viernes, 22 de septiembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Adiós, verano

 

 

                              

                                

                                  Foto. Fermín Adame. 2023

 

22 de septiembre, viernes. Media mañana; cielo con nubes de paso. Sopla viento de Levante, o sea, de agua, ni mijita. Aquí o llueve con las borrascas que entran por el Golfo de Cádiz o no hay nada que hacer. Se bambolean, como barras de palio, las varetas de los pimpollos de los olivos.

Subo por la Cuesta del Convento. No me acerco al Santuario; paso de largo. Flota un hálito de tristeza. Llevamos unos días que esto tiene nombre: se llama angustia. Hay sequedad en la garganta. ¡Qué largas se hacen algunas esperas!

Una llamada de alguien que sabe del asunto me pregunta si tengo información sobre si han revisado las antenas de los móviles de El Hacho… ¿Y tú me lo preguntas? Yo lo escribo a estas horas. Es lo único que puedo hacer. Bueno, lo único, no. Lo digo, aunque se me tilde de impertinente. Señores agentes que lleváis el tema, por los clavos de Cristo, decid algo. La espera se hace muy larga.

La imagen de la Virgen no está sola. La iglesia de la Ver Cruz, adonde la trajeron después de los actos sacrílegos; puertas abiertas de par en par. Un chorreo de gente, entra y sale. Se sientan en los bancos. Se dicen cosas entre la Virgen y ellas; entre ellas que están sentadas y entre los que entran y no se sientan; entre… ¡yo qué sé!

Me llama gente de sitios insospechados. Me dicen que en Encinasola rezan todos los días porque aparezca el Niño… Sitios lejanos en el espacio; cercanos en el cariño,  o sitios donde vive gente que alguna vez pasó por Álora. A algunos yo los llevé al convento y les expliqué algunas cosas de las que yo he podido saber; les he metido ese gusanillo que uno siente por las cosas que quiere. Ésta es una de esas cosas…

¿Ves?, le comentaba una vez a uno, aquellos montes de enfrente son El Torcal de Antequera, y los que están detrás, el Camarolo y la Sierra de Loja y… (y yo les desgranaba todo a lo que podía ponerle nombre…

Pero lo más importante está ahí dentro. Fíjate el chorreo. No falta nunca. La gente viene, habla con la Virgen, le pide, le cuenta, suspira; algunos encienden una vela; otros, ponen un ramo de flores. No se olvida nunca, lo que dice la copla: “Para patrona bonita / la de mi pueblo señores / es morena y chiquitita / se llama Virgen de Flores / y es pa mí la más bonita”… ¡Adiós, verano!

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario