viernes, 11 de octubre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tres millones

Tres millones. Bien o mal contados. Tres millones de personas son muchas personas. Demasiados. Tres millones es la cifra que da Caritas como el número que en España están en eso que se llama “pobreza severa”.

Acuden al plato caliente. Antaño los pobres de solemnidad, estudiantes, mujeres de la vida, pillos y golfillos acudían a la sopa boba de los conventos. Agua caliente y cuenco con cuchara de palo para echar algo caliente al estómago. Eso que llevamos dentro y que desfallece cuando aparece el hambre.

Los tiempos cambian. Ahora no es ni sopa boba ni pléyade de la escoria de la ciudad. Son personas - las demás también las eran -  pero con el tiempo cambiado. Ayer, sin ir más lejos, hasta vivieron en una sociedad donde las cosas siempre les pasaban a los otros, ¿pero a mí? ¡Vamos, hombre!

Habla la noticia de más de setenta mil voluntarios. Colaboran, sirven el plato de comida, dan la prenda de vestir. Atienden. Escuchan y se entregan. A estos voluntarios de Caritas - como de otras organizaciones humanitarias - casi nadie le reconoce ni sabe que están. Dan lo que mejor que tienen de sí mismos.

Tres millones. Uno a arriba o uno abajo. Para el caso como lo mismo. Son demasiados. No hay gobierno de ningún color, leche o tendencia, que con esta cifra puede tener conciencia si se va a la cama y mañana, cuando salga el sol, no revuelve “Roma con Santiago” para  intentar ponerle punto y final.


Oigan, punto y final. Hasta aquí se ha llegado. No valen monsergas de números ni paños calientes de economías ni palabrerías. No sirve un Congreso - todos, no se salva ni el gato - que no se encierre y acuerde las medidas que hagan falta. No se demanda Caridad; se pide, Justicia. Este problema no tiene, como el vino de Asunción - y perdón por la frivolidad - color.

1 comentario:

  1. Y lo peor es que al gobierno actual parece que les importa un bledo la situación de estas personas

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