Tres millones. Bien o mal contados. Tres millones de
personas son muchas personas. Demasiados. Tres millones es la cifra que da
Caritas como el número que en España están en eso que se llama “pobreza
severa”.
Acuden al plato caliente. Antaño los pobres de solemnidad,
estudiantes, mujeres de la vida, pillos y golfillos acudían a la sopa boba de
los conventos. Agua caliente y cuenco con cuchara de palo para echar algo
caliente al estómago. Eso que llevamos dentro y que desfallece cuando aparece
el hambre.
Los tiempos cambian. Ahora no es ni sopa boba ni pléyade de
la escoria de la ciudad. Son personas - las demás también las eran - pero con el tiempo cambiado. Ayer, sin ir más
lejos, hasta vivieron en una sociedad donde las cosas siempre les pasaban a los
otros, ¿pero a mí? ¡Vamos, hombre!
Habla la noticia de más de setenta mil voluntarios.
Colaboran, sirven el plato de comida, dan la prenda de vestir. Atienden.
Escuchan y se entregan. A estos voluntarios de Caritas - como de otras
organizaciones humanitarias - casi nadie le reconoce ni sabe que están. Dan lo
que mejor que tienen de sí mismos.
Tres millones. Uno a arriba o uno abajo. Para el caso como
lo mismo. Son demasiados. No hay gobierno de ningún color, leche o tendencia,
que con esta cifra puede tener conciencia si se va a la cama y mañana, cuando
salga el sol, no revuelve “Roma con Santiago” para intentar ponerle punto y final.
Oigan, punto y final. Hasta aquí se ha llegado. No valen
monsergas de números ni paños calientes de economías ni palabrerías. No sirve
un Congreso - todos, no se salva ni el gato - que no se encierre y acuerde las
medidas que hagan falta. No se demanda Caridad; se pide, Justicia. Este
problema no tiene, como el vino de Asunción - y perdón por la frivolidad -
color.
Y lo peor es que al gobierno actual parece que les importa un bledo la situación de estas personas
ResponderEliminar