apuntan al cielo.

Pero este año los cipreses también lo tienen difícil. No se mueve ni una pizca de aire. Todo está quieto. Las brisas parecen que se han tomado unas vacaciones largas y no vienen  ni a dar un  recado. Ellos, siguen  ahí.  Los veo frente a mi ventana, enhiestos y esperando a que pase algo.

Los cipreses no tienen buena literatura y los cargan  de tristeza y melancolía. Es una exageración colocarles el sambenito. Ellos no tienen la culpa. Y se mire cómo se mire siempre se les guarda un sitio allí, en los cementerios, porque alguien dice que es su lugar idóneo. No estoy de acuerdo.

Decía Martín Descalzo que Roma era la única ciudad del mundo donde los cipreses no eran tristes. Tampoco son tristes los cipreses del Generalife granadino, ni los que orlan los caminos de La Toscana, ni lo es el ciprés de Silos.

Gerardo Diego lo elevó - al ciprés de Silos -  a lo más alto del soneto y encadenó endecasílabos y lo vio como “chorro que casi a las estrellas alcanza”. Los poetas ven lo que todos miramos y solo ven ellos. Por algo están tocados por la Gracia de Dios…


Esta mañana en los cipreses, frente a mi ventana, los gorriones se hacían remolones para emprender la tarea que el Jefe les tenía encomendada y se perseguían como niños traviesos antes que abran las puertas de la escuela. En la frondosidad gorjeaban y jugaban entre ellos. Por el Cerro de la Fiscala apuntaba el primer rayo de sol; apuntaba el día…


viernes, 10 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Varýkino

El sur de los Urales, en primavera, es un paisaje precioso. Prados, margaritas, campos verdes; la llanura inmensa se extiende a todo lo que alcanza la vista. Un coche de caballos traslada a una familia que huye del infierno de la revolución y busca el olvido y la paz en el campo.

Un potrillo juguetea delante  del carro. El potrillo es el canto a la libertad; los pasajeros al miedo del que huye; el carrero una evocación de la fidelidad del campesino humilde, el criado fiel al rico propietario que vuelve…

Hasta ahí la ficción de Boris Pasternak en el Doctor Zhivago. Yuri Zhivago busca el refugio. Su medio hermano le avisa que era objetivo de los intransigentes de la revolución. ¿Motivo? Su poesía no gusta al aparato del partido. Rusia está inmersa en la revolución bolchevique que destrona a los Zares.

En Varýkino entra la película en uno de los momentos más tiernos, más dulces, más románticos de toda la trama. Zhivago llega a su realización personal, su plenitud junto a Lara. El poeta está en el cenit. Lara le da lo que busca; Zhivago lo encuentra. La simbiosis es perfecta.

Aulla un lobo bajo la luna fría de la noche. Todo está nevado, todo está helado, menos el amor. A Lara la despierta el miedo. Zhivago espanta al lobo en la frialdad de la madrugada gélida; el viento lleva un humo de nieve… Suena la balalaika. Los ojos de Julie Cristie dicen todo lo demás…

El periódico da la noticia: ha muerto Zhivago, o sea Omar Sharif. Se va uno de los hombres que aportaron al cine, en esta y en otras películas, algo que era diferente: el hombre que hablaba con los ojos.

Hay un momento (reencuentro con Lara en la biblioteca del pueblo donde se dicen que se despiden, que se separan, que rompen, pero sus ojos hablan  y dicen lo contrario de lo que anuncian las palabras. El Doctor Zhivago es la película donde más hablan los ojos…


Escribo estas líneas bajo la temperatura abrasadora de una tarde de julio. Nada tiene que ver con las llanuras sorianas de Calatañazor en invierno convertidas en estepa rusa. Suena la música de la balalaika y uno entorna los ojos y sueña y sueña…

jueves, 9 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Arde Cazorla

Así como de golpe, no. Arde una parte próxima a  la Sierra de Cazorla. La que está más al sur, en las cercanías de Quesada y ve de frente Sierra Mágina. Parece que todo apunta, puestos a buscar culpables, a una fortísima tormenta de hace unos días, con muchos rayos y sin agua. Y, ha venido lo que tenía que venir.

Es aquella sierra que cuando niños cantábamos, en pupitres bipersonales y el maestro - mi maestro don José Oropesa - señalaba con el puntero sobre un mapa de hule ajado y con los ángulos descascarillados: “el río Guadalquivir nace entre las Sierras de Pozo y Cazorla, provincia de Jaén, pasa por Montoro, Córdoba y Sevilla y desemboca por Sanlúcar de Barrameda, en la provincia de Cádiz”.

Hablar de la “Sierra de Cazorla” para un foráneo es entender de todo el macizo. Para un lugareño, desde luego que no. Y te dirán que Cazorla solamente son los montes que la rodean: de El Chorro al puerto de las Palomas, y que pasan por el propio pueblo, la Iruela y Burunchel. 

Como en todos sitios no deja de ser rivalidad entre vecinos, y entre gente que comparten brisas y sofocos, solanos o cierzos, noches estrelladas y ventiscas, (desde uno u otro lado de estas montañas, que todo es del color del cristal con que se mira) pero, como aquí, de lo que se trata es de ver y admirar...

Se puede entrar por cuatro sitios: por Pontones, si se viene desde  La Sagra; por El Chorro, después de superar el puerto de Tíscar y Quesada (por donde dicen que se las anda el fuego); por Cazorla y el puerto de Las Palomas - por donde lo hace más gente -; por la Puerta de Segura..., y desde luego, también hay otras. Es cuestión de husmear en los mapas.


Yo entré un invierno por El Chorro hasta el nacimiento del Guadalqujivir con una nevada enorme. La visión sobrecogedora; ‘otras’ cosas se subían a la garganta… Cuando mitiguen algo las calores habrá que dar una vuelta y ver cómo ha quedado todo. ¡Qué pena!

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Arde Cazorla

Así como de golpe, no. Arde una parte próxima a  la Sierra de Cazorla. La que está más al sur, en las cercanías de Quesada y ve de frente Sierra Mágina. Parece que todo apunta, puestos a buscar culpables, a una fortísima tormenta de hace unos días, con muchos rayos y sin agua. Y, ha venido lo que tenía que venir.

Es aquella sierra que cuando niños cantábamos, en pupitres bipersonales y el maestro - mi maestro don José Oropesa - señalaba con el puntero sobre un mapa de hule ajado y con los ángulos descascarillados: “el río Guadalquivir nace entre las Sierras de Pozo y Cazorla, provincia de Jaén, pasa por Montoro, Córdoba y Sevilla y desemboca por Sanlúcar de Barrameda, en la provincia de Cádiz”.

Hablar de la “Sierra de Cazorla” para un foráneo es entender de todo el macizo. Para un lugareño, desde luego que no. Y te dirán que Cazorla solamente son los montes que la rodean: de El Chorro al puerto de las Palomas, y que pasan por el propio pueblo, la Iruela y Burunchel. 

Como en todos sitios no deja de ser rivalidad entre vecinos, y entre gente que comparten brisas y sofocos, solanos o cierzos, noches estrelladas y ventiscas, (desde uno u otro lado de estas montañas, que todo es del color del cristal con que se mira) pero, como aquí, de lo que se trata es de ver y admirar...

Se puede entrar por cuatro sitios: por Pontones, si se viene desde  La Sagra; por El Chorro, después de superar el puerto de Tíscar y Quesada (por donde dicen que se las anda el fuego); por Cazorla y el puerto de Las Palomas - por donde lo hace más gente -; por la Puerta de Segura..., y desde luego, también hay otras. Es cuestión de husmear en los mapas.


Yo entré un invierno por El Chorro hasta el nacimiento del Guadalqujivir con una nevada enorme. La visión sobrecogedora; ‘otras’ cosas se subían a la garganta… Cuando mitiguen algo las calores habrá que dar una vuelta y ver cómo ha quedado todo. ¡Qué pena!

miércoles, 8 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Verano

Está aquí. Ha venido para quedarse una temporada. Vamos, viene sin prisa y sin ninguna vergüenza. Se ha adueñado de la calle, de las plazas, de los días y de las noches. (De los medios días y de las medias mañanas y de las tardes…).

Dicen que media España, y la otra, también, está achicharrada o a punto de llegar al grado de ebullición. Y, eso no se hace. Eso es mala condición. La gente habla de cambio climático, de vientos que vienen de no sé qué desiertos ardientes.

Los que saben hablan del umbral del sueño y esas cosas. Lo cierto es que por aquí no hay dios que pegue ojo por las noches. O lo que es lo mismo, se levanta uno con un mal cuerpo propio del que no ha descansado.

Las casas antiguas de los pueblos tenían las paredes de barro y piedra. Los muros se medían por medios y por metros enteros. Ahora, las construcciones modernas, con ladrillos del canto de un papel de fumar, se calientan como las planchas y despiden calor. Mucho calor.

No todo es malo. Cuando cae la tarde, los jazmines, suspiros prendidos en el aire ponen una nota de perfume único. Mi madre - ¡ay, mi madre! – solía ensartar, cada día, una horquilla del pelo y lo colocaba en el canillo del pecho. Y mi madre olía a jazmines y los jazmines a madre.

Embriagan la dama de noche, la yerbaluisa el heliotropo, las diamelas… Todavía no han florecido los nardos y aunque Ramón Gómez de Serna decía que para ser feliz solo necesitaba el verano y los nardos, yo con todo respeto hacia el maestro me quedo con lo segundo, solo con los segundos. Nardos, sí, muchos nardos, todos los nardos, pero de lo otro…

Cuando apunta la noche pasean pandillas de muchachas jóvenes, preciosas. Traen el primer tostado playero. Y eso, también, se lo debemos al verano. Pero si, además, llevasen con unos jazmines, entonces…
 

martes, 7 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Fuego

Solo a dos locos se les puede ocurrir una cosa así. Pero no a dos locos cualesquiera. No. Solo a dos locos de remate. Porque a nadie, en sus cabales, se le ocurre citarse en Estepa… un día de San Fermín. El maestro Barbeito y el que suscribe han partido el camino para hablar de sus cosas. Y ante eso, amigos, no hay quien ponga barreras al campo.

Dice la publicidad turística que el sol pasa el invierno en Alicante. No lo sé. Lo que sí sé porque lo he padecido es donde pasa algunos días de verano. Hoy sin ir más lejos. Hacía chiribitas en entre las calles de los olivos con las varetas dobladas de aceitunas que ya tienen cuerpo…

De verdad. En la campiña sur de Sevilla caía el sol a pedazos. Un castizo diría que caía fuego. Candela escapada de un horno sin tapadera. Candela como la que pintaban en aquellos cuadros de la Virgen del Carmen redimiendo penitos del purgatorio a los que tendía sus escapularios.

Naturalmente no nos ha pasado por la cabeza ni comprar polvorones ni mantecados ni alfajores ni ninguna de esas ‘porquerías’ que tanto gustan cuando suenan los Villancicos y dicen que los pastores bajan de los montes de Belén… Por cierto, mi amiga Mariló me recomendó, la pasada Navidad, “La Despensa de Palacio”. Fui, vi y pequé. Como está mandado (¡Ah, no me dan comisión!).

El maestro está espléndido escribiendo. El maestro se saca unos versos como un ruiseñor el canto cuando sabe que viene el alba. Yo no estoy autorizado para ir un poco más allá de lo que debo y es él quien anunciará cosas nuevas y muy buenas para dentro de muy poco.

Me meto en fuera de juego. Adelanto  Tienen mucho que ver: Encinasola y Álora; en medio,  la Virgen de Flores…Y, Abel Moreno y Fermín Adame y todos esos hilos que no sabemos quién pero que hay Alguien que los mueve…

Remato con un recuerdo entrañable de Andrés Díaz, ‘Andrés, el carnicero’. Regresaban de un festival flamenco. Casi amanecía. Paran en Estepa para un descanso. Hacen acopio de ‘material’. Andrés pasea;  pantalones, caídos; manos, en los bolsillos. Le preguntan:

-          Andrés y tú a tu mujer ¿qué le llevas?

-          Na, na… cuatro años, cuatro años.


Yo, ni eso…

lunes, 6 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Noches en el convento

Cuando yo sea mayor, me gustaría ser hermano hospedero del convento para recorrer, cada noche, las dependencias y cerrar detrás de mi todas las puertas y hablar con los sombras de los frailes que se fueron… y pisar los reflejos de luna que entran por las ventanas y escuchar el crujir de los bastidores en las noches de viento…

Cuando yo sea mayor me gustaría errar por esos sitios que se quedaron apostados en las orillas del tiempo y ver, como preconizaba Juan Ramón, cómo se hace nuevo el pueblo y husmear entre la pátina del olvido y escuchar como tocan solas a maitines algunas noches las campanas del convento…

No es el caso. Hoy y ahora estamos ante otro concepto...La Cultura más cerca. No hay que transitar por los pasillos ni buscar galerías ni recovecos y misterios. No. Va a ser otra cosa. Dos jueves centrales del mes de julio, 9 y 16, van a marcar un hito. Al tiempo.

Es decir, “Música, Entrevistas, Historia, Gastronomía, Curiosidades, Proyecciones, Ambientación Lumínica y mucho más. Presentado en un formato novedoso más íntimo y cercano, el público no es un  mero espectador, sino participante activo de esta aventura cultural.” Eso es lo que dice el programa.

 Javier Ojeda, Mateo García, Antonia Contreras, Miguel Ángel Palma, Juan Vázquez, Fernando Ortiz; Antonio F. Ortiz, Banda El Gazpacho, Jorge García, María José Rodríguez, José Morales, Omepa… Presentan Mari Pepa Muñoz y David Gutiérrez que es el padre de la criatura. ¿La idea? “Culturemos”. Lugar: el marco incomparable de la explanada del Convento de Flores, convertido para la ocasión en un espacio escénico de una espectacular singularidad; hora: la diez de la noche.

Cuando yo sea mayor, tan mayor que ya ni nos recuerden,  algún joven inquieto hurgará en los papeles viejos y recordará y preguntará y se preguntará ¿Quiénes fueron aquellos que en un noche de verano echaron a andar un sueño y le pusieron por nombre “Las noches del Convento”…

Y, entonces….¡ay, entonces,  puede que vuelvan a tocar, otra vez solas, las campanas a recuerdos…!

domingo, 5 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Don Manuel

Hoy, cuando tanta medianía gallardea y saca pecho, sí que podemos decir que Málaga ha perdido a uno de los grandes de verdad dentro de los sacerdotes que ejercen el ministerio en su diócesis. A una mente preclara que se adelantaba muchos años a lo que iba a venir después se unía un hombre excepcional en su trato, en su cariño hacia todos los que tuvimos algún contacto con él....

Hoy sí podemos decir que la Casa del Padre tiene un santo más aunque quizá nunca lo veamos en los altares. Bien está lo que Dios dispone; en ocasiones, a uno no le gusta algunas de las decisiones de Dios. Estoy seguro que si hubiese leído estas líneas me llamaría al orden. Lo digo como lo siento. Don Manuel, pida por nosotros. A usted le hacen caso. Seguro"

A Don Manuel Pineda, que es de quien se trata, lo conozco desde hace cincuenta y seis años. Lo hemos despedido en una tarde tórrida de como son las tardes del mes de julio en Málaga, en su parroquia de Santiago, en calle Granada, en la parroquia que fue catedral de Málaga hasta que se pudo habilitar la de la Encarnación que es la titular.

En esa parroquia, por ejemplo se bautizó un niño al que pusieron por nombre Pablo; por apellidos; Ruiz Picasso y allí también se bautizó el padre del general José San Martín, prócer de la independencia de la República Argentina, por ejemplo.

Don Manuel tuvo muchas cosas buenas. Jamás habló mal de nadie; jamás nadie pudo decir que se vio postergado o dejado de lado cuando tuvo alguna relación con él. Juan Márquez me comentaba: tenía una enorme virtud cuando hablaba contigo hacía que tú te creyeses que eras el centro del mundo.


Es verdad, Juan, es verdad. También he leído por algún sitio – pido disculpas por no acertar con la cita, aunque creo que lo he visto en un correo de Paco Botín – “don Manuel era de los curas que creía en lo que estaba haciendo”. Y, ante esto…

sábado, 4 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Embrujo

Cruzó el aire, como cruza el cielo la luna que aparece por los Lagares y sobrevuela las lomas de Canca y se va por el Monte Rendondo… Embrujo. La noche se llenó de magia y la guitarra acompasó, acompañó, ahormó la voz de Antoñita Contreras. Embrujo.

El Castillo de las Torres acogió por primera vez en su historia un recital dentro de sus muros. Tuvo mucho duende la noche. Tuvo el embrujo que Antonia Contreras pone con su entrega, con su arte, con su hacer siguiendo las notas de lo que le sale de dentro y a compás de la guitarra de Juan Ramón Caro.

El enorme patrimonio cultural de Álora – Museo Rafael Lería, plaza Baja de la despedida, Molino del Bachiller, parroquia de la Encarnación – puso el escenario; los artistas en un abanico esplendido se encargaron del resto. Noches de cultura y de recuerdos de otros tiempos, noches de encanto y misterio. Le han puesto por Al-loárabe.

El recinto del primer patio del castillo se llenó de un público al que Antoñita llegó y entusiasmó con canciones de Lorca, Lole  y Manuel, sevillanas bíblicas de Alosno, Maite Martín, cantiñas de Huelva y un repertorio lleno de sensibilidad, poesía y encanto.

La noche estaba esplendida. Dentro del recinto corrió la brisa fresca que sube por la vega y viene del mar. El público estaba tan a placer que el recital pareció como con sabor a poco. Se quería más, se pedía más.


Encanto, embrujo y misterio. Entre muchos de los asistentes, también, corrió el velo de los recuerdos de un pasado muy fresco, muy reciente y que para muchos vecinos de Álora dejó en sus almas la impronta de lo sagrado que pervive y que flota y que es consustancial a todo lo que se encierra en los muros de adobe  que, curiosamente, han pervivido gracias a la muerte. Así es la vida.

viernes, 3 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Zahara de la Sierra

El pueblo se asoma al pantano donde se retienen las aguas al Guadalete. Anda por sus calles. Es un pueblo blanco; bellísimo. Entra en la parroquia de la Virgen de la Mesa; en San Juan de Letrán, donde acaba la plaza le rezan a la Virgen de los Dolores

Cuando se crean los cementerios civiles, el cura de Zahara informa que “en Zahara los ricos se entierran en la parroquia, otros en San Juan de Letrán y los pobres en el campo”. Un lienzo en la parroquia muestra a la Virgen del Carmen, Redime ‘penitos’ del purgatorio, pero allí quedan, abajo, una mitra y un birrete cardenalicio, ¿por qué será?

En la puerta de entrada al coro conservan un tintinábulo. Es el único que he visto en el deambular por toda la tierra andaluza. Tocaba las campanillas en la vigilia del Sábado Santo agitadas por la mano del preboste de turno que lo tenía a gala y honor. Cosas, cosas, cosas...

Sube al castillo. Fortaleza inexpugnable. Dio escalera a su escudo nobiliario y leyenda a la “raja del viento” por donde dicen que penetraron  los que osaron subir. Tropas del Duque de Arcos, tiempos de luchas de moros y cristianos que el orden poco importa cuando alguien defiende lo que cree suyo y, el otro, viene, porque al igual también piensa lo mismo.

De la inexpugnabilidad de Zahara, enriscada, hablan todas las crónicas medievales. Por no ser prolijo te cuento sólo dos.

Una. 1481. En plena tregua: “Abozan sabiendo que en la villa de Zahara había poca gente, fue una noche sobre ella, la escaló y entró; y matando al alcayde tomó catibos  a todos los cristianos, y robó todo cuanto en ella había y dexandola a buen recaudo se bolbio a Granada. A cuya causa los Reyes Católicos le mobieron guerra”.


Otra. Rodrigo Ponce de León – 1493 -, duque de Arcos, la asaltó  no encontrando en ella mujeres ni niños, sino hombres de guerra. La hazaña le fue recompensada con el título de marqués de Zahara y un escudo de armas en el que un león escala el castillo blandiendo una espada.

jueves, 2 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Donde el castillo de la Estrella

Si vas a Teba de la mano del refranero ni entras.Mira qué muestrario: “Dale y vete a Teba”; otro, “Los de Teba y los de Ardales, todos son tales” y otro: “Todos son males: salir de Teba y entrar en Ardales”. (De los soeces y mal gusto te libero).
           
Si vienes  desde Campillos párate en el arroyo de    la Venta. Deja el coche  antes de llegar al  desfiladero; acércate a pie. Escucha cómo graznan  las grajillas: prolongan el eco estridente dentro del corte de la piedra.

Desde lejos, el castillo de la Estrella - a verdad, que algunos castillos tienen el nombre hermoso, y más si como éste parece recortado en cielo - te da la bienvenida con la silueta desmancada pero llena de plasticidad y belleza.

Teba tiene historia vieja. Conoció la presencia del hombre desde muy antiguo. Útiles en piedra y bronce hallados en el Pilarejo y en la Cueva de las Palomas, son testimonios de aquellos tiempos.

Los romanos le dieron entidad y construyeron el primer baluarte defensivo del castillo, o sea, un recinto amurallado porque ellos no construían castillos y dejaron este menester para los que vinieron después, en la Edad Media.

Los musulmanes sí dieron un empuje grande.A finales del siglo XIV, las tropas de Alfonso XI de Castilla ( al que  se lo llevó de este mundo la peste negra  cuando acampaba en Algeciras) conquistaron  la villa:  fue línea de frontera.

Pero quizá lo más curioso de la historia de este castillo viene en lo que te cuento ahora.
      
Black Douglas, comandante jefe del ejército escocés, que va de camino a las Cruzadas, transportando consigo el corazón del rey de Escocia Robert de Bruce (¡qué gustos los de la  gente de entonces! ¿verdad? ) tiene noticias de lo que pasaba por los contornos de Teba. Se alió con los cristianos que por entonces asediaban el castillo. Murió en el empeño ¡Y es que hay caprichos que matan!


Una placa recuerda el hecho.